dissabte, 11 de desembre del 2021

Francisco Palau Rabassó y la Peña Ibérica: Españolismo, tradición y deporte en la Cataluña de los años 20 y 30 del siglo XX

Declaración de Francisco Palau Rabassó. Fuente: Documentación privada de José del Castillo Álvarez. Tomada de la obra «Falange, Guerra Civil, franquisme: F.E.T. y de las J.O.N.S. de Barcelona en els primers anys del règim franquista», por Joan Maria Thomàs (págs. 437-449):


Difícil resulta poder precisar cuando la distancia del tiempo ha ido velándolas y tengo que fiarlo todo a mi memoria: único elemento de que dispongo al escribir estas líneas. En este bosquejo, por lo tanto, podré confundir algún nombre y preposterar los hechos de la ilación histórica; más no se me podrá tachar de adulterar la verdad ni menoscabar la rectitud de intención. Citaré nombres de amigos, camaradas y aun de enemigos, que podrán testificar cuanto digo y afirmo. De estos unos han muerto, otros han sido asesinados o han caído en la redentora cruzada; pero dichosamente quedan más que suficientes para avalar mi conducta y mis aserciones. Además pública y notoria han sido siempre mi actuación españolista para que ahora pudiera tergiversarla con adornos superfluos. Vendrell y su comarca, Tarragona, Barcelona. Villanueva y Geltrú. Tarrasa, etc., aun no se ha borrado el recuerdo de mi estancia en ellas, y fácil es indagar cuanto a mi respecta. 

No creo necesario deshilvanar, hebra a hebra, el hilo de mi vida. Supongo bastará que anote los hechos precisos que sirvan de mojón con que estaquillar el camino que he recorrido. Extenderme con minucioso detenimiento sería apartarme del objeto de lo que se pretende demostrar. Ya de por si resultan pesados y fatigosos estos memoriales; pues todo lo pasado pierde interés e intensidad emotiva; sólo el actor, el que lo ha vivido, le concede importancia. 

Tampoco me parece oportuno ni ser yo el indicado para desacatar lo que permanece velado al dominio público. Bien que de algún episodio conocido por su acto de realización externo, apunto algo que haga referencia a mi intervención. 

El orgullo de mi labor patriótica no me ciega con la enfatuada presunción de que sea conocida de cuantos han obrado en este sentido españolista en Cataluña. Por el contrario, soy el primero en reconocer de que es natural que haya muchos de estos que no solo me desconozcan sino que incluso ignoren mi existencia Con este trámite obligado encontrarán datos que les oriente para la revalidación que me justifique, de lo que expongo u de lo que omito, acudiendo a las personas que puedan acreditarlo de manera cierta y positiva, y no porque yo se lo haya referido o porque otros se lo hubiesen contado: y así podrán examinarme de frente, de espaldas, de canto y de través. 

Por lo que me estimo no necesario fantasear mi imaginación, ni la ajena, de lo que soy y de lo que hice. Si hay abrojos en la senda de mi ruta, los he pisado, sabiendo lo que hacía a plena conciencia. Nada me duele ya. El sol, encendido y radiante, que hoy contemplan y alumbra a todos los españoles siempre ha alumbrado para mí.


Francisco Palau Rabassó
(El Vendrell, 1900-1954)


FRANCISCO PALAU RABASSÓ, Ingeniero, de 38 años, soltero natural de VENDRELL, Jura ante Dios y por su honor ser verdad:

Ingresé en la «Juventud de Derechas» en Vendrell en 1910. En 1915 me di de alta en el «Centro Tradicionalista» de la calle Puertaferrisa, del «Requeté» y de la «Agrupación Escolar Tradicionalista» de Barcelona. 

A fines de este año me hallé en el tiroteo que hubo en la calle Hospital y plaza Padró por repartir folletos a favor de la neutralidad, «Lerroux y su obra», a los concurrentes al mitin del «Centro Radical» del distrito V. De nuestra parte resultaron heridos Companys y B. Montagut. También intervino Serres (falangista), Centelles, Mediavilla, Cortés, etc. 

En 1916 a causa del discurso de Cambó en el banquete de los 5000 en el parque Güell, fuimos un domingo a obsequiarle con una pita ante su casa y luego a asaltar el local de la «Lliga» en la plaza Cucurulla. 

Ahondadas las diferencias entre los tradicionalistas partidarios de concertar componendas con la «Lliga» y los adversarios de ella, y a raíz de unas elecciones de Diputados provinciales efectuadas en Manresa, asaltamos un domingo por la tarde el «Centro Tradicionalista» de la c. Puertaferrisa. Se me expulsa del mismo porque se tiró un guardia de seguridad por el balcón; éste me parece se llamaba Carratalá. 

De esta época data mi amistad con M. Masana, F. Farrés, J. Gómez, M. Navarides, Serrés, hermanos Balcells, J. Maristany, M. Fernández, M. Castany, etc., que viven aún, y entre los que murieron o han sido asesinados: J. Aymat, B. Montagut, P. Villamor, E. Rico, P. Mediavilla, N. Costa, etc. 

En el curso de 1917 a 1918 la Escuda Industrial de Villanueva y la Geltrú, tenía acentuado matiz catalanista. En el curso siguiente, a pesar de ser un año de exaltada fermentación autonomista-separatista, me atrevo asegurar que éramos mayoría los estudiantes españolistas. En el curso 1919 a 1920 se fundó el «Ateneo Escolar» del que fui elegido presidente, y en el próximo la votación presidiola el secretario de la E.I. y profesor señor Crusat (catalanista de izquierda) —obtuve casi cinco veces más votos que el catalanista. El resto de la candidatura se votó a parte: ganó también la candidatura españolista. 

Invitado por P. Mestres (ex-consejero de la Generalitat) (en aquel tiempo presidente de la juventud Federal), a una manifestación pro-autonomía, no acepté; pero reuniendo a varios estudiantes y requetés nos pegamos a su cola y contestábamos los iVisca Catalunya Lliure! con ¡Viva España una indivisible!. La manifestación fué decreciendo en número, disolviéndose al pasar frente al «Casal Catalá». Al día siguiente con los amigos del día anterior (E. Sebastián, D. Batet, M. Montes, J. Milá, J. lñigo, etc.) nos estacionamos en la Rambla, dando vivas a España y a Cataluña españolista, y ya no hubo manifestación ni «explosions d'entusiasme». 

