diumenge, 13 de desembre del 2020

Homenaje a los caídos de Cuba y Filipinas en Barcelona

Ayer se celebró en el cementerio de Les Corts de Barcelona un homenaje a los muertos en campaña de Cuba y Filipinas organizado por la Comissió Memorial caiguts d’Ultramar, afín al tradicionalismo.

El Rvdo. Sr. D. Javier Utrilla Avellanas (FSSPX) rezó un responso por los patriotas que murieron en defensa de la españolidad de Cuba, Puerto Rico y Filipinas, terminado el cual, se entonó la Marcha Real y los asistentes cantaron la conocida habanera en catalán El meu avi. Seguidamente bajaron a la cripta a hacer una ofrenda floral, mientras sonaba otra linda habanera que narra aquellos hechos tan trascendentales para nuestra Patria, Adiós mi Península hermosa.

Entre los presentes se hallaban un hijo y un nieto del célebre escritor y periodista carlista Antonio Pérez-Olaguer, de orígenes familiares en Filipinas, de donde tuvieron que marchar tras el desastre de 1898, aunque siguieron manteniendo vínculos con el archipiélago.* También estuvieron Josep Bou, concejal independiente del Ayuntamiento de Barcelona, y Francisco Oya, de Profesores por el Bilingüismo.

Víctor Ibáñez, antiguo Jefe de Juventudes de la Comunión Tradicionalista y autor del libro Una resistencia olvidada. Tradicionalistas mártires del terrorismo (2017), se dirigió a los asistentes en catalán y castellano con el siguiente discurso:


Benvolguts amics:

En nom de la comisió organitzadora del memorial als caiguts dUltramar us dono la benvinguda un any mes, en aquest fred matí de tardor, a l’homenatge als voluntaris catalans que van ofrenar la seva vida a Cuba i Filipines per l’integritat d’Espanya. Estem aquí un any més per complir amb l’obra de misericòrdia de pregar pels morts, per uns voluntaris als quals no els movia cap interès material o econòmic, sinó el més pur sentit del deure i del patriotisme.

El patriotismo auténtico ha de estar asentado sobre verdaderos hechos históricos, que son los que objetivizan una concreta Tradición. No volem un futur basat en mites o manipulacions nacionalistes.

La llamada crisis del 98 marca un punto de inflexión crucial sobre la conciencia nacional. Es interesante constatar cómo, ante las campañas bélicas de España fuera de la Península, todo el pueblo español deponía sus legítimas divergencias políticas y respondía con un sentido del patriotismo casi instintivo. Pero a colación de ello resulta también necesario detenerse sobre la verdadera dimensión de esas reacciones y distinguir las imposturas del auténtico patriotismo. Los partidos del régimen de la mal llamada Restauración utilizaron ese patriotismo en un sentido más primigenio, casi etológico, como coartada para disimular sus carencias. La consigna canovista de “por la Patria con razón o sin ella”, que según Ramiro de Maeztu había de ser entendida en sentido polémico y no literal, inundó de soflamas y consignas las calles de toda España. Pero tras la derrota, pronto los héroes del 98 fueron abandonados, y muchos de los que enarbolaban esa consigna en un sentido literal enseguida se vieron persuadidos por el espíritu disolvente de la llamada generación del 98, que nos pintaba una visión deprimente e invertebrada de España, reducida a una idea manipulada de Castilla y que abogaban por renegar de nuestra historia, el laicismo y la europeización. 

Otros sedicentes patriotas lo hacían escondiendo inconfesables intereses espúreos, meramente financieros o económicos. Intereses que estaban en la base de puntuales problemas políticos causados en Cuba. Esos intereses de parte de la burguesía, catalana esencialmente, basados en económicas extractivistas y esclavistas, y que explican en gran parte el desarrollo económico de Cataluña, pronto tornaron su radical patriotismo español primero en un regionalismo ultraproteccionista, para finalmente degenerar en el actual nacionalismo secesionista.

Frente a estas dos posturas se alzaba un patriotismo de raigambre tradicional, que defendía, sin incurrir en el error racionalista, que la Patria sí tenía sus razones. Expuestas en intervenciones parlamentarias de los políticos tradicionalistas, en documentos del más alto nivel como el Acta de Loredan o en importantes periódicos como El Correo Español o El Siglo Futuro. Auspiciado por este último el pbro. Juan Bautista Casas publicó un libro de elocuente título: “La guerra separatista de Cuba”, donde, con exhaustivo acopio de datos, explicaba las razones que asistían a la inapelable españolidad de Cuba, y cómo los argumentos de los separatistas filibusteros no se sostenían, más allá de algún choque de intereses económicos con la burguesía peninsular. Pero junto a la inmensa labor civilizatoria de la que daba cuenta a través de la Universidades, escuelas de enseñanza media y primaria, observatorios astronómicos, escuelas de oficios, etc., demostraba cómo la inmensa mayoría de los cargos políticos, eclesiásticos, administrativos, militares o académicos correspondían a los propios cubanos, que no eran otra cosa que los españoles de Cuba; cómo España aplicó las mejores leyes, franquicias y exenciones a la isla, así como el monopolio de empresas como la tabacalera, con agravio para otras regiones españolas que también lo podrían cultivar. Por todas estas razones, desde un patriotismo de raigambre tradicional se siguió manteniendo la voluntad de crear una comunidad panhispánica y que España siguiese mirando hacia el horizonte americano, pese a la herida de la secesión, la cual sólo pudo realizarse con el concurso de una potencia enemiga, alegando un falso casus belli, y valiéndose de su flota aprovechando las condiciones que le permitían el bloqueo naval; pues la mayoría de los cubanos querían seguir siendo españoles y ni gringos ni filibusteros doblegaron nunca a los españoles por tierra, donde nombres como José Sanjurjo (el posterior general que idearía el Alzamiento Nacional) destacaron sobremanera en sus primeras campañas militares.

Sepamos, pues, cultivar las razones del patriotismo y sigamos fieles a la herencia y tradición hispánica como respuesta al actual momento trágico en el que otra amenaza separatista quiere seguir destruyendo nuestra identidad.


Fotografías del acto:









* En la guerra de 1898 combatió el General José Olaguer Feliú y Ramírez, tío de Antonio Pérez de Olaguer. Tras haber denunciado en obras como El terror rojo en Cataluña (1937) la barbarie marxista por la que tanto sufrió su familia (Luis Pérez Samanillo, padre de Antonio, y uno de sus hermanos, fueron asesinados por los comunistas), este abnegado defensor del carlismo escribió en 1948 El terror amarillo en Filipinas, donde explicó los dramáticos sucesos acaecidos en las islas bajo el dominio imperial japonés, que arrebató a los yankees las islas para imponer una nueva tiranía, aun más atroz que la norteamericana. Luis Pérez de Olaguer, hermano de Antonio, fue asesinado por los nipones.

divendres, 30 d’octubre del 2020

Crónica de la conmemoración de “la Octubrada” en Santa Coloma de Gramanet

Carlistas de Badalona y Santa Coloma de Gramanet han podido conmemorar el 120 aniversario de los alzamientos de la “octubrada” con unos sencillos actos y el ofrecimiento de la Santa Misa por el alma de José Torrents y Casals. 

Tocados con la boina roja visitaron los lugares de Badalona, donde se produjo el ataque al cuartel de la Guardia Civil. Posteriormente se desplazaron a Montigalá, desde donde se aprecian unas magníficas vistas de Santa Coloma, y allí tuvieron lugar una serie de discursos (uno de las cuales compartimos), se rezó una oración por los muertos en esa acción y se cantó el “Yo tenía un camarada” y el “Oriamendi”.

Posteriormente, en la populosa parroquia de San Juan Bautista, en el barrio de Fondo, se celebró la Santa Misa, ofrecida, junto a otras intenciones, en sufragio por el ilustre vecino de Santa Coloma José Torrens. Mosén Espinar se refirió en parte del sermón a la figura del homenajeado, a la significación católica del carlismo y a los hechos históricos que conmemorábamos.





dimecres, 28 d’octubre del 2020

Conmemoración de “la Octubrada” en Santa Coloma de Gramanet

El 28 de octubre de 1900, en protesta por los intolerables términos del llamado “Tratado de Paris” por los que España entregaba parte de su territorio en Cuba y Filipinas a potencias enemigas, diversas partidas se levantaron en la España peninsular, sobre todo en Cataluña. Uno de los hechos más significativos tuvo lugar en Badalona, donde los carlistas tomaron el puesto de la Guardia Civil, resultando muerto en dicha acción el líder de la partida, José Torrents y Casals, de 28 años, vecino de Santa Coloma de Gramanet que había combatido en la guerra de Cuba. 

