divendres, 31 d’agost del 2018

Nuestros mártires: los hermanos Miguel A. y José M.ª Pujol Matavera (†1936)

Dediquem un piadós record als Màrtirs de la Tradició més oblidats. Tal dia com avui, l'any 1936, eren assassinats pels revolucionaris de Companys els germans tradicionalistes vigatans Miquel Ángel i Josep Maria Pujol i Matavera, quan tenien només 32 i 26 anys, respectivament. Reproduïm amb aquesta ocasió la ressenya biogràfica que li van fer en el setmanari Ausona l'any 1946.


Miguel Ángel Pujol Matavera
(Vic, 1903 - 1936)

Hijos los dos de los consortes Luis y Ramona, propietarios de la solariega casa «Pujol de Viladrau». Miguel nació a 28 de diciembre de 1903 y José M.ª a 7 de noviembre de 1909. A ambos se les procuró esmerada educación, cursando Miguel el Bachillerato en el Colegio de 2.ª Enseñanza de San Miguel de los Santos de nuestra ciudad y la carrera de Derecho en la Universidad de Barcelona, ganando con brillantez el grado de Doctor en la Central de Madrid. José M.ª estudió Comercio en el internado del Colegio de Manlleu, dirigido por los Hermanos de las Escuelas Cristianas y se dedicaba principalmente a la contabilidad.

Tanto en el campo religioso como en el político siguieron fieles las tradiciones de sus mayores, que fueron: ardiente Fé, encendido Amor a Dios y sacrificado interés por la Madre España. Como católicos ejemplarísimamente contribuían con generoso desprendimiento al sostenimiento del Culto y Clero, pertenecían a la Tercera Orden de S. Francisco, Academia de Sto. Tomás, Apostolado de la Oración, Cofradía de la Minerva, Oración de las Cuarenta Horas, Visita domiciliaria de la Sagrada Familia, y eran celosísimos congregantes de María, habiendo José M.ª con su afición al excursionismo visitado en nuestra comarca la mayoría de Santuarios.

Los dos, entusiastas de la buena prensa, a ella cooperaban con la publicación frecuente de artículos esmeradamente compuestos, y el amor a los pobres les llevaba a la prodigalidad con ellos siempre ofreciendo sus limosnas con delicadeza exquisita y suma sencillez.

En el campo político Miguel y José eran Requetés destacadísimos, y el primero, además, era miembro de la Junta Provincial Tradicionalista y Director del Semanario local «Ausetania».

Todo lo expuesto son demasiadas credenciales de bien para que los hermanos Pujol pasaran desapercibidos a los fautores de la iniquidad.

Era en el mes de agosto de 1936 que Miguel se veía padre de una hermosa niña, primer fruto de su matrimonio canónicamente contraído el día 23 de septiembre del año anterior, pero la Providencia permitió que pudiera saborear muy poco tiempo este paternal placer, ya que el día 30 de aquel mismo mes, rezando en familia y entero el Sto. Rosario, tradicional devoción de la familia «Pujol de Viladrau», como gracias a Dios lo es aún en nuestro país de muchas familias semejantes en posición social a ésta, y retirados ya a descansar, serían por allá de las doce y media de la noche que se presentaron a su domicilio un grupo de milicianos armados, obligando se levantaran Miguel y José M.ª para seguirles y ser presentados al llamado «comité» con objeto —dijeron— de prestar unas sencillas declaraciones, y que, terminadas éstas, podrían regresar a su casa. Mas no fue así. Se les retuvo hasta que, cerca las seis de la mañana del siguiente día 31, montados en un coche fueron conducidos por la carretera de Vich a San Bartolomé del Grau, y al llegar al kilómetro 8 fueron bárbaramente asesinados mientras los dos gritaban a la una ¡¡Viva Cristo Rey!!