Un día que la banda del regimiento de S. Quintín daba un pasacalle, al pasar frente al Casal Catalá, los presuntos Vifredos y Fivallers empezaron a vitorear a Cataluña Lliure, contesté la provocación, acudieron otros en mi ayuda (Gil, Pepito, P. Balada, A. Ferret, etc.) y se armó la consabida zaragata. Hubo de salir la guardia civil y no sé qué caramba pasó que se creyeron obligados —catalanistas y federalistas— a celebrar un acto de desagravio a la bandera catalana, recabando a tal efecto la adhesión de los ayuntamientos de la región. 

Con motivo de que cruzara algunas palabras con el alcalde catalanista (señor Soler), este quería expulsarme de Villanueva. Espontáneamente, sin que yo se lo pidiera ni me lo dijera, intervino el secretario de la E.I., señor Crusat, logrando disuadirle sus propósitos. 

Durante el último curso publicamos un periódico (Juventud) de carácter juvenil y de ataque a los catalanistas. 

Pueden dar fe de mi estancia en Villanueva: J. Grau (Exdiputado provincial), A. Ferret, Alegre (jefe Falange), F. Figueras (profesor de la E.I.), cap. Jover, com. Ramírez, ten. cor. Sobreviela, Foradada, F. Soler y J. Sas (exconcejales), Massó Llorens (exdiputado provincial separatista, desterrado cuando la Dictadura, quien siempre se comportó correctamente conmigo a pesar de entrar a clase con un grueso lazo de la bandera española), A. Sedó y R. Barbat (exconsejeros de la Generalitat), etc. 

En 1920 iba a veranear S. Segui (a) Noy de Sucre, en la playa de Comaruga de Vendrell. El S.U. de esta villa contaba, entre hombres y mujeres, más de mil afiliados. Es entonces cuando reuniéndonos 12 amigos fundamos la «Juventud Jaimista». De estos seis han sido asesinados: Bomsons, Baldris, Ribas, Vidal, Miró, Trayner, y Gibert fué fusilado pero solo lo hirieron y pudo escapar con vida; Barot, murió, y restamos Marqués, Gual, Gálvez y el que esto escribe. 

Con anterioridad se había asesinado a un pequeño propietario-labrador (Nin) y a un albañil (Fasi). En un mitin se instó contra J. Marqués y contra mi. Posteriormente se realizaron dos atentados más; el uno Pablo Padro (últimamente diputado por los rabassaires en el Parlamento de la República) y el otro contra un tal Pitxet (en la actualidad lo busca la policía como autor de numerosos asesinatos). Aun cuando resultaron ilesos, sus trajes fueron agujereados por las balas. No había fiesta mayor en los pueblos colindantes que terminaran sin riña. Ya no vino a veranear el Noy de Sucre en 1922, en que la lucha proseguía firme y enconada: ellos perdieron terreno y crédito; nosotros, afianzándolos. 

De Vendrell huelgan nombres, todos me conocen. 

En la Escuela Industrial de Tarrasa se repitió en 1922 lo que en 1918 había acontecido en la de Villanueva. Así se comprende que el Dr. Martínez Vargas (la Dictadura lo nombró Rector de la Universidad de Barcelona) viniera personalmente a inaugurar el ejercicio de 1923 a 1924, casi al finalizar el curso —recuérdese que en la Apertura de Curso de la Universidad de Barcelona se le silbó, y que los catalanistas amenazaron en repetir la pita si se presentaba nueva ocasión, fuese en la ciudad que fuese. Antes de la inauguración oficial del curso, los estudiantes del último año de ingeniero, fuimos requeridos por el secretario de la E.I., señor Ferré. Para tantear la predisposición de los escolares. A sus primeras preguntas respondile en nombre de los presentes (Calleja, Batet, Contreras, Ors, etc.) que le aseguraba un éxito completo. Y resultó un éxito, no escaseando los vítores ni los aplausos. Tan satisfecho se mostró el Dr. Martínez Vargas que prometió interceder cerca del General Primo de Rivera, para que el próximo año de excursión que realicen los nuevos ingenieros de una E.I. de España a cuenta del Estado, fuera designada la de Tarrasa, pues el de aquel año ya se había dispuesto. La excursión se efectuó. Fué una de las más magnificas que ha realizado Escuela alguna. De ella se aprovecharon varios catalanistas, incluso algún separatista. Yo ya había terminado la carrera, y fui, como todos los años a veranear, al lado de mis padres, en Vendrell. 

En 1922 publiqué en Tarrasa un semanario tradicionalista: «El Pistolero». 

En este mismo año se me encargó la organización de los «Grupos Esportivos Iberia» de Tarrasa y de Vendrell. 

En las elecciones de diputado a Cortes de 1923, los catalanistas pagaron 5000 ptas a los «G.E.I.» para que, a Batet y a mí, se nos ordenase salir de Tarrasa el día de la votación, desde las 7 de la mañana a las 4 de la tarde. Después de cenar salimos a la calle con varios requetés a contrarrestar las manifestaciones en que se daban gritos no gratos hasta hostiles a nuestra Patria. Aquella noche el celebérrimo «escamot» Samper (a) Caratallat, el esporman que llevó la pluma de oro a S. Sebastián para que D. Niceto firmarse el «Estatut» tuvo que quedar a dormir en un bar de la calle de S. Pedro. 

Pueden dar fé: Playa, Canals, Tremps, S. Farré, A. Oliva, G. Querol, Hernández, Pujadas, Dinarés, Fitó, F. Belda, Cadafalch, Parés, Abad, J. Ferrer, Solsona, etc. 