En recuerdo de aquella heroica acción os invitamos a participar mañana jueves, 29 de octubre de 2020, de los siguientes actos: 

A las 18:30 en la Riera de Canyadó pronunciaremos unas palabras rememorando el hecho de armas y su contexto histórico y político. 

A las 20 horas, en la parroquia de San Juan Bautista, Santa Misa tradicional en Santa Coloma en sufragio de su ilustre vecino José Torrents, oficiada por mosén Espinar.

diumenge, 25 d’octubre del 2020

Celebración de la fiesta de Cristo Rey en el OASIS de Jesús Sacerdote

Una animosa y devota columna de carlistas catalanes y simpatizantes ha peregrinado con ocasión de la festividad de Cristo Rey hasta el Monasterio de la Inmaculada del OASIS de Jesús Sacerdote en Dosrius, Barcelona. 

La jornada se ha iniciado con el rezo de una oración por un joven pelayo y una pequeña catequesis sobre la festividad. El camino ha estado granjeado del rezo del Santo Rosario, cantos de alabanza a Cristo Rey y la simpatía de quienes a esas horas transitaban los caminos, en una mañana muy propicia para la recogida de bolets

La Santa Misa ha sublimado las riquezas de la liturgia tradicional con el canto de las monjas. La bandera de España con el Sagrado Corazón en el Altar nos recordaba las exigencias del Reinado de Cristo para nuestra Patria, aspectos subrayados por mosén Gabriel en su predicación. 

Al acabar la Santa Misa y tras el momento de la acción de gracias, se ha improvisado un austero almuerzo campestre, al que se han unido familias tradicionalistas veteranas de las Juventudes Tradicionalistas del Principado de Cataluña. 

Al levantamiento de este Monasterio contribuyó de un modo particular el requeté del Tercio de Montserrat don Ramón Brustenga y Espelta, tanto con su trabajo manual como con su patrocinio. A lo largo de los años, muchas de las monjas procedían de familias vinculadas a la Contrarrevolución.




diumenge, 18 d’octubre del 2020

Festividad de Cristo Rey en el OASIS de Jesús Sacerdote

✞ FESTIVIDAD DE CRISTO REY ✞ 

« La celebración de esta fiesta, que se renovará cada año, enseñará también a las naciones que el deber de adorar públicamente y obedecer a Jesucristo no sólo obliga a los particulares, sino también a los magistrados y gobernantes. 
 
A éstos les traerá a la memoria el pensamiento del juicio final, cuando Cristo, no tanto por haber sido arrojado de la gobernación del Estado cuanto también aun por sólo haber sido ignorado o menospreciado, vengará terriblemente todas estas injurias; pues su regia dignidad exige que la sociedad entera se ajuste a los mandamientos divinos y a los principios cristianos, ora al establecer las leyes, ora al administrar justicia, ora finalmente al formar las almas de los jóvenes en la sana doctrina y en la rectitud de costumbres »  
 
S.S. Pío XI: Quas Primas (1925)

  

Para honrar al Rey de Reyes en su Auctoritas sobre las dimensiones temporales que nos ha tocado vivir peregrinaremos el domingo 25 de octubre al convento de clausura del OASIS de Jesús Sacerdote, en el camino de montaña de Argentona a Dosrius (puede consultar la ubicación aquí).



Salida a las 08:30 bien desayunados desde Argentona. Subida al convento con el estandarte de Cristo Rey, Santo Rosario y cánticos de alabanza a Quien tiene la ley. A las 11:00 Santa Misa cantada. Después aprovecharemos para almorzar en la montaña e iniciar la bajada. Hora prevista de llegada a Argentona 13:30. 

Si las condiciones climatológicas no nos son adversas la subida no tiene excesiva complicación, más allá de algún tramo de cierto desnivel. 

Para entrar a Misa debemos cambiarnos el calzado, pues es más que previsible que algo de barro arrastremos: el camino es muy cerrado en algunos tramos y siempre hay bastante humedad y niebla a primera hora. 

El almuerzo corre por cuenta de cada uno. Se recomienda venir confesado y preparado para recibir la Sagrada Comunión. 

¡VIVA CRISTO REY!


* Puede contactar con nosotros a través de nuestra cuenta de Twitter @Carlisme_catala o a través del correo electrónico ctradeste@gmail.com (preguntar por la organización regional de la Comunión Tradicionalista en Cataluña).

dimecres, 26 d’agost del 2020

El obispo Caixal, por Arturo Masriera

El obispo Caixal 
(artículo publicado en La Vanguardia el 18/9/1928)

Sus estudios, sus opiniones, sus destierros. — La «Librería Religiosa». — La Seo de Urgel. — Sus obras. — En el Concilio. — Vicario castrense. — Su cautiverio y muerte. 
Retrato y firma del Ilmo. Sr. D. José Caixal
en la obra titulada "Biografía del excelentísimo
e ilustrísimo señor don José Caixal y Estradé,
obispo de Urgel", por D. Vicente Porta y
Vilalta, pbro., canónigo lectoral de Urgel.

Hace cincuenta años era en España este nombre objeto de malévola execración de parte de todos los enemigos de Dios y de su Iglesia. Sin conocerle, sin conceder que fuese a la vez un gran sabio y un gran santo, toda la prensa impía y sectaria, y aun la incolora y anfibia, tejieron una calumnia de lodo y afrenta contra la persona del invicto prelado urcelitano. Su memoria y su vindicación nos la sugiere el Concilio Vaticano, cuya convocatoria y celebración reseñamos en nuestro artículo anterior. Y como el obispo doctor don José Caixal y Estradé tomó parte tan activa y lucida en el mismo, éste es el lugar de dar a conocer con exactitud concisa la silueta insigne de aquel príncipe de la Iglesia.

En el pueblo de Vilosell (Lérida) vio su primera luz, el 9 de julio de 1803. Con felices aptitudes para las letras y ciencias, ingresó en 1815 en el colegio de las Escuelas Pías de Igualada, cursando letras humanas e idiomas, y en el Seminario de Tarragona, la filosofía. Pasó después a la Universidad de Cerrera, en donde recibirá, a los veinticuatro años, los grados de bachiller, licenciado y doctor en teología y en derecho, siendo después nombrado catedrático en la primera de dichas facultades, cabiéndole el honor de tener al insigne Balmes como uno de sus discípulos predilectos. En 1831 faó ordenado de sacerdote, y en 1833 obtuvo una canonjía en la Seo Metropolitana de Tarragona. Su modestia, su amor al estudio, su caridad y su bondad, fueron notorias y apreciadas de todos sus contemporáneos. Murió el rey Don Fernando VII, y el arzobispo de Tarragona, doctor Echanove, junto con el canónigo doctor Caixal, fueron desterrados a Mahón por sospechas de intransigencia política. Jurista eximio y amante de la verdad y la justicia, Caixal falló en el foro de su conciencia el pleito dinástico que se inició con la muerte de aquel monarca y ha terminado por extinción en nuestros días. [* NOTA NUESTRA: Resulta extraño que el autor ignorase que el legitimismo jaimista (carlista), aunque mermado, seguía existiendo en 1928. Resurgiría con fuerza pocos años después de publicarse este artículo.] Y de Mahón pasó a Berga, en calidad de capellán del hospital militar de aquella ciudad.

Terminada la guerra civil, pasó a residir sucesivamente en Montpellier, Nimes, Montauban y Besanzón, en donde dejó imborrables recuerdos de su actividad apostólica. Allí escribió las más notables de sus obras ascéticas y escriturarias, y mereció que su nombre en la nación veeina fuese estimado y colocado junto al de los Segur, Dupanloup, Leoordaire, Veuillot y Ravignan. Regresó a España en 1846, y volvió a ocupar su silla en la catedral de Tarragona.

* * *

Su celo y su actividad no conocieron límites. Comprendiendo que la primera arma y la más eficaz para la difusión de la verdad es la prensa, fundó, con el venerable arzobispo Claret, la célebre «Librería Religiosa», de Barcelona. Al biografiar al venerable Claret, dijimos en estas páginas haber sido él el fundador de la misma; pero, sin intentar hoy regatearle este mérito, nos hallamos con la documentación testamentaria del obispo Caixal, en que se consigna que «queriendo que dicha institución corresponda a los fines que me propuse al fundarla..., doy a mi expresado heredero la propiedad y todos los derechos que sobre la dicha Librería Religiosa me corresponden». Pudo muy bien el P. Claret tener la iniciativa y el obispo Caixal ejecutarla; como pudieron muy bien deberse a uno y a otro los recursos con que se llevó a cabo la idea. Por ser dos los fundadores, la gloria de la empresa no se menoscaba. De hecho consta que, al morir el doctor Caixal, heredó la «Librería Religiosa» su heredero de confianza, el arcipreste de Seo de Urgel. Muerto éste, la propiedad pasó las vicisitudes y trámites que el curioso hallará fielmente relatados en si opúsculo «Bodas de diamante», insertó en el Catálogo de la misma, de 1924.