Sus cuerpos recibieron sepultura en el Cementerio de S. Cristóbal de Vespella. (1)

⚜ ⚜ ⚜

Els germans Pujol tenien el seu domicili al carrer Nou. La seva família, de tradició carlina, era originària del mas Pujol de Viladrau, encara que els Pujol residien a Vic des de la segona meitat del segle xix. En Miquel era advocat i propietari del mas Pujol i un actiu militant carlí.53 S’havia presentat a les eleccions municipals del 1931 dins la candidatura d’Acció Ciutadana.54 Foren detinguts tots dos la nit del 30 al 31 d’agost i morts la matinada del mateix 31 a Gurb, en un revolt de la carretera de Sant Bartomeu del Grau, a l’altura del mas la Coromina de Vespella (la Coromina és entre els km 6 i 7, segons la senyalització actual). En Miquel tenia 32 anys i en Josep M., 26. La narració que fa dels assassinats en Josep Pagès, testimoni dels fets, és aquesta (el lector comprovarà que la redacció conté algunes contradiccions):


«que en el momento en que dicho comité formó los grupos de milicianos formó parte de los mismos hasta el 10 de octubre de 1936, en que marchó voluntario al frente de Aragón (...), que en el tiempo que hizo de miliciano practicó dos detenciones verificadas a las doce de la noche de un día del mes de agosto el cual no recuerda, siendo los detenidos los hermanos Pujol de Viladrau, los cuales fueron conducidos al comité antifascista, que no sabe nada más de ellos, únicamente por oídas supo que aquella misma noche fueron asesinados, dice saber de cierto que los que formaron el piquete si bien no recuerda sus nombres sabe sus apodos que son, el “Tibat”, mayor de los hermanos Sicart, Coma (a. el Cojo), que el que dio el tiro de gracia fue el “Tibat” haciéndolo por la espalda en la nuca a los dos hermanos los cuales murieron en el acto, después de unos quince disparos sobre ellos contra los que también hicieron fuego una vez muertos y tendidos a tierra, esta versión la hace por haber presenciado dichos fusilamientos o mejor dicho por haber formado parte del citado piquete, si bien manifiesta que no disparó el arma que llevaba, trasladándose inmediatamente al comité antifascista».


Allà diu que comentaren el motiu pel qual els havien executat: pel fet de ser feixistes i de portar carnet de Falange (sic), que els trobaren. També diu que exclamaren: «¡Es que no dejaremos ni un facista! ¡Los mataremos a todos!». (2)


(1) Extraído de: «Galería de vicenses caídos por Dios y por España. (65) Miguel A. Pujol Matavera (66) José M.ª Pujol Matavera», Ausona (22/3/1947), 271, p. 2.

dimarts, 7 d’agost del 2018

Nuestros mártires: Teodoro de Mas y Nadal (1858-1936)

Dediquem un piadós record als Màrtirs de la Tradició més oblidats. Tal dia com avui, l'any 1936, era assassinat pels revolucionaris de Companys l'ingenier, veterà de la tercera guerra carlina i dirigent tradicionalista vigatà Teodor de Mas i Nadal, de qui ja vam parlar en una entrada anterior. Era, juntament amb el seu gendre, l'exalcalde de Vic Joan Traveria —qui també fou assassinat amb ell— un dels dos carlins més importants de la comarca d'Osona. Reproduïm amb aquesta ocasió la ressenya biogràfica que se li va fer en el setmanari Ausona l'any 1946.


Teodoro de Mas Nadal (Vic, 1858 - 1936)

Nació el 24 de septiembre de 1858. Hijo de familia noble, cristianísima y guerrera que dio a la Iglesia la gloriosa figura de la Bta. Joaquina de Vedruna de Mas, Fundadora de la egregia Congregación de Carmelitas de la Caridad y abuela de nuestro biografiado.