A principios de 1923 en una conferencia de Martí Esteve en el centro de Acció Catalana de la calle Cazadors, y en el cual acudimos unos 20 tradicionalistas (A. Oliveras, Rico, Batet, Costa, Querol, Gómez, etc.), se produjo el gran escándalo al decir el conferenciante: «los catalanes no debemos admirar a los irlandeses, sino imitarlos». Todos los presentes, venidos a buenas razones, gritaron ¡Viva España!; siendo, desde luego, Ventura Gassol, Martí Esteve y Matons, los que mas veces tuvieron ocasión de repetir tan altisonante y hermosa frase. 

Recuerdo palabras exactas, entre otras, que dije en catalán a Ventura Gassol: «Mi educación me priva de que insulte a tu madre, pero si hay otras que te hagan tanto daño te las das por dichas, o si no te las inventas». Al acudir la policía —que ellos fueron a avisar—, todos los émulos del alcalde de Cork, no soltaban una palabra en catalán ni por casualidad. 

En 1923 se funda la «Peña Deportiva Ibérica». 

Al advenimiento de la Dictadura recibí orden de movilizar a los «G.E.I.» para ayudar en lo que fuere necesario a su implantación. 

Fué designado el capitán de artillería López Gatell, Delegado gubernativo de Vendrell. Se hizo amigo del grupito catalanista, so pretexto de que había que atraer a los de la acera de enfrente. No simpatizamos. Más tarde desterró a dos caracterizados españolistas: Serra y Olivé, este último director del semanario derechista «El Vendrellense», único de los tres que aparecían en la localidad, que se publicaba en castellano. También amenazó hacer lo propio conmigo. En 1934 este López Gatell fué condenado a cadena perpetua por los sucesos del 6 de Octubre, como segundo de Pérez Farrás. 

En 1924 publicamos «La Lucha Deportiva». 

En 1925 recibí orden de movilizar a los «G.E.I.». Así lo hice e inmediatamente me trasladé a Barcelona para estar cerca del Junta de Mando. Pero al tener confidencias de que íbamos conchavados con Maciá, Barriovero, la «Lliga», Vidal y Barraquer (confabulaciones en las que Roca Caball, cada dos por tres, durante un tiempo, embrollaba a los tradicionalistas catalanes); al enterarme, pues al instante recabé mi libertad de acción y advertí que los grupos de mis amigos saldríamos, pero que, desde luego, sería para pasar a degüello a los grupos de Maciá» este era, al parecer, quien debía comandar los grupos ajenos a los de «G.E.I.». A los pocos días renuncié a mis cargos y me retiré de la disciplina del partido Tradicionalista. 

En aquel tiempo, y a raíz de los anteriormente manifestado, es cuando induje a varios amigos (López, Batet, Orá, Abad, Correa, Poblador, Sebastián, Valderrama, etc.) a hacernos con la «Peña Deportiva Ibérica» cambiar el nombre en «Peña Ibérica» y extender a más amplios horizontes su actuación. 

Data también de esta época que al Inspector Inestrillas le avisé de que la gente enviada a Francia para espiar y vigilar los manejos de los separatistas, había algún elemento del cual se tenia que desconfiar. Más tarde hecha la misma advertencia a R. Sales, a los pocos días me contestó que el general —Martínez Anido—ya se habla enterado y que habían resultado ciertas las sospechas. 

En 1926 o 1927 un aeroplano francés cayó cerca de Masllorens. El chofer de Vendrell A. Romeu, fué a recoger a los pilotos y llevarlos al campo de aviación de la compaña francesa en Barcelona. Se sorprendió al ver que al quitarse el mono vestían el uniforme de comandante y capitán del ejercito francés, dándose cuenta de que el envoltorio que habían retirado del avión y llevado consigo, era una máquina de fotografiar. Se lo escribí al General Primo de Rivera. A las 48 horas se personaron las autoridades en el lugar del accidente, comprobando la denuncia en todos sus extremos. A los pocos días publicose una disposición sobre los vuelos. No había transcurrido muchas semanas cuando un aparato francés aterrizó en la prov. de Alicante; detenidos sus dos ocupantes, resultaron ser dos militares franceses. 

Tampoco puedo precisar la fecha, puestos de acuerdo varios amigos (Callao, Gual, Botinos, Batet, Gual Guixens, Abad, Melchor, etc.) para derribar la estatua de Casanovas, nos encaminamos la noche que media entre la del uno al dos de Mayo al lugar en donde se erigía. No pudimos realizar nuestro proyecto, pues junto a la estatua había apostados unos veinte guardias de seguridad; también estaban tomadas las bocacalles que daban acceso a la plaza. Nada nos dijeron al vernos pasar con cuerdas, varillas, etc. Alguien (y este «alguien» me reservo su nombre) inconscientemente debió hablar con quien no debía. «La Noche» del día siguiente se ocupó de este intento que, al fin, ha sido realizado al entrar el invicto Ejercito Nacional en Barcelona. 

Cuando lo de Prats de Molló, G. Querol (recién llegado de Paris, Marsella y Toulose) me puso al corriente de los manejos y propósitos de los separatistas, que residían en Francia. Avisamos al inspector Inestrillas, quien tomó nota y fué a comunicarselo a sus superiores sin pérdida de tiempo. A los cuatro días es cuando intentaron realizar sus criminales deseos. Ignoro si las autoridades de entonces dieron crédito a lo que se les advirtió con la debida antelación. 

En 1927 la «Peña Ibérica» decidió publicar «La Verdad Deportiva». En este semanario publiqué una serie de artículos en que ponía al descubierto la labor subrepticia de los separatistas catalanes. En uno de los cuales especificaba los trabajos de Maspons y Anglasell en Ginebra y la conferencia que dió en Moscú. En otro, la relación que existía, por mediación de A. Nin, entre los sucesos de Maciá con los Soviets; en otro, los conventículos que en el chalet que el «Centro Excursionista de Cataluña» posee en la Molina, celebraban Ventura y Gasol con otros caracterizados separatistas, que ni siquiera eran socios del mentado «Centro Excursionista». Recuerdo que este último nos valió una fuerte reprimenda del entonces Gobernador Civil, negando fuera cierta. Ya implantada la República, Ventura Gassol, desde un balcón de la Generalitat, se vanaglorió de ello. Todos estos artículos fueron censurados, a pesar de lo cual algunos se publicaron. 