* * *

Desde 1852 brilla con singular aureola el hombre del obispo Caixal. El gobierno español lo propone al Papa Pío Pío IX para la sede de Urgel, y es preconizado en 1853 y consagrado en Tarragona el 5 de junio por el obispo Costa y Borras, el arzobispo Echanove y los prelados de Tortosa y Lérida. Ilustró la sede urcelitana con su doctrina, caridad y prudencia. Restauró la Seo, edificó de su propio peculio el nuevo Seminario, dotó un hospital, organizó y clasificó el rico archivo con sus famosos códices, instituyó obras benéficas y culturales y adoptó toda clase de mejoras materiales (alumbrado, telégrafos, carreteras) y trazó un admirable proyecto de canalización del río Segre para intensificar las producciones agrícolas de la comarca. Como príncipe soberano del Valle de Andorra, inició una serie de obras públicas en esta república. Este era el hombre fanático, sanguinario y cruel en que la prensa de antaño se cebó con tan estúpida alevosía.

En 1885 fue desterrado a las Baleares, por haber dirigido, junto con el gran prelado Costa y Borras, una instancia al gobierno protestando de los errores y atropellos que aquél, faltando al Concordato, cometía. Catorce meses pasó desterrado en Mallorca, siendo agasajado y atendido por todo el pueblo, clero y nobleza, como si en aquel varón señalado con el estigma de la criminalidad por un gobierno sectario, se hubiesen juntado todas las prerrogativas del saber, la virtud y el buen ejemplo. Allí escribió su libro «Veni Mecum pii sacerdotis», que alcanzó buen número de ediciones. Restituido, en 1856, a su amada diócesis, trabajó como nunca, y de su actividad dan testimonio sus obras y la mejora de costumbres de sus diocesanos.

* * *

En 1869 asistió, como hemos dicho, al Concilio Ecuménico Vaticano, por expresa invitación de Pío IX. Con los obispos Urquinaona (entonces de Cádiz y después de Barcelona), Monescillo, Cuesta, venerable Claret y los teólogos jesuitas padres Forns y Costa, formó la brillante pléyade de pensadores ilustres que tanto ilustraron aquella augusta asamblea. El gobierno de Prim no veía con buenos ojos la actuación de aquel Concilio, y mucho menos la asistencia al mismo del obispo Caixal, y así, decidió negarle (en nombre de la libertad) sus pasaportes. Pero el prelado de Urgel era, además, príncipe soberano de Andorra, y en calidad de tal fuese allí, y los gendarmes franceses, en lugar de exigirle pasaporte alguno, formaron en columna de honor y le permitieron el libre acceso a Francia. En los archivos del Vaticano se conservan aún las actas de dicho Concilio. De ellas se nos han facilitado copias fieles de cuatro oraciones latinas que el obispo Caixal pronunció ante los padres del Concilio los días 30 de diciembre de 1869 («Quanto studio»), 15 enero de 1870 («Schemata nobis») y 31 de enero («Vereor ne»). Constituyen un tesoro de ciencia dogmática y son un dechado de prudencia, celo apostólico y perfecto conocimiento de la moral y psicología humana. El Concilio aprobó por unanimidad sus conclusiones y las incorporó a sus deliberaciones. El estilo clásico de la más selecta latinidad, la claridad de conceptos y la más incontrovertible lógica, las constituyen en otras tantas piezas apologéticas dignas de los Anastasios, Tertulianos y Crisóstomos.

* * *

Después de la Revolución, lamentó España otra guerra civil. El obispo Caixal, fiel en su puesto de honor, estando vacío el trono, vio cómo las fuerzas de Don Carlos ocupaban Seo de Urgel. Y entonces fue cuando Don Carlos le llamó a su cuartel real de Durango, en 1873, y le ofreció el cargo de vicario general castrense, si el Papa accedía a ello. Y el Papa accedió, y el obispo Caixal, frente a la anarquía que tenía a la nación dividida en tres insurrecciones, además de una guerra colonial, aceptó la bandera de Don Carlos, creyendo de buena fe que era el único caudillo que podía salvar a España. Y hasta el 26 de agosto de 1875, en que Martínez Campos tomó la plaza, permaneció en Seo de Urgel alentando a sus defensores y practicando la caridad con todos. Habíase estipulado en la capitulación que los carlistas saldrían de la plaza con armas y todos los honores militares. Jovellar y Martínez Campos saludaron a Lizárraga, el defensor de la misma; pero al obispo le negaron hasta el saludo militar. Le hicieron prisionero, llevándolo por Puigcerdá y Vich, hasta San Andrés de Palomar, en donde, en un coche, le condujeron al puerto de Barcelona, embarcándole, entre denuestos y ultrajes de la plebe, para Alicante, en cuyo castillo fue encarcelado. Allí estuvo hasta el 6 de abril de 1876, sin que se le formase proceso. Fue libertado y pasó a Orán, primero, a Argel, después, y a Roma, más tarde. Pío IX le abrió los brazos y le bendijo efusivamente. Murió el 26 de agosto de 1879, siendo trasladadas sus cenizas a Seo de Urgel. Hace pocos años el pueblo de Vilosell, donde viera la primera luz, honró espléndidamente su memoria. Pero tal vez el mayor de los homenajes se lo tributó Ruiz Zorrilla al decir en plenas Cortes:

«Si hubiese en España diez obispos como Caixal, la Revolución no podría adelantar ni un paso.» 

ARTURO MASRIERA

dissabte, 1 d’agost del 2020

¡Visca la reacció! (poesia d'Arthur Masriera)

La riuhada s’ha endut sembrats y terres,
No queda un pam sense pedreny fangós,
Pero’l pagés treballa, aplana fanga... 
Y... ¡fa la reacció!

Lo sol d’estiu abrusa, asseca y mata,
No queda ni una flor als branquillons;
Ve la pluja d’agost, que ’ls camps refresca 
Y... ¡fa la reacció!

La neu de la abetosa gela ’ls ossos
Y devalla á les jasses lo pastor,
Y ab tions qu ’espurnejan se rebifa
Perque entra en reacció.

L’ona superba amenassant rugía,
Fins los camins desfeya y trencá ponts;
Ara amansida llunyedana ’s gronxa,
La calma es la reacció.

Si es treball y fruyt nou y aura de vida,
Si es calor y si es pau, calma y repós;
Cridém, germans contra tempesta y gebres:
—¡Que visca la reacció!



Masriera, Arthur: Tretze son tretze: fábules reaccionaries, 1904.

Arturo Masriera - Wikipedia, la enciclopedia libre
Arthur Masriera (Barcelona, 1860-1929)

dissabte, 25 de juliol del 2020

Nuestros mártires: Hno. fr. Bartolomé de la Pasión (José Olivé Vivó), carmelita descalzo y carlista

Hno. fr. Bartolomé de Jesús, de pila
José Olivé Vivó (1894-1936), mártir
Hno. fr. Bartolomé de Jesús

Compañero inseparable del P. Juan, fue en los seis últimos años de su vida, durante su estancia en Lérida, el Hermano lego Bartolomé de la Pasión. ¿Quién era este Hermano? Vamos a verlo enseguida. Nació en la villa de Plá de Cabra, de la provincia de Tarragona, el día 14 de septiembre de 1894, hijo legítimo y único de Magín Olivé Rovira y de Antonia Vivó Montagut. De pila se llamaba José; muchos le llamaban «Pep Truque», que era el apodo de su casa y otros «Pep Talaya» de su madre. Sus padres fueron muy cristianos y piadosos. No se tienen noticias de su primera niñez, pero debió tener buena instrucción primaria, porque sabía bien escribir y entendido en cuentas, que le sirvieron más tarde para el comercio que practicó con acierto.

En su adolescencia —escribe un compañero suyo— era muy animado y entusiasta en voltear las campanas de la iglesia, sobre todo en las solemnidades religiosas (...)
Durante su vida en el mundo fue un católico fervoroso y un entusiasta Requeté con los compañeros de su localidad, entre ellos era el corneta y la sonaba muy bien. Siempre acudía a los «aplechs» tradicionalistas. Su madre quería que cobrara afición con una vecina para que se casaran después —yo concurría allí por una hermana de ella con la cual me casé— pero él los ratos que allí pasaba en su compañía no eran más que para desengañarla con el fin de que tomara afición y afecto al hábito de la Virgen del Carmen y entrara a su tiempo cada uno en su claustro.