Siguiendo fielmente D. Teodoro las huellas de sus ilustres antepasados, rindió durante toda su vida, verviente culto a los ideales que informan el programa carlista de Religión, Patria y Monarquía, en cuya defensa habían sacrificado su bienestar, su tranquilidad y su hacienda. Así que, a los catorce años alistóse, en compañía de su padre D. Luis, coronel de Ingenieros, para tomar parte en la última guerra civil, habiendo obtenido el grado de Comandante y siendo agregado por D. Carlos VII al escuadrón de su Escolta Real.

Terminada la guerra y retornado a su hogar, prosiguió sus estudios de ingeniero. Su labor técnica fue de gran provecho y utilidad, confeccionó un proyecto de enorme envergadura para abastecer a Barcelona con las aguas del Noguera Pallaresa. En 1884, en Salamanca y en Saltos del Duero, y en 1887, realizó las obras de una carretera en Albacete. Al año siguiente pasó a Buenos Aires, donde dirigió las obras de varios ferrocarriles e instaló diversas e importantísimas industrias. Obra exclusiva suya y de su propiedad fue la construcción y funcionamiento de la central eléctrica en su finca de «Molino de Sau».

Su vida pública fue ejemplarísima en todos los momentos de su azarosa vida. Permaneció fiel en la brecha y luchando en primera línea, en la esfera legal, por la difusión de los ideales religioso-políticos que profesaba, habiendo ocupado cargos de relieve en la organización carlista, como los de Jefe del Distrito de Vich y Vocal de la Junta Regional.

Alma reciamente cristiana, católico a visera levantada, varón devotísimo, de comunión diaria, congregante mariano, terciario franciscano, hermanaba su carácter fuerte con un corazón de niño con barbas blancas, que ante el menesteroso su espíritu de compasión y caridad abría en todo momento su mano generosa hasta bordear los límites de la prodigalidad. Vida tan dinámica y ejemplar fue rematada con la corona del mártir.

En efecto a primeras horas de la madrugada del día 7 de agosto de 1936, un númeroso grupo de milicianos rojos llamaba con estrépito, a las puertas del «Molino de Sau» (Vich), preguntando por el dueño. D. Teodoro hizo su propia presentación al grupo de los que llegaban, más bien armados por el número que por el valor personal, y les declaró su condición de católico y de carlista, su fe en Dios, su filial fidelidad a la Iglesia y su amor a la España monárquica.


—Ya sé a lo que venís, y no me dais miedo. Como hombre y como antiguo militar, si ahora tuviera veinte años menos, os invitaría a medir vuestras fuerzas y vuestra estrategia con las mías. ¡Vais a matarme, yo os perdono!


El jefe de aquellos cobardes sólo supo decir: «Podemos despacharlo aquí mismo».

A quinientos pasos del «Molino de Sau», impuso su voluntad de morir de frente. Una ensordecedora descarga cortó la oración que D. Teodoro tenía en los labios.

De uno de sus bolsillos salió un pequeño libro: era «La Imitación de Cristo», que D. Teodoro llevó siempre encima, y del que decía, era su consejero, su fortaleza y su consuelo en los diarios azares de su vida. El prócer carlista y ferviente católico que arrostró la muerte de cien combates campales, cruentísimos y gloriosos, supo morir con no menor denuedo y presencia de ánimo a los setenta y ocho años de edad. Con él fue detenido en el propio domicilio por los milicianos rojos, su yerno el culto abogado y gran orador D. Juan Travería, el cual cayó a su lado bajo el plomo asesino.

Los restos mortales de ambos fueron conducidos al Cementerio de Vich el día 10 de mayo de 1939, en ingente manifestación de duelo como no se haya visto otra en esta ciudad.


Extraído de: «Galería de vicenses caídos por Dios y por España. (46) D. Teodoro de Mas», Ausona (11/10/1946), 248, p. 2.

dimecres, 1 d’agost del 2018

Nuestros mártires: Jaime Aguilar Font (1890-1936)

Dediquem un piadós record als Màrtirs de la Tradició més oblidats. Tal dia com avui, l'any 1936, era assassinat pels revolucionaris de Companys l'agricultor manlleuenc Jaume Aguilar i Font, pare de cinc fills. Reproduïm amb aquesta ocasió l'homenatge que li va retre a la premsa local el seu correligionari Josep Arqués Grané.