En un articulo aparecido en la página que intitulamos «Nosotros» de «La Verdad Deportiva», declarábamos que los de «Peña Ibérica» éramos fascistas. 

En el mes de Mayo de 1929 el señor Bau (jefe de U.P. de la prov. de Tarragona) me ofreció la jefatura de Vendrell y su comarca, nombrándome alcalde y que designara a los concejales. No acepté su ofrecimiento. 

Por este tiempo me hice del «Somatén». Si bien no se me dió de alta hasta mucho después; una noche, cuando cenaba, me trajeron el carnet, licencia de arma corta, y no se cuantos papeles más, con la orden de que inmediatamente me personara en el local, pues habíamos de salir para montar un servicio. De cincuenta y tantos que éramos de la Ronda ambulante, solo nos presentamos seis; de estos, otros dos se les había llevado el carnet aquella misma noche. En Agosto de este año vino a visitarme el señor Fuguet (entonces Vicepresidente de la Diputación Provincial de Tarragona) para que aceptase el cargo de Diputado provincial por aquella provincia. Tampoco acepté su amable distinción.

Nos acercamos al año 1930. Caída de la Dictadura. Cambia por completo el panorama político de toda España, pero en particular en Cataluña. Banderas catalanas —por más que no las viera el general Berenguer en su viaje a esta— y banderas separatistas. Las gentes se sitúan o amoldan a la nueva norma política. La censura me tacha un articulo que debía aparecer en «La Protesta», en el cual contestaba y rebatía el libro de Cambó «Per la concordia». Sin embargo, en aquellos días se publicaron otros en «La Batalla», «L'hora», que llamaban ladrón a Cambó y le dirigían otros epítetos parecidos. 

La «Peña Ibérica» traslada su domicilio a la plaza Universidad y su primer acto es izar la bandera española. Despedida al general Barrera. Colisión con los de «F.U.E.» en el teatro Novedades en un festival que tomaban parte los coros de la «F.U.E.» gallegos y Sbert. A toda prisa nos hacemos socios de la «U.P.» del distrito V para evitar que se adhiriese a la «Lliga». Doy una conferencia en el local de la «Peña Ibérica» afirmando nuestra naturaleza de españoles y nuestra voluntad inquebrantable de serlo y que para ello, si era necesario, aceptaríamos la lucha, fuera lo que fuera y aunque tuviéramos que salpicar de lodo. Se me expulsa por indeseable del «Somatén», cuyo jefe de distrito era el conocido librero y caracterizado liguero Puig Alfonso —exconcejal del «Lliga» y volvió a serlo del primer ayuntamiento nombrado por la Dictadura. 

Visita inopinada y reservadamente «Peña Ibérica» al Canciller del Consulado de Italia. Una comisión de «Peña Ibérica» pasa a saludar al cónsul del país amigo, quien los agasaja y los presenta al personal del consulado. 

Viene Albiñana, acudimos a recibirle. En nuestro local pronuncia un discurso de exaltado patriotismo. 

Sublevación de Galán y García Hernandez. En esta ocasión las dos únicas representaciones que acudieron a ofrecerse a Capitanía General, fueron «Peña Ibérica» y «Sindicatos Libres»— pasada la tormenta se cursaron innumerables telegramas pidiendo el sitio de honor

La «Lliga» hace campaña demagógica. Conferencia de Roda Ventura en el local de la «Lliga» de Gracia contra la Dictadura. Terminó a silletazos, siendo detenidos tres ibéricos (Gual, Pastor y Amat). 

«Peña Ibérica» acuerda apoyar todo acto españolista, sea el color político que fuera. 

Campaña electoral. «Peña Ibérica» acuerda dar un Mitin en que la entrada fuese libre (recuérdese que entonces todos eran por invitación), para afirmar pública y categóricamente, nuestra condición de españoles. En todo aquel período, febril y agitado, solo «Peña Ibérica» fué la única que levantó la voz para enaltecer y honrar el nombre de España. Al advenir la República el primer local que asaltaron las pandillas de bigornios fue el de «Peña Ibérica». Era una turbamulta que dirigía el cap. Miranda. El miércoles o el jueves de aquella semana vino a buscarme el coche de la Gerencia a la cantera y me trasladó a las oficinas de Barcelona. En el despacho hallé a D. Pablo Martínez, Julio Milá y a mi hermano Salvador, proponiéndome casi imperativamente, que emprendiese un viaje por el extranjero. Me negué en absoluto, puesto que consideraba entonces más que nunca debía permanecer en Barcelona. 

Envío a Batet a entrevistarse con el señor Pascual —éste era ibérico y había sido secretario político de Morales Pareja— para ofrecer al partido Radical que si nos acompañaban 50 de sus correligionarios, los de «Peña Ibérica», íbamos a asaltar la «Generalitat» (recuérdese que aquellos días regía la república catalana). 

A últimos de Abril, a las diez de la noche, suben a la cantera el teniente, el sargento y cinco números más de la guardia civil (de estos algunos vuelven a estar en el puesto de S. Feliu) para registrar la casa en que vivía, las oficinas, etc. Se marcharon a las cuatro de la madrugada. A últimos de Abril de 1931 nos reunimos en mi domicilio de Barcelona, Ponz, Correa, Belén, Salvado, y Catalá de Besi, constituyéndonos en Comité Revolucionario de «Peña Ibérica» Aconsejamos a los ibéricos se hagan socios de alguna entidad —ya sea política, cultural o de recreo—, al objeto de extender nuestro radio de acción. 

En Mayo con J. Bertrán y Güell y Bosch Labrús, formamos la «Junta Revolucionaria» de Barcelona. 

Considerando conveniente la creación de un instituto obrero, de acuerdo con Bertran y Güell, fundamos la «Federación Obrera Catalana». En representación de «Peña Ibérica», forman parte de la junta, Correa, R. y J. Valderrama, Pastor, Peña y Salvador. Por la actuación equivoca de algunos elementos hacen dimisión de sus cargos al cabo de algún tiempo. 