En su casa el Hermano se dedicaba al comercio de avellanas y almendras y al decir de Mossén Domingo, que lo trató mucho, era tan certero su buen juicio de comerciante que no le fallaba ninguna partida. Era muy devoto de las almas del Purgatorio; una vez —refiere dicho sacerdote— había hecho no sé que promesa de sufragios y fuese a él muy contento y desfajándose sacó del extremo monedas de a dos pesetas hasta cincuenta para otras tantas misas en sufragio de las almas del Purgatorio, y las fue poniendo una a una en manos de dicho sacerdote, muy contento y alegre. Dicho estipendio era el corriente en la diócesis.

Cuando se entró de religioso contaba ya veinticinco años de edad. Su madre se recogió en un convento de Hermanas en la ciudad de Vich, donde vivió santamente los últimos años de su vida hasta poco antes de estallar el movimiento del 36; muy resignada y conforme con la voluntad de Dios y contenta al ver a su hijo religioso.

Estando en el claustro de Tarragona nos relacionábamos —continúa el mismo compañero— explicándome sus cosas y preguntando por sus ex-amigos. Cuando ya profeso estaba en Badalona, me refería sus facecias y finalmente, al ser trasladado a Lérida, me nombró corresponsal de la revista «Lluvia de Rosas». En una de sus últimas cartas que me escribió ya me anunciaba que se acercaban días de prueba y que estuviésemos preparados.— (Salvador Pamies)

En Badalona cumplió fielmente sus deberes en la portería, en el oficio de comprar en la plaza, en la cocina y en todo cuanto le encargó la santa obediencia, siempre con el mismo carácter piadoso y alegre.

De su actividad en Lérida, cuando los Superiores le destinaron allí para ser el compañero, primero del Padre Adrián y luego del P. Juan en el trabajo de la Revista, nuestras Religiosas Carmelitas que le trataron con frecuencia y en la mayor sinceridad de hermanos, escriben:

En cuanto al Hno. Bartolomé no será fácil decir en pocas palabras los muchos ejemplos de su virtud que pudimos notar en él. Su espíritu de sacrificio y abnegación era tan grande que sabía, al par que nuestra Santa Teresita, ocultar sus cualidades e inclinaciones naturales, para hacer resaltar a los demás y esparcir buen humor y felicidad en torno suyo. Amaba en Dios muy de veras a sus hermanos y hermanas de hábito y éste era precisamente el campo de su cosecha de sacrificios y abnegaciones. Por una parte se esmeraba en complacernos, sin perdonarse nada, ya sea sacándonos de todos los apuros en que pudiéramos encontrarnos, y por otra era ingenioso en inventar mil recreaciones y piadosas sorpresas para alegrarnos las Pascuas y otras festividades, sin que por ello dejara nunca de cumplir con gran puntualidad y esmero, no sólo lo que estaba obligado por su profesión religiosa, sino mucho más por su mucho fervor. Su amor a Jesús sacramentado era tan grande que, viendo que en casa las visitas le estorbaban estarse grandes ratos con él, los domingos en que teníamos expuesto S. D. M. en nuestra iglesia, se venía a pasar la tarde arrodillado a sus pies, lo cual era para su alma la mayor de sus delicias. Sus deseos de oración y retiro eran tan notables que no pocas veces nos había asustado diciéndonos que ya no podía resistir más, y quería retirarse a algún desierto de la Orden; cosa que sentíamos en el alma, por la falta que había de hacer al P. Juan, pues era su descanso y alivio, ya para sostener la correspondencia, como para la «Lluvia de Rosas», de la cual era el alma. 
En fin, para terminar, repetiremos lo que dijo de él nuestro santo mártir, P. Lucas de San José, quién después de encomiar sus muchas virtudes, acabó con esta expresión: «Nuestro Hermano Bartolomé es una joya». No sé, si habré acertado a decir lo que V. R. deseaba. Creo que los que han vivido con él podrán decir mucho más. A nosotras, en verdad, nos tenía edificadísimas.— María T. de San Ramón. Priora.

Por el mes de agosto de 1928 el Hno. Bartolomé ya estuvo en Lérida, arreglando la casita que se compró frente al terreno, solar del Santuario de Sta. Teresita. En la planta baja, al lado de la escalera, se acomodó el local para una capillita destinada al culto público. El día 8 de septiembre de ese mismo año se dijo la primera misa para el nuevo Santuario de Santa Teresita, y el día 18 de octubre de 1942 dijo el que suscribe la última misa en esa capillita, a las siete y media de la mañana; a continuación n. m. Rdo. P. Provincial, J. Salvador de Jesús María; trasladó al Santísimo Sacramento y previa la bendición del nuevo sagrario quedó reservado. Acto seguido celebró la santa misa de comunión, con una plática preparatoria muy sentida y fervorosa y muy oportuna con gran concurrencia de fieles que casi todos comulgaron.

Como colofón a la actividad en Lérida de estos dos compañeros y fervorosos religiosos que sellaron sus vidas con la sangre de los mártires insertamos aquí este testimonio de quién los trató intimamente.

—Muy apreciado Padre: Conocí personalmente al padre Juan y al Hermano Bartolomé. Quizá mi entusiasmo y admiración por ellos me llevará a hiperbólicas alabanzas, pero intento un ligero esbozo con la mayor objetividad que me permita el apasionado recuerdo de sus personas; podría afirmar, sin temor a equivocarme, que a su preclara virtud de verdaderos santos en la tierra, unían una irresistible simpatía, destacada como uno de los mayores dones, que les permitía captarse a todos cuantos con ellos establecían relación de trato más o menos duradero.
Cuando en el aciago año de 1936 un insistente rumor me dio conocimiento de su muerte, fue ésta tan sentida que en un principio creí se trataba de «un bulo», pareciéndome imposible que hubiera habido alguien que llevase su salvajismo hasta tal extremo. Creía que aún el más perverso de los asesinos, al dirigirse a ellos, debiera haber tenido un instante siquiera de buena inspiración que le hiciese bajar el arma homicida.
El dolor experimentado, al confirmarse la noticia, fue inmenso. Murieron para los humanos, pero en el recuerdo de los que los conocimos continuarán viviendo, y en nuestras oraciones todos los días habrá un emocionado recuerdo para aquellos dos santos. 
Estoy seguro que la Santita con la bondad inagotable de su amor habrá premiado con creces los desvelos y trabajos que para su mayor gloria y veneración se impusieron. Muchas veces al venirme el recuerdo insistente de sus personas me parece que allá en la gloria eterna los dos sonríen aureolados con la palma del martirio, triunfo que les proporcionaron sus asesinos. «Mas al fin, Sta. Teresita esboza una sonrisa de amor por tener allí quienes le adoraron en la tierra y enseñaron a amarla a muchos que no la conocían. — V. Jauset.

Fueron inmolados el día 25 de julio de 1936 y luego entre innominados fueron recogidos por la Cruz Roja y llevados al Cementerio común donde reposan sus cenizas con otros veintisiete desconocidos. R. I. P. A.


Alejo de la Virgen del Carmen (Padre): "Nuestros mártires" de la Provincia de San José de Cataluña, 1944, p. 152-156

divendres, 19 de juny del 2020

Cristóbal Colón y el carlismo catalán

Cristóbal Colón, aquel gran marino cuyo descubrimiento hizo grande a España, el que permitió la evangelización de un continente, el que hizo posible el dominio de los mares de nuestra Civilización, es hoy víctima del odio sectario de los enemigos de Dios y de España, aquende y allende del mar océano.

Los mismos revolucionarios que antaño hubieran desatado su furor contra los templos, haciendo de Barcelona una gran llamarada sacrílega, no creen ya necesario hacer tal cosa —al menos de momento—, pues saben que desde los púlpitos de la mayoría de las parroquias no se oye más la voz autorizada que debería propagar la verdadera doctrina cristiana. Por eso se contentan hoy con atacar los símbolos y monumentos en que está inscrita con letras de oro la epopeya de nuestra historia española, católica y monárquica.

El monumento a Colón de Barcelona, símbolo emblemático de la ciudad, corre peligro. Podrá parecer inimaginable que la izquierda separatista logre su demolición, pero torres más altas han caído y los monumentos no se defienden solos, como hemos visto infinidad de veces.

Construido en 1888, durante la Exposición Universal de Barcelona, este bello conjunto escultórico fue obra del arquitecto y militante carlista Cayetano Buigas, combatiente por Don Carlos VII en la cruzada española de 1872-1876 y primer jefe de los Requetés de la provincia de Barcelona en el año 1919. Representa el momento en que nuestro navegante fue recibido por los Reyes Católicos en la ciudad condal tras su regreso de las Indias.