Jaume Aguilar Font (1890-1936)

Como un voto impuesto en las duras jornadas del destierro, como un deber hacia el amigo, debí rendirle tributo aquella tarde en que se cumplía el tercer aniversario del sacrificio.

Sobre lo tierra que se empopó de sangre, sobre la húmeda hierba que acarició su rostro y sintió su último aliento, me postré en aquella hora en que el astro del día va al ocaso y reflectante tiñe de fuego los nubes que se agolpan sobre las conocidas siluetas de Santa Lucía.

Tarde de calma... Cielo de azul intenso. Suavidad del aire que mece dulcemente las hojas del chopal. Soplo de flores silvestres. Conto de aves y grillos... De puntillas se acerca la noche. Hora sublime en que el alma se templa y la mente se nutre de recuerdos y se revive a rasgos lo historia aprendida...


Nacido en la cuna de los nobles Arnaldos manlleuenses, nuestro mártir vivía apacible en el Manso Corcó, fijo en los alrededores de nuestra villa.

Su vida correteaba entre los deberes y cuidados de su hogar con las obligaciones propias de su temperamento idóneo.

Amaba su hogar, su familia, sus semejantes.

A los suyos les deseaba con el viril sentido de hombre; quería a su mansión como el colono que resta pegado al terruño y era uncido a sus semejantes por el gran ideal cristiano.

Cuantos llamaron a la puerta del Manso Corcó no se volvieron jamás con las talegas vacías ni el corazón amargo.

Cuantos amadrigados se sentaron cerca la lumbre de aquella casa tuvieron siempre el consejo y el amparo del padre y del amigo.

Hombre de arraigado espíritu religioso pertenecía a cuantas asociaciones católicas estaban constituidas y era fervorosísimo devoto y protector de la Ermita de San Jaime, nuestro Apóstol, a quién encomendaba su vida y su hacienda.

Su intervención en las luchas políticas y ciudadanas obedecía únicamente a su auténtico pensar tradicionalista, pues es una verdad que entonces el ser tradicionalista equivalía a vivir y luchar por todo aquello que él sentía.

En los tiempos difíciles, durante las camparías electorales, en los días indecisos o amargos y en el fraguar del bien, nuestro hombre ocupaba siempre su peligroso puesto en la refriega.

Y por todo esto, un día, en los primeros tiempos de la revolución unos villanos irrumpieron en el recinto del Manso Corcó y entre insultos y violencias arrebataron al mártir de los brazos de su esposa enfermiza, que rodeada de sus nueve hijos, inútil clamaba misericordia... y él con la frente erguida y el mirar iluminado abandonó su hogar y sus cariños con aquella serenidad marcial con que los caballeros cristianos marchaban a las Cruzadas.

Jaime de Corcó, después de hollado por el insulto, en el lugar llamado «Font de Sanayás» fué batido por las armas de aquellos malnacidos, a los que ahora unos quieren perdonar, otros olvidar y nosotros intolerantes confiamos a la justicia de Franco...

El mártir inclinó resignado la cabeza, encogió su cuerpo, dobló las rodillas y cayó sobre la tierra acogedora.

Adivino sus últimas palabras que indudables fueron para ofrecer el sacrificio de su sangre a los que tanto había amado: Dios y España.

Eran las once de la noche del día primero de agosto de 1936... La luna refulgente plateaba el paisaje. Se oía únicamente el correcto murmullo de la fuente y la sombra de los chopos acariciaba el cuerpo del mártir mientras su alma radiante llegaba a la Aurora de la Eternidad.

JOSÉ ARQUÉS GRANÉ
Manlleu (febrero 1942)