En Septiembre de 1931, celebramos una reunión en el «Mina», presidida por el Marqué de Esquilache, en la que acudieron el Conde Vallellano [sic] (hermano del Conde Rodezno) y otro tradicionalista —creo se llamaba Borrás y que era valenciano—, J. Bertrán y Güell y Bosch Labrús por los alfonsinos; y Sabadell y yo por «Peña Ibérica». Tres condiciones formulé, que fueron aceptadas por unanimidad: 1.° Que el día del Alzamiento, todos los paisanos tenían que salir a la calle con fusil; 2.° Que a cuantos interviniesen se les daría empleo o colocación, y que se les haría considerar, en donde entrasen a trabajar, como de los más antiguos; y 3.° Que a las familias de los que resultasen muertos o malheridos, se les proporcionaría un medio de vida decoroso. 

Se constituye una nueva «Junta Revolucionaria» presidida por Irahola. Entre otros la integran: J. Bertrán y Güell, Bosch Labrús, Llanas de Niubó, Poblador, Sabadell, Ponz, y yo. A principios de 1932 la representación de «Peña Ibérica» (Ponz y yo) nos declaramos incompatibles con Juan Sabadell y explicamos las razones que nos obligan a tomar tal determinación. 

Fort va a Madrid, y le exponen que es necesario atentar contra una alta personalidad para que el Movimiento se produzca. Bel viene de Madrid acompañado de dos delegados. Nos apremian para que activemos la organización, y de que necesitaran 4 o 5 «hombres bien dispuestos» para que fueran a Madrid. Les aconsejamos que visiten a Irahola y Bertrán y Güell, al Comandante Mandolell y Poblador, y al Conde de Vallellano [sic] y Félix Oliveras. 

Al regresar de uno de sus viajes a Madrid, Fort nos pregunta: «Cuánto necesita «Peña Ibérica». Le respondimos: «Nada, solo órdenes». En alguno de sus viajes se lleva «hombres bien dispuestos». 

Se me llama urgentemente estando en la fábrica. Acudo con Bel a la calle Sepúlveda, en la casa en que residía Baratech. En una habitación estaba la señora este y J. Gascón limpiando de 40 a 50 pistolas oxidadas. En el comedor Fort y Baratech. El primero de los cuales me dijo: Los únicos grupos que se avisan los de «Peña Ibérica» y estos debían estar preparados para obrar en el término de 48 horas. Ante la premura del tiempo y de las pistolas oxidadas (siempre se nos había prometido buen acopio de ellas y de la clase llamadas ametralladoras como asimismo bombas de mano etc.) expuse algunas objeciones. Contestándome Fort «Arréglatelas como puedas, pero hay que asaltar la Generalitat tan pronto salgan las tropas a la calle. Cuando sepas quien me ha encomendado que trasmitiera esta orden no pondrás ningún reparo. Ahora no te digo su nombre porque no tengo su consentimiento, pero esta noche es fácil pueda decírtelo». Por la noche me dijo su nombre: General Barrera, quien se hacía cargo del Movimiento en Cataluña. Lledó nos trajo algunas pistolas más, estas en buen uso y ofreció su concurso y el de sus amigos. Antes de cenar celebramos una reunión (Correa, Maristany, Pastor, Mota, Catalá de Besi, Peña, Valderrama, etc.). Requerido Poblador se mostró desde el primer instante dispuesto a todo lo que fuera menester. El día esperado cada cual estuvo en su sitio. Era el día que Alcalá Zamora llegaba a Madrid de regreso de su excursión a Palma de Mallorca, Sanjurjo aun era Director General de la Guardia Civil. 

¿Por qué no se dió la orden? No lo sé ni he intentado averiguarlo. Creo que los militares retirados por la Ley Azaña también estuvieron movilizados. 

Con motivo del viaje de Herriot a España, escribí la primera hoja clandestina contra el régimen y sus hombres. Se intitulaban «Al Pueblo» y en la página reversa llevaban la poesía de Bernardo Lopéz García «El 2 de Mayo». 

Repásense los legajos de la Comisión de Responsabilidades que vino a Barcelona presidida por Guerra de Rio. A muchos de los comparecientes se les preguntaba si conocían a Francisco Palau Rabassó, presidente de «Peña Ibérica». 

Atentado frustrado contra Azaña. Tres de los detenidos eran de la organización de «Peña Ibérica» (J. Ferrer, Juan de la Manta y Bel). Tres de las cinco pistolas del celebre maletín, eran mías. 

El comandante Jimeno avisa a Catalá de Besi de que «Peña Ibérica» tenga los jefes de grupo concentrados para la noche del 9 al 10 de Agosto. Aquella noche y la siguiente estuvimos en el «Mirza» hasta altas horas, aguardando las órdenes sin que nos llegara una, ni la de que podíamos ir a dormir. 

A principios de 1933 fundamos el «Centro de Cultura Ciudadana». Durante este año se proyecta vengar al teniente de caballería asesinado por Menéndez el día 10 de Agosto. A los comisionados les digo que busquen en otros lugares los «hombres dispuestos». Vuelven a los quince días y celebramos algunas entrevistas, poniendoles en relación con «hombres dispuestos». Estos (Abad y Maristany, este último asesinado) solo piden se les lleve a Madrid y que si mueren que se atienda a su familia.

Por esta época también comparecen otros dos enviados de Madrid. No recuerdo quien les avaló ni como se llamaban (no obstante, me parece que más tarde fueron detenidos en Madrid por prender fuego a una tribuna desde la cual D. Niceto había de presenciar un desfile). Me citan para la noche en el «Patria», más como en la misma hora debo encontrarme con el cap. Despujol, Rato y otro en la «Puñalada» sita en el Paseo de Gracia, encuentro a Poblador y le encargué esta misión. Los planes y proyectos que le propusieron, según me manifestó Poblador, eran cual más desacertado e inaceptables. En Otoño lanzamos a la publicidad el seminario «El Combate», de tendencias netamente fascistas. 

Movilización general para el día de las elecciones —Noviembre 1933— a las 10 de la noche. Se aguarda la orden de ir a posesionarnos de varios centros oficiales. A las tres se comunica con Madrid. A las cuatro se nos manda a ...dormir. 