Su inauguración tuvo lugar en el marco de los actos por el IV centenario del descubrimiento de América. Precisamente el día en que se conmemoraba tan gloriosa efemérides, el 12 de octubre de 1892, el diario carlista EL CORREO ESPAÑOL publicó un número especial con la colaboración de las principales personalidades de la Causa. El entonces jefe regional de la Comunión Tradicionalista en Cataluña, Luis María de Llauder, firmaba las siguientes líneas:


¡HABLA, COLÓN! 

Y diles á este menguado siglo XIX y á esta desmedrada generación lo que fueron los siglos XV y XVI, y los hombres que hicieron de España la primera nación del mundo.

Desde lo alto del monumento que la historia y el voto de todas las generaciones te han levantado, diles que sólo pensando en Dios, pidiéndole luces y esfuerzo, amando á los hombres como hermanos, es como se acometen las grandes obras que marcan un paso de gigante en la empresa de la civilización de los pueblos.

Pídeles cuenta de tus conquistas y de los beneficios que produjo tu atrevido pensamiento; muéstrales con mirada severa el resultado de su nefasta rebelión contra Dios, y señala con el dedo los dos siglos, el de oro, en que viviste, y el de barro, en que han convertido á la España moderna borrando el nombre de Dios de la civilización actual para sustituirlo con el culto del hombre con todas sus malas pasiones...

Pero tranquilízate, ¡oh gran Colón!; la España católica que tú conociste vive todavía, aunque esclavizada por los que hoy dicen festejarte, cuando lo que buscan á la sombra de tu nombre es la ostentación, el placer y el negocio; y esta España católica volverá á ser dueña de sí misma.

Y acepta los homenajes que esos hombres funestos te dedican como tributo que á la verdad y á la virtud prestan el error y el remordimiento.

El Correo Español, 12 de octubre de 1892
(edición especial por el IV centenario del descubrimiento de América)

dimecres, 17 de juny del 2020

Caballeros del Ideal: D. Esteban Isern Serret y su hijo D. Joaquín Isern Fabra

Vivió como ferviente católico y abnegado tradicionalista... Así entregaba su alma a Dios tal día como hoy, 17 de junio de 1930 con la serenidad de los escogidos, a los setenta y dos años de edad, nuestro entusiasta correligionario don Esteban Isern Serret.

Esteban Isern Serret (1858-1930)
Había nacido en Prullans (Lérida), enclavada en la Cerdaña española, el 10 de febrero de 1858.

A los diez años ingresó en el Seminario de Seo de Urgel, a la sazón bajo los auspicios del eximio Caixal, de tan gloriosa memoria para los Cruzados de la Tradición. Hallábase en el cuarto curso de sus estudios cuando estalló la guerra carlista en Cataluña.

Él —hijo y nieto de quienes habían luchado en la defensa de Puigcerdá contra el Ejército realista, durante la primera campaña— se abrazó con tanta fe y abnegación a la Bandera católico-monárquica que, dejándolo todo, se sumó a las fuerzas leales del Principado. Alistóse en febrero de 1872 como soldado en el primero de Lérida, siendo el más joven de su compañía, y fue destinado a la frontera con objeto de recibir a S. A. R. el Infante Don Alfonso de Borbón y de Austria-Este cuando pasó a la Península en compañía de su augusta Esposa. Incorporóse al nuevo Batallón de Zuavos y en él militó hasta que se extinguió, llegando a obtener los galones de Sargento. Cuando el general Cabrinety lanzó el ultimátum a los Infantes, intimándoles a que repasasen la frontera, si no querían ser perseguidos a muerte, nuestro biografiado les siguió por el territorio, sufriendo con ellos todo género de calamidades, hasta que la victoria de Alpens disipó las bravatas enemigas; asistió al solemne acto de la jura de los Fueros de Olot; pasó el Ebro; tomó parte en el asalto de Cuenca, y luchó en las gloriosas jornadas de Vich, de Igualada, de Manresa, de Caserras, de Castellar, de Vendrell y de otras muchas reñidas acciones.

Retirados los Infantes de Cataluña, pasó al quinto de Lérida, en cuyas filas hizo el resto de la campaña. En los días aciagos de diciembre de 1875 penetró en Andorra y emigró a Francia con algunos compañeros de aquella epopeya que puede contar las victorias por el número de sus batallas. Como dato curioso, digno de mención, apuntaremos que mientras él sostenía tan valerosamente la Causa tradicionalista, un hermano suyo defendía ideas contrarias desde las filas de los cipayos.

En Francia, vivió recluido en lugar fronterizo a fin de no ser internado, pues, al presentarse al lar hogareño, no se le quiso recibir (*); mas, al fin, vuelto a los suyos, se dedicó a la vida del agro, cuando apenas contaba diecisiete años de edad, hasta que, al cumplir la del servicio de las armas, las tomó con entereza, no sin antes rogar a su familia que no le desviase del camino que la Providencia le señalaba. Terminado el servicio, obtuvo con extraordinario aprovechamiento y calificaciones de sobresaliente los títulos de Maestro superior y normal.

Fue maestro de Ribas de Freser a los veintiséis años y dos más tarde, tras reñidas oposiciones, de Barcelona, desde donde habiéndola ganado en brillante lid, pasó a la plaza de Regente de la Escuela Práctica de la Normal de Gerona en cuya ciudad contrajo nupcias con la virtuosísima dama doña Patrocinio Fabra. Fue también Profesor del Instituto de aquella población en las asignaturas de Caligrafía y Teoría práctica de Lectura.

Más adelante pasó, mediante concurso, a la Regencia de la Escuela Normal de Burgos, en donde se captó el aprecio de las primeras autoridades de la provincia con su caballerosidad, su virtud y su amor a la enseñanza; pero el cariño a su país natal le hizo volver a Barcelona, en cuya ciudad se jubiló a principios de 1930 después de cuarenta y cinco años consagrados por entero, con vocación de apóstol, a la enseñanza, en cuyo fecundo magisterio sembró la fe y la ciencia en la mente de numerosas generaciones.

Dios probó el temple de su espíritu varonilmente religiosa, privándole en su ancianidad de la vista para que así, con los ojos del alma, viese más claramente las eternas verdades y dándole una larga y penosa enfermedad para que, soportándola con heroísmo cristiano, hiciese méritos que le conquistasen la vida que no acaba.

La suya en el mundo fue ejemplar. Dejó aureola inextinguible de su bondad, de su virtud y de su competencia entre sus discípulos que, sin excepción, le querían. No conoció enemigos y recorrió el tránsito de esta fugaz existencia predicando la verdad y difundiendo el bien.

Su hijo Joaquín Isern Fabra (1902-1988), entregado carlista al igual que su padre, fue combatiente requeté en la Cruzada de Liberación y alcalde de Parets del Vallés entre 1962 y 1966. Farmacéutico de profesión y piadoso católico, fue además autor de los libros Jesucristo, su proceso ante el sanedrín judío y el tribunal romano (1956), publicado por la Editorial Católica Española de Sevilla (vinculada a la Comunión Tradicionalista), Ponç Pilat. Governador de provincies (1974) y de la tesis doctoral Tutela por los cetros de los Reyes que fueron de la Corona de Aragón y Castilla (1985), sobre la muerte de Fernando el Católico. En sus últimos años fue también impresor, poniendo su imprenta al servicio de la Causa.

¡Dichosos los que así viven! ¡¡Bienaventurados los que mueren así!!...


(*) Para comprender bien esto, debe tenerse muy presente que su comarca nativa fue rabiosamente liberal, sobre todo su capital Puigcerdá, en donde reinaba un odio terrible al Carlismo. Así ocurrió que de toda ella sólo salieron siete voluntarios de la Causa, los cuales fueron objeto de inexplicable hostilidad al regresar a su país y aun hubo pueblo en que se les recibió a pedradas.

Tomado en su mayor parte de El Cruzado Español (4/7/1930), pp. 5-6

divendres, 12 de juny del 2020

Nunca existió la "coalición carlo-progresista" en la Guerra dels Matiners

La Batalla del Pasteral en la guerra dels matiners o montemolinista
(26-27 de enero de 1849)

Los falsarios de la historia del carlismo han escrito hasta la saciedad acerca de una supuesta "coalición carlo-progresista" durante la Guerra dels Matiners o Segunda Guerra Carlista (1846-1849). Según esta teoría, carlistas y revolucionarios progresistas o republicanos habrían hecho una alianza para combatir a Isabel (II). Pensamos que esto no es cierto. Si bien hubo casos puntuales de revolucionarios acogidos en partidas carlistas (en las que aquellos debían obedecer al jefe carlista y no viceversa), dos autores de peso nos inducen a creer que jamás existió una coalición general de esas características.

El primero de ellos vivió los hechos y, como director del único diario declaradamente carlista de la época, LA ESPERANZA, estaba en contacto permanente con los dirigentes del partido montemolinista y hablaba con conocimiento de causa. Nos referimos al periodista Pedro de la Hoz, quien al concluir la guerra en 1849, escribió lo siguiente (destacamos en negrita las frases que demuestran la animadversión que los carlistas sentían por los progresistas):

Si de alguna manera pudo el ataque dado proporcionar el triunfo al Conde de Montemolín, fué concurriendo con él una de las dos circunstancias con que á juzgar por las proclamas de los primeros caudillos carlistas, contaron sin duda los consejeros del Príncipe, á saber: el pase de las tropas de la Reina Isabel al lado de los agresores, y una cooperacion directa ó indirecta, pero fuerte ó poderosa del bando revolucionario ó progresista. Pero ¿debieron de esperarse estos dos sucesos? Aun supuesta la voluntad de las tropas y de los progresistas, decimos redondamente que no. No el primero, porque, al principio, la repugnancia que naturalmente tienen tropas regladas para unirse á la bandera que llevan cuerpos poco numerosos, sin brillo esterior, y precisados á andar errantes, y después, el compromiso y el acaloramiento que nacen de los combates, le hacian de todo punto improbable: no el segundo, porque los progresistas serán, si se quiere, elocuentísimos, bizarros y virtuosos, pero si no ganaban el ejército, en cuyo caso podian hacer instantáneamente una revolucion completa no menos perjudicial á los carlistas que á la Situacion, eran para la cuenta una suma insignificante ó negativa: insignificante en cuanto, solos, no se sostendrían nada, por su corto número; negativa en cuanto, juntos con los partidarios del Conde de Montemolin, por cada auxiliar que dieran al príncipe proscrito, alejarian de sus filas dos ó diez.

El segundo autor es nada menos que el historiador Melchor Ferrer, quien compuso la magna obra de 30 tomos "Historia del Tradicionalismo Español" (1941-1979), y sobre este asunto arrojó las siguientes consideraciones (las negritas son nuevamente nuestras):

Los sucesos de Madrid y la persecución que sufrieron los progresistas exaltaron a éstos, dispuestos a combatir por todos los medios la Dictadura de Narváez. Tal fué el origen de la campaña, muy corta, que realizaron los republicanos en Cataluña a impulsos del coronel Atmeller (1). Los progresistas, aunque no republicanos, les favorecieron. En Londres, don Salustiano de Olózaga, donde habia llegado expatriado, se puso en contacto con los elementos carlistas. Don Patricio de la Escosura, refugiado en el Mediodía de Francia, buscó también relacionarse con los montemolinistas. Esto fué el origen de que se creyera que existia una coalición carlo-progresista. En efecto, en Londres hubo reuniones a las que asistieron Olózaga y representantes de Don Carlos Luis. En algunas de ellas asistió también el ex-representante inglés en Londres, H. Bulwer, que había sido pasaportado de Madrid, porque Narváez le acusó de ingerencias en la vida interior de España y protección de los progresistas sublevados, y, aunque no se diga, en represalias de la actitud tomada por Inglaterra, favorable a Carlos VI y a los montemolinistas. Pero nada de ello llegó a cuajar. Así dice bien un autor, que justamente en estos detalles demuestra que era progresista, que no existió la coalición carlo-progresista, aunque estos últimos "no esperaban del carlismo mayores persecuciones que los que les agobiaban entonces" (1), de los moderados. Más tarde sí que hubo un convenio tácito que autorizaba a los jefes carlistas el que auxiliaran y protegieran a los que mandaban partidas republicanas y progresistas, ya que al fin y al cabo, todos combatían al mismo enemigo.

Fuentes: 

dissabte, 30 de maig del 2020

Les guerres carlines foren guerres santes

En els nostres dies hi ha molta gent que, per interessos polítics bastards, per odi a la fe catòlica, per una anàlisi marxista o separatista de la història, o simplement per ignorància, consideren que la motivació religiosa no era la principal del carlisme del segle XIX, sinó que aquelles "masses de camperols" —com els agrada definir-los— van fer la guerra en tres ocasions per altres raons, ja fos per defensa dels seus interessos econòmics, per mantenir o recuperar uns privilegis forals o per conservar les seves "maneres de vida" preindustrials. 

Aquest plantejament contemporani és tan incomplet i allunyat del pensament d'aquells homes com el que els liberals solien exposar a finals del segle XIX, presentant l'assumpte com una mera qüestió dinàstica. Afortunadament, testimonis com el de Manel Roger de Llúria, redactor de LO MESTRE TITAS (i, per cert, pertanyent al sector més "catalanista" del carlisme), demostren amb nitidesa la veritable naturalesa de les guerres carlines. Si tants i tants braus catalans i espanyols van oferir generosos les seves vides i hisendes per aquesta causa, no va ser per res més que per un esperit de Croada.

Curiosament, els professionals o aficionats de la tergiversació històrica no solen emprar la mateixa anàlisi per a la Croada espanyola de 1936-1939, que titllen de revolta "feixista" i "reaccionària", quan, en realitat, va ser un alçament popular amb motivacions molt similars a les anteriors guerres carlines i que, de fet, va ser anticipat pels carlins, com ara veurem.

A continuación un fragment de l'article escrit per Roger de Llúria l'any 1900, que té avui més vigència que mai:



❝Las tres guerras civils espanyolas son guerras de Rel·ligió.❞

(…) ¿Eran solsament guerras políticas, purament humanas, las guerras sostingudas per lo may abatut partit carlí durant lo sigle dinou? ¿Eran sols pera destronar á Na Isabel y entronitzar á En Carles; eran sols pera substituhir ab la forma monárquica l'intolerant república, representada per quatre aventurers? ¿No eran més que pera implantar un dret, frente d'una legalitat constituida? ¿No eran més que aixó? ¿Res més? 

No; si las guerras civils espanyoles no haguessin tingut cap altre objecte que 'l de perseguir un fi purament politich, ab tot i ser molt noble tot quant se fassi pera salvar ó redimir un poble de las cadenas de l'esclavitut ab que l'empresonan los tirans que la dominan, declaro ab franquesa que casi trovaría malaguanyadas tanta sanch com se derramá, tant sacrifici com se feu, y tanta vida com s'oferí. Jo crech lealment que las guerras civils espanyolas, sostingudas ab l'or y la sanch carlista, foren guerras santas de Rel·ligió, ab tots los caràcters de tals y sens que ho pugui negar lo qui 's consideri home d'imparcial y recte criteri, il·lustrat ab l'historia verídica dels aconteixements que las precediren y las seguiren, y tenint en compte l'estat rel·ligiós, polítich y social d Espanya en aquells atzarosos moments histórichs.

No m'entretindré en dibuixar sisquera lo quadro trist de nostra patria infortunada en aquells dias de prova; tothom los sab de sobras y 'ls recorda ab horror tothom. Lo que sí diré, sens temor de veurem desmentit per cap persona de coneixement, es, que si 'ls carlistas no 'ns haguéssim mogut de casa, limitantnos á resar en un recó d'iglesia pera que Deu s'apiadés d'Espanya, la Rel·ligió haguera sigut perseguida, las iglesias derruhidas, lo clero assessinat, la fe vilipendiada, lo culto suprimit; l'Unitat Católica esbossinada, la revolució irreductible, l'impietat triunfant, y Espanya entregada, desamparada y sola, á desfeta tempestat, com bergantí abandonat á l inmensitat de las ayguas sens velas, ni pals, ni rems, ni timó.

Las iglesias que quedan en peu, están sostingudas per las bayonetas carlistas; las assignacions que 'l clero cobra, están amassadas ab sanch carlista y si l'Iglesia viu relativament esplendorosa, y la fe nia en los cors, y '1 culto 's conserva brillant, y l'Unitat Católica 's veu atacada sols de modo encubert y no descaradament, y la revolució viu acorralada dins de la gàbia de ferro de sa impotencia, y l'impietat fa companyia á la fera revolucionaria, després del favor de Deu, á nosaltres ens ho deuhen, á las armas carlistas, á las barricadas carlistas, als pits carlistas, á las tres guerras de Rel·ligió per nosaltres y per nostres sacrificis y ab nostra sanch mantingudas.