Se funda «Unión Social Hispánica» y el «Centro de Cultura Ciudadana». Se me requiere para que entre a formar parte del primer Triunviro «Falange Española» en Cataluña. Viene José Antonio a Barcelona y designa: Basas, Santa Marina, Fontes, Claret y a mí. En una reunión del triunviro acordamos cambiar la junta de «Unión Social Hispánica». El día de la asamblea somos elegidos Santa Marina para el cargo de secretario, y yo para el de presidente. El primer acuerdo de la nueva junta es el de adherirse a «Falange Española». En el primer trimestre de 1934 por la fusión de «F.E. y de la J.O.N.S.» entra a formar parte del triunviro, J. M. Poblador y Berenguer. 

Por ciertas discrepancias surgidas en el seno del triunviro, no se imprime a la organización la actividad que es de desear. Se organiza un gimnasio de «F.E.». 

Me retiro del triunviro a causa de las discrepancias. Sigo, no obstante en el cargo de presidente de «U.S.H.». 

Visita «U.S.H.» Gual de Manresa (organizador de la C.E.D.A. en la mentada población) acompañado de Prats (exconsejero de la «Generalitat» después del 6 de Octubre). Nos invitan a que organicemos la C.E.D.A. Desechamos la propuesta. Prats, Tomás, Fernández, y algún otro elemento pide una reunión a la junta de «U.S.H.». Se les concede; en ella también asisten Correa, Rodriguez, Valderrama, cap. Navarro, Ponz, Claret, etc. Prats propone ingresar en la «C.E.D.A.» y que una comisión se traslade a Madrid para entrevistarse con Gil Robles. Después de breve discusión se rechaza la proposición. Se acuerda redacte un manifiesto. 

Repartimos manifiesto de «U.S.H.», en el que nos declaramos: españoles, antidemocráticos, antiparlamentarios, partidarios del régimen nacional-sindicalista, y del estado totalitario corporativo. Recibo confidencia de que el día anterior hablan salido para Madrid, varios sindicalistas, pagados por los socialistas de Madrid, para atentar contra José Antonio. Sin perdida de tiempo se lo comunico a Santa Marina, quien inmediatamente avisó a José Antonio. A los pocos días fué objeto de un atentado el hijo del Luque, confundido con José Antonio. 

Pronuncio conferencia en «U.S.H.» tratando la «Unidad Española» en sus cuatro aspectos: la geográfica, de la raza, la política-social y la espiritual. 

La noche del 6 de Octubre aguardo en casa Benet al cap. Navarro, quien debía pasar a recogerme para ir al cuartel. A las doce de la noche me reintegro a mi casa. A la mañana siguiente me levanté a las seis de la mañana y al salir a la calle me entero de que Companys y demás compiches se habían rendido. 

En marzo o Abril de 1935 entramos en contacto con la «U.M.E.» Designamos al cap. Navarro para enlace de la citada organización. Nos encarecen tengamos grupos preparados para actuar en octubre. Les contestamos que los tenemos para actuar a las cuarenta y ocho horas. Con Segura, Colom, etc. fundamos las «Juventudes Antimarxistas». 

Solicitando por Berenguer y Cebriano, me presentan a Ledesma Ramos. Me expuso los propósitos de la creación de otra organización nacional de carácter fascista, invitándome a cooperar en la misma. Rehusé y de mi parte procuré disuadirle, considerando que era una lamentable equivocación, ya que no era el tiempo el más adecuado para que nos dividiésemos. 

Sale «Presente!». Segura y Giménez me piden que colabore. Así lo hago. 

Durante estos meses hay distintas movilizaciones y aplazamientos. Recogemos fusiles para mandar a Madrid. Doy tres de míos. Elecciones 16 de Febrero de 1936. Todo preparado, previsto y dispuesto. 

Fracaso electoral. Toda la noche en vela aguardando la orden que tampoco llega. Desilusión y amargura. Es entonces cuando escribí las hojas revolucionarias que dirigidas a los «españoles» firmaba «Cruces de Sangre» (con este nombre se encubría el de «Peña Ibérica»). Ya regularmente fueron apareciendo otras. 

Los meses que se sucedieron fueron de intensa actividad. La mayoría de los días de Abril y Mayo, no comparecí a trabajar, Laguasca me dió por tres veces la orden, «esta semana no vaya a trabajar». Inútil que las ordenes de movilización sus correspondientes contraórdenes se repetían cada dos por tres. 

Entrevistas con Mosén Guiu, algunas acompañado de Fort y de Lladó. En una de las cuales me encarece en gran manera a vigilar al «Casino Militar». Las visitas que hacen al citado casino ciertos jefes y oficiales que tienen su destino en Madrid, en especial al ayudante de un general que también está con destino en Madrid. Se encargan de este cometido Ponz, Lemel y el Dr. Bellot. 

Otras entrevistas con el cap. López Varela. En la discusión de un proyecto, me dijo: «no solo es conveniente y necesario que se realice sino imprescindible para que el movimiento sea un hecho». Quedamos acordes. Por nuestra parte nos encargaríamos de uno y otra organización del otro. 

Atentado contra Crespo Moracho. El de Sandino no se realiza. 

Avisé al comandante Mandolell de que había malos informes del camarero que le servía café, en la granja del Paseo de Gracia. También hago llegar aviso a Poblador de que cierto falangista que trabaja en el canódromo de Sarriá, hay quien asegura que es un espía de lo escamots. Siempre que de alguien tuve noticias parecidas, advertí a quien debía hacerlo para que comprobaran su certeza o falsedad. 

El asesinato de Calvo Sotelo colma de exasperación a los buenos españoles. A las cinco de la tarde del sábado, día 18 de Julio de 1936, el cap. Navarro recibe orden de que los encuadrados en «Peña Ibérica», deberán presentarse en los cuarteles de la Vía Icaria y otros al de la Guardia Civil de la calle Consejo de Ciento, entre dos a cinco de la madrugada. Se le advierte que en absoluto, no se ha de decir nada a nadie, hasta que se reciba el santo y seña. 