Be prou que ho saben los sectaris de la Masonería que sempre apuntan á nosaltres sos tiros y sos insults, que sempre 'ns senyalan ab lo dit en piregrinacions y romerías, fins al punt de dir carlistas més que no pas católichs als assistents als actes rel·ligiosos; be ho saben prou los rectors qui son los que omplen las llistas de las societats católicas y 'ls que socorren als pobres en las Conferencias de Sant Vicents de Paul; be ho sap prou tothom á Espanya lo que ferem, lo que hem fet, lo que fem y lo que estem disposats á fer per la causa de l'Iglesia; sols... sols alguns, alguns dels que més agrahits deurían estarnos son los que no ho volen veurer, potser perque 'l brill enlluherindor de las cosas de la terra els hi tapa ab boyras de pols d'or lo sol hermós de la veritat, y 'ns miran ab despreci perquè no repartim credencials ni nombraments, y vivim sols, en l'honrada pobresa de nostras conviccions... ¡Que Deu los ho pagui!

¡Deu los ho pagui! pro sentin aquets il·lusos una vegada més, que 'ls carlistas del any 33, y del 48, y del 72, lluytaren per Deu, moriren per Deu, y per Deu vessaren generosament sa sanch, pesi als transaccionistas y als católichs al ús, desde 'l més humil sagristà á la més alta birreta cardenalicia.

Manel M.ª Roger de Lluria. 

Font: Al cel sian (III): Lo Mestre Titas, 24 març 1900
Vegeu també: Al cel sian (I) i Al cel sian (II)

dijous, 28 de maig del 2020

Antonio Aparisi y Guijarro en el Palacio de Justicia de Barcelona

En el Salón de los Pasos Perdidos del Palacio de Justicia de Barcelona hay un claustro con vidrieras en cuya base hay un damasquinado con los nombres de insignes juristas, catalanes o que desarrollaron parte de su trayectoria en Cataluña.

En las fotografías que reproducimos a continuación se puede ver el nombre del insigne abogado y diputado carlista Antonio Aparisi y Guijarro (Valencia, 1815 - Madrid, 1872).

Siendo de extracción muy humilde, pudo, becado por la Iglesia, sacar la carrera de Derecho y ser uno de los mejores abogados de su tiempo.



dilluns, 11 de maig del 2020

Fray José María Benito Serra, Obispo de Daulia, paladín de la Santa Causa

José María Benito Serra
(Mataró, 1810-Benicásim, 1886).
Se opuso al proyecto pidalino de la "Unión Católica"
y fue determinante para que Ramón Nocedal no
cerrara su periódico EL SIGLO FUTURO.
¡No os desanime, leales a una Comunión santa, el espectáculo de los calamitosos días actuales! Elevad el corazón a Dios: Él os dará consuelos y os infundirá energías para continuar la cruzada que nuestros mayores iniciaron por Él, por la Patria y el Derecho. Apartad vuestro amargado corazón de estos perturbados tiempos, en los que reina la confusión y la inconsecuencia domina, para hacerle palpitar, lleno de recuerdos jubilosos, en las páginas brillantes de nuestra Historia.

En ellas aparecen, con vigoroso relieve, las nobles e integérrimas figuras de Prelados insignes animándoos con su apostólica palabra y su ejemplar heroísmo. Hoy, cabalmente, se cumple el duocentésimo noveno aniversario del nacimiento de don José María Benito Serra, orgullo de España, gloria de la Orden de San Benito y celoso propulsor de las Misiones de Australia. Obispo de Puerto-Victoria y Auxiliar y Administrador apostólico de Perth con el título de Obispo de Daulia, perdió allí su salud por la salvación de las almas y regresó a su país, en donde, a impulsos de su fe inconmovible y de su encendida caridad, fundó el Instituto de Oblatas del Santísimo Redentor el 2 de febrero de 1870. Lleno de virtudes sublimes, falleció como un santo en el desierto de Las Palmas, cerca de Benicasim (Castellón) el 8 de septiembre de 1886.

Paladín ardoroso de la Bandera tradicionalista, cúpole en suerte administrar las aguas bautismales a nuestro Rey y Caudillo Don Jaime de Borbón.

Nació tradicionalista, vivió tradicionalista y tradicionalista cerró los ojos en la tierra para abrirlos a la radiosa e inextinguible luz de lo Alto. «En casa del Marqués del Busto, en Madrid —escribe uno de sus biógrafos— tuvimos el honor de conocer a aquel ilustre Prelado a poco de fallecer don Alfonso (XII). Fuimos a visitarle, cumpliendo encargo que el entendido y bravo General Marqués de Berriz, último Ministro de la Guerra de Carlos VII, nos dio para él: se trataba de ver si sería posible y oportuno combatir con las armas en la mano a la Regencia de Doña María Cristina, y nunca olvidaremos lo animoso del espíritu de aquel venerable anciano y el afecto con que nos bendecía en aquellos días en que hasta hubo quien soñó con que nos jugáramos la vida en las propias calles de Madrid.»

¡Oh. cruel mudanza de las cosas! ¡Oh, triste diferencia entre ayer y hoy !

Tomado y adaptado de El Cruzado Español (9 de mayo de 1930)

divendres, 3 d’abril del 2020

Josefina Comerford: Una heroína difamada de la Santa Causa

Tal día como hoy, un 3 de abril del año 1865, moría en Sevilla D.ª Josefina Comerford, condesa de Sales, una gran heroína realista, defensora del Altar y del Trono, que participó en la Regencia de Urgel (1822) y organizó, animó y financió después a los realistas apostólicos (precarlistas) en la Guerra dels malcontents (1827). Fracasada esta última insurrección contra el despotismo preliberal de la Década Ominosa (así llamada por los liberales, aunque fuesen éstos los mayores beneficiados durante la misma), Josefina Comerford fue apresada y recluida en un convento de Sevilla. No contentos con eso, los liberales lanzarían después contra ella, durante décadas, tipo de insidias y calumnias, encaminadas a desprestigiar la dignísima y heroica figura de esta mujer colosal.

En 1955 Pedro Sánchez Núñez defendió su memoria en un artículo publicado en ABC, que por su interés hemos querido reproducir a continuación:

                                                                 ⚜️ ⚜️ ⚜️

La reciente evocación, en estas mismas columnas, por don Federico Oliván y don Jorge Vigón, de la bella, intrigante y madura baronesa de Krüdener, inspiradora en 1815 de la Santa Alianza, en unión del mesmeriano Nicolás Bergasse, da ocasión para reivindicar la memoria de la heroína española doña Josefina Comerford, muy superior a ella en méritos y virtudes y relacionadas ambas seguramente en la Viena de aquellos días, con motivo del Congreso Diplomático que allí se celebró al ser derrotado Napoleón, y cuyo fastuoso ambiente, aunque idealizado, se reflejaba en la película “El Congreso se divierte”, hace algunos años proyectada con gran éxito.

Una afortunada investigación me ha proporcionado el hallazgo de documentos fidedignos e inéditos que rectifican y desmienten las afirmaciones erróneas y tendenciosas contenidas en la novela histórica y contemporánea de A. de Letamendi titulada “Josefina Comerford o el Fanatismo” (Madrid, 1849). Tanto este autor como don Francisco J. Orellana en la titulada “El Conde de España o la inquisición militar” (Madrid, 1856), a la que pertenece la ilustración que aquí se reproduce, dicen que nació en Tarifa en 1798. Su fe de bautismo, cuya copia autorizada poseo, prueba inequívocamente que vino al mundo en Ceuta cuatro años antes y nos da noticia clara de su filiación.

Su abuelo, padre y tíos eran jefes y oficiales del regimiento de Irlanda, integrado por descendientes de los católicos irlandeses expatriados para librarse de las sañudas y crueles persecuciones de que eran victimas por parte de los ingleses y especialmente en los tiempos de Cromwell. Su abuela paterna, doña Magdalena de Sales, marquesa de Sales, era natural de Annecy, ducado de Saboya, patria y solar de San Francisco de Sales, de quien ciertamente se sabía familiar nuestra heroína.

Este regimiento de Irlanda, del cual era coronel su abuelo paterno, y comandante o sargento mayor, como entonces se decía, su padre estaba constantemente de guarnición en las plazas cercanas al Peñón de Gibraltar, por ser la fuerza de choque que los Reyes de España tenían dispuesta para el siempre deseado ataque y rescate de esa espina clavada en el corazón de nuestra Patria. En el año 1798 fue trasladado el regimiento a Tarifa, y por esto Josefina se decía nacida aquí, quitándose cuatro años y porque le gustaba más esta ciudad legendaria y heroica, en cambio de Ceuta, que sólo era un presidio en aquella fecha. En 1805 presenció casi ante sus ojos el combate de Trafalgar.

En 1808 quedó huérfana y fue recogida, adoptada y prohijada, por su tío paterno Enrique de Comerford, conde de Bryas, quien, a consecuencia de la invasión francesa, dejó de prestar sus servicios en el Cuerpo de Guardias Walonas y marchó a Dublín con su ahijada.

En su casa-palacio fue educada esmeradísimante en un ambiente de exaltado y ardiente catolicismo, rodeada de sacerdotes, que le hablaban constantemente de la alta y transcendental misión a que estaba llamada por su linaje y situación social.

Todos prestan juramento en manos de Josefina.
Ilustración de la historia-novela contemporánea
"El conde de España o la Inquisición militar",
original de D. Francisco J. Orellana. Barcelona, 1856.

                                                                       * * *

Cuando en 1815 había ya florecido su espléndida belleza, fue con su tío a Viena con motivo del congreso Diplomático antes mencionado.

En aquel ambiente, fastuoso y mundano, triunfó plenamente por su belleza, juventud y educación exquisita, y se relacionó con las ilustres personalidades allí congregadas, entre ellas la citada baronesa de Krüdener.

Al morir su tío por entonces, marchó a Roma, aconsejada por sus amigos, españoles e irlandeses, quienes creían que el ambiente de la Ciudad Eterna sería un consuelo y un sedante para sus inquietudes espirituales.

Se encontraba entonces en plena juventud, bella, rica e independiente, y, aunque muy solicitada, no se sentía inclinada al matrimonio ni a sus consecuencias.

Como a Don Quijote se le secaron los sesos con la lectura de sus libros de Caballerías, a ella se le secó el corazón con la de las vidas de mujeres célebres y hasta ese niño dormido que, según el poeta indio, todas llevan en él porque así Dios lo ha querido.

Se sentía por su sangre irlandesa, inclinada a la acción y la aventura y decidió venir a España, su patria, en donde por entonces, 1820, se iniciaba la guerra civil entre absolutistas y constitucionales, atizada bajo cuerda por Fernando VII, su hermano Carlos María Isidro y la esposa de este infante, María Francisca de Braganza.

Así lo hizo, dejando Roma, donde, como un amigo mío, no encontró más que muchas columnas rotas y muchos obispos parados, cosas que a ella no le interesaban, como tampoco las disertaciones eruditas de los personajes que allí trató.

Si Santa Juana de Arco escuchaba sus voces interiores y los mandatos de Santa Catalina y Santa Margarita, a nuestra Josefina la impulsaba el espíritu aventurero y el amor al peligro y a la acción de su ascendencia irlandesa y la voz íntima, mística y familiar de San Francisco de Sales.

                                                                   * * *

Se estableció en Barcelona, en contacto con la Regencia de Urgel, defensora de los derechos y prerrogativas del Rey a quien creían secuestrado por liberales y masones y hasta sospechaban que se hubiese iniciado en la masonería.

También se relacionó con los principales guerrilleros y jefes de partidas realistas, entre los cuales se destacaba “El Trapense”, llamado así por haber sido lego de la Comunidad fundada en 1671 por Armaud de Rancé, como él, calavera arrepentido y penitente.

A éste, Antonio Marañón, como el más exaltado, fanático y genial energúmeno, lo tomó a su servicio como edecán o jefe de Estado Mayor de la partida que ella financiaba y de la que se titulaba generala.

Es absurda e inverosímil la idea de que una mujer de tan sólida formación moral y religiosa y de tan exquisita educación cayera en la flaqueza de enamorarse de este tosco y montaraz soldado. Más probable es que fuera él el seducido y enamorado, ya que ella era seductora y que su altivez y dignidad tuvieran a raya al guerrillero de tan azarosa vida anterior.

Juntos asistieron a diversas acciones guerreras, la principal entre ellas, la toma de Seo de Urgel en 21 de junio de 1822, donde por entonces se instaló la Regencia y concedió a Josefina el título de condesa de Sales, distinción refrendada por Fernando VII, en premio a sus servicios a la causa realista.

También unidos entraron en España en 1823 con el duque de Angulema y los llamados Cien Mil Hijos de San Luis.

En 1824 se concedió a “El Trapense” el mando de las fuerzas que operaban en la Rioja, Navarra y Aragón; en esta campana le siguió nuestra heroína en traje de amazona, hasta que fue destituido y recluso en un convento, donde, según el anuario Lesur para 1826, murió en noviembre de ese año. Aun privada de su compañero, siguió conspirando en sentido ultrarrealista y fue vigilada y obligada a residir en Barcelona, alejada de Cervera, donde radicaba el foco de la rebelión que se fraguaba.

Para conseguir el pasaporte del capitán general de Cataluña hace que una criada suya se instale en Cervera y después que los doctores del Claustro universitario la declaren posesa o endemoniada, y con el pretexto de cuidarla logra la autorización que desea, recurriendo siempre, como exige su fogosa imaginación, a medios novelescos.

Una vez en Cervera, organiza, anima y financia el Movimiento llamado de los “malcontents”, alentado en sus comienzos por la infanta doña María Francisca, esposa de don Carlos María Isidro, y acaso también por éste y por el propio Fernando VII.

Al fracasar y ser vencido este Movimiento fueron fusilados y ahorcados los principales jefes, Rafi, Vidal, Saperes, Bussóns, etcétera, y a doña Josefina se la condenó a reclusión perpetua en un convento de Sevilla y se propaló que entre sus papeles se habían hallado recetas que probaban que no era una mujer virtuosa.

La cosa es tan burda, que trasciende a la legua a maniobra policíaca para desprestigiar a esta heroica y quijotesca mujer, que todo, hasta su honor, hubo de sacrificarlo por sus ideales.

Esta insidiosa acusación de la policía fernandina es acogida casi con fruición y regodeo por los escritores del bando enemigo tales como Letamendi, Orellana y otros, pero sobre todo por Cristóbal de Castro, quien en una lamentable novela titulada “La inglesa y el trapense”, lo que hasta el titulo es mentira, puesto que ella era española y él sólo un lego, y acaso ni eso, al final de dicho papel se presenta a esta heroica y abnegada mujer, caída en la miseria y en la abyección, bo­rracha y explotada por chulillos de baja estofa. Este texto y otro del mismo autor titulado “La generala carlista”, o algo así, han sido los que más han contribuido por su baratura y difusión, a la difamación de tan digna y noble mujer, a quien me sien­to obligado a defender de tales acusaciones calumniosas.

En el convento donde fue recluida, en Sevilla, trató de imponer su voluntad, y la trasladaron de uno a otro, hasta que al morir Fernando VII, en 1833, y con mo­tivo de la exclaustración ordenada por Mendizábal, pudo recobrar su libertad y vivió casi oculta en el Corral del Conde, enorme caserón de vecindad que aun exis­te en la calle Santiago, donde intentó verla don Antonio Pirala, el historiador de la guerra civil en 1853. Le dijeron que no estaba en Sevilla (*), y debió por entonces viajar por Cataluña y acaso fue a Irlanda para ordenar y recoger su hacienda abandonada. No hay noticias de ella en esta época. Únicamente en un artículo del señor Mañé y Flaquer, inserto en el almanaque para 1881 de la “Ilustración Española y Americana”, se dice que murió en Montseny haciendo penitencia, sin precisar fecha. Esto no es cierto, ya que en 1863 otorgó testamento en Sevilla y murió en esta ciudad a consecuencia de una pulmonía el día 3 de abril de 1865, en una modesta casita de su propiedad, que he logrado identificar y se conserva en el mismo estado que cuando la vivió nuestra heroína y donde murió a los setenta y un años de edad.

El día de su muerte era Lunes de Pasión y fue enterrada en el cementerio de San Fernando, en la sepultura individual número 527, junto a la pared de la quinta cuartelada.

Así terminó, digna y piadosamente, la vida novelesca y heroica de esta quijotesca y magnífica mujer, que sacrificó abnegadamente toda su vida, hacienda y hasta el honor en servicio de su exaltada fe católica, con renuncia a cuanto por su nacimiento, belleza y fortuna pudo disfrutar en su larga vida.

Un deber de hidalguía y de conciencia me impulsa a publicar este resumen o avance de la biografía documentada que preparo y espero terminar y editar en plazo no lejano con el título de drama de Echegaray “O locura o santidad”.

P. S. N.

Sánchez Núñez, Pedro: «Una heroína difamada». ABC de Sevilla (25 de febrero de 1955), pp. 5-8.


(*) Al respecto, Antonio Pirala dejó escrito lo siguiente:

“No hace mucho tiempo que en un apartado barrio de Sevilla buscábamos la calle del Corral del Conde y en una humilde casa hacia el medio de la calle preguntábamos por Josefina Comerford. Estaba a la sazón ausente de Sevilla, no regresaría en algún tiempo. Nos entristeció esta noticia y hubimos de partir de la ciudad sin haber podido ver más que la habitación de esta mujer extraordinaria, que odia hasta el recuerdo de lo pasado pero que conserva el genio, la fortaleza del alma y el varonil aliento de su primera edad a pesar de sus achaques”