A las once y media de al noche el teniente Solano viene al «Turia» y me da santo y seña y además 500 ptas para el cap. Navarro por unos anticipos que había hecho. A los 20 minutos comparece Navarro. Viene de «Acción Obrerista» y está cerrado; pasamos por Gracia y un enlace (Juan Guri) nos dice que hacía media hora que se habían marchado, pues el bar se había llenado de «mala gente» y que a Maristany lo encontraríamos en el Kennel de Sarriá. Efectivamente allí está. También encontramos a Paris Gimenez, Dr. Bellot, Correa, Valderrama, etc. Sale el cap. Navarro en coche a transmitir el santo y seña a los demás grupos. Nos encontramos con Poblador, Bosque, Pérez, que tienen que ir al cuartel de Pedralbes. Los guardias de Asalto entran en el Kennel, cachean y detienen alguno. A las cinco me presento en el cuartel de la Guardia Civil, encuentro entre otros al comandante Sobreviela (Hoy ten. coronel), al Ten. Benosa. Subo a una habitación en que hay varios jefes y oficiales. Después el ten. de guardia (ahora detenido con la graduación de ten. coronel de Asalto) nos quería poner de «parapeto» a los paisanos cuando dijeron que la artillería venía atacarnos: luego nos detuvo en el patio, más tarde quería entregarnos a los de la «F.A.I.» cuando vinieron varios coches a buscar municiones, impidiéndolo un cap. de la Guardia Civil. No sé a qué hora era que el comandante Sobreviela nos dió salida a los paisanos. Entre 5 a 6 llegué a casa Benet. Algo mas tarde compareció el cap. Navarro. Me quedé a dormir en casa de Pepito. 

En la noche del 21 al 22, las dos, delatados por F. Delgado, vienen varios coches de la «F.A.I.». Al abrir la puerta ya dispararon hiriendo al cap. Navarro quien rematan abajo en la calle (Aragón, entre Rambla Cataluña y Paseo de Gracia). 

Yo me salvo por verdadero milagro. Me refugio en casa del Sr. Wyrowoy. El 25 de Agosto tengo que escapar nuevamente y me acoge Pepe Montón. Tanto mi familia como los Señores Wyrowoy, procuraron en vano obtener un pasaporte con el cual pudiera intentar pasar al extranjero. 

Me aseguraron que por la provincia de Cuenca era fácil pasar a la España Nacional y con este propósito salgo el 14 de septiembre para Valencia. Todo en vano. He de permanecer en Valencia con la documentación que me prestó José Gumbau Olivar (este es el nombre que usé desde principios de Agosto) hasta el día de liberación, 29 de Marzo de 1939. 

Placa ubicada en la casa que nació Francisco Palau.
En Valencia mi historia es la de tantos perseguidos. 

En el mes de Octubre un tal Martínez me proporciona carnet de la «S.U.R.T.E.F.» por mediación de Don Juan Ros, éste igualmente huido. De este sindicato pasé al de vendedores ambulantes, y de este al de fotógrafos. 

A los pocos días de estar en Valencia llegó a mis oídos de que la Guardia Civil se iba a sublevar. Como en la Pensión Bilbao había un cabo de G.C. aun cuando ignoraba quien era y como pensaba, me ofrecí acompañarle al cuartel y unirme a ellos. Desde entonces nos unió y nos une estrecha amistad. Y hasta que se pasó a los Nacionales estuvimos en constante comunicación. En la actualidad es sargento de Guardia Civil: se llama Bernardo Sanz Colomin. Cuando éste logró pasarse a los Nacionales ingresé en la centuria de Falange del camisa vieja camarada Garnoria. 

No serví en el ejercito rojo, ni trabajé en nada que afectara a industrias de guerra, ni directa ni indirectamente. En Valencia solo trabajé de vendedor ambulante y de fotógrafo, en casa de D. Francisco Costa Salas. 

El día 19 de Febrero de 1939 tuve un ataque de apendicitis en que los médicos me dieron por muerto. Me levanté de la cama el 21 de Marzo. Salí de casa para ir a la peluquería, el 28. El 29 a las ocho y media de al mañana ya estaba en casa de Garnoria (este no me había avisado porque sabía que estaba enfermo pero mi hermano me había dicho que se preparaba «algo»). A las tres de la madrugada me fui a dormir. Al día siguiente entraron las fuerzas del Ejercito de Levante. El día 1 de Abril tuve que meterme otra vez en cama. El día 30 de Abril llegué a esta a las 8 de la mañana. A las 11 me presento al trabajo donde me recibieron con toda cordialidad. 

                                                                                    Barcelona, a 3 de Julio de 1939.
                                                                                        AÑO DE LA VICTORIA. 

¡VIVA ESPAÑA!
        ¡SALUDO A FRANCO!
                ¡ARRIBA ESPAÑA!


dimarts, 14 de setembre del 2021

Víctimas de Olot durante el dominio de los rojos

Imagen tomada de ¡¡Arriba España!! (18/2/1939)


1. José María de Bolós Llavanera
2. Fray Jesús Miguel Girbal
3. Rdo. Félix Farró Vilanova
4. Rdo. Joaquín Bonet Batlle

5. José Puig Pagés
6. Ramón Arqués Masoliver
7. Juan Romero Alcaraz
8. José Darnés Bartrolí

9. Manuel Serra Legares
10. Matías Castañer Fajula
11. Ramón Deu Pinós
12. Sebastián María Ferrer

13. Joaquín Monturiol Sanz
14. Juan Plana Moreu
15. José María Plana Moreu
16. Manuel Sellas Cardelús

17. Ramón Llongarriu Catalá
18. José Guitart Buch
19. José Conill Vilaró
20. Rdo. José Piernau Hospital


21. Pío Torrent Orri
22. José Castañer Fajula
23. Rdo. Juan Codina Ilaguera
24. Rdo. Juan Simón Fábrega

25. Ramón Batlle Figueras
26. Rdo. Joaquín Deu Pinós
27. Rdo. Martín Mir
28. Rdo. Enrique Canadell

Sin fotografía:

Fray Victoriano Díaz Gutiérrez, Capuchino.
Rdo. Francisco Mollfulleda 
Juan Plana Surribas
Mario Boada
Rdo. Ramón Casas Pujades
Rdo. Joaquín Puigdevall Feu





Muchos de estos mártires de Dios y de la Patria eran carlistas. Entre otros, podemos citar a Ramón Deu Pinós (militante tradicionalista) y José Puig Pagés (directivo del Centro Carlista de Olot).

Fuente: Todocolección

Fuente: La Comunió Tradicionalista a Girona (1931-1936)




divendres, 27 d’agost del 2021

Acto de homenaje en memoria del mártir Ramón Parés y Vilasau

El 28 de agosto de 2021 se cumple el LXXXV aniversario del martirio de D. Ramón Parés y Vilasau, el ilustre carlista barcelonés que da nombre al Círculo Tradicionalista de Barcelona. 


Ramón Parés tiene una vida tan heroica y admirable, como desconocida:

  • Es uno de los «12 mártires de la Sagrada Familia de Barcelona» y está en proceso de beatificación.
  • Muy vinculado a Antonio Gaudí y a su Templo Expiatorio, su hermano Mosén Gil Parés era capellán de la Cripta de la Sagrada Familia. Vivía en la rectoría junto a su hermana Consol y su tía materna María.
  • Don Ramon fundó el Círculo de la Comunión Tradicionalista en la ciudad donde trabajaba, el Somatén, y otras entidades carlistas.
  • Concejal y Diputado provincial carlista, por la C.T.
  • Catequista, miembro de hermandad de Portantes de Cristo de la Iglesia del Santo Espíritu (actual catedral de Tarrasa), responsable de los Ejercicios Espirituales de San Ignacio en su parroquia, congregante de María Inmaculada…
  • Tuvo 13 hijos con su esposa, Francisca Sallent. En su hogar se rezaba a diario el Rosario, se practicaba la devoción de los Primeros Viernes de mes, y el Sagrado Corazón reinaba en su hogar.
  • Su hijo Ramón María fue requeté del Tercio de Montserrat y falleció en combate durante la Cruzada.
  • Don Ramón fue secuestrado por los milicianos el 27 de agosto de 1936, torturado, y al día siguiente fue conducido a Tarrasa para un “juicio”: sería asesinado antes de entrar en la ciudad y enterrado en un lugar cercano.
  • Antes de morir, dijo:  «¡Yo muero, pero la causa, el ideal religioso y patriótico por el que he ofrecido mi vida no puede ser alcanzado por el plomo de vuestras balas! ¡La España católica es imperecedera! Mis hijos lucharán por ella y la verán triunfante».

                          ———- 

Con motivo de dicha efeméride, el Círculo Tradicionalista de Barcelona organiza un acto de homenaje el próximo 4 de septiembre con el siguiente orden del día:

12:00 h. Homenaje a D. Ramon Parés y Vilasau en el lugar donde fue martirizado (Tarrasa) con parlamento del historiador Antonio Peña.

13:00 h. Responso y homilía en el lugar donde reposan actualmente sus restos.

14:00 h. Almuerzo de hermandad en una Masía-Restaurante cercana.

15:30 h. En los cafés, parlamentos de algunos miembros del Círculo: Helena Escolano, Víctor Ibáñez, y José Escobedo.

Los interesados en asistir, pueden enviar correo electrónico a: carlismobarcelona@gmail.com

dimarts, 27 de juliol del 2021

Los bárbaros en Tortosa (1936-39) IX - Horrorosa matanza de tradicionalistas

CAPÍTULO IX

Horrorosa matanza de tradicionalistas

Ignoramos si cayó o no en poder de los Comités marxistas ninguna lista de los asociados al Círculo Tradicionalista. Creemos que no, por cuanto se tomaron bien todas las disposiciones para que así no fuera. No podemos imaginarnos tampoco que entre los que concurrían al Círculo hubiera ningún chivato. Sabemos también que ninguno de los jóvenes requetés que fueron violentados por los justicieros y ajusticiadores rojos desplegó los labios para acusar y delatar a ningún correligionario; supieron todos morir como unos héroes, como verdaderos descendientes de los que durante más de cien años sacrificaron vidas y haciendas por el honor y por el triunfo de la Causa. 

No obstante, los que pertenecían al Partido Tradicionalista y estaban inscritos en las listas de asociados al Circulo fueron los que sufrieron mayormente las iras y el furor de los izquierdistas revolucionarios. 

El pariente marxista del correligionario Sr. Verdal dijo verdad al asegurarle que la mayoría o la totalidad de los asociados a dicho Centro serían asesinados, por cuanto de ellos se hizo una horrorosa matanza. 

El cronista recuerda en estos momentos, y ha podido comprobar, que fueron villanamente asesinados los siguientes, en los primeros meses del movimiento; y aun tememos omitamos alguno:

D. Jorge Abad Pérez
» Juan Arasa Puvill
» Pedro Ardit Aragonés
» José Arnau Mola
» Domingo Audi Panisello
» Manuel Beltrán Valldepérez
» Juan Benaiges Nivera
» Luis Canivell Curto
» José Casanova Baiges
» David Catalá Solá
» Antonio Cerveto Riba
» Ramón Albacar Nicolau
» Bartolomé Arbona
» José Ardit Altadill
D.ª Carmen Audí Forés
D. Manuel Bau Vergés
» Adolfo Bellés Ebrí
» Juan Calderó Escurriola
» José Capdevila Nebot
» José Casanova Ferrando
» Enrique Cervera Lleixá
» Luis de Cruells Ayguavives
» Luis de Cruells Aragonés
» Luis de Cruells Martí
» José Chavarría Cortiella
» Ramón Ejarque Ulldemolins
» Manuel Esteve Monfill
» Manuela Estrada Arasa
» Cristóbal Falomir Villarrocha
» Daniel Ferreres Ferreres
» Ramón Flors Gómez
» Manuel Gordon Picardo
» Hilarión José Solé
» Segismundo López Serrano
» Antonio Marca Odena
» José Matamoros Sancho
» Ramón Monfort Ferrando
» Enrique Mur Brull
» Ramón Ortiz Andreu
» Enrique Pedret Tejedor
» José Querol Piñol
» Ignacio de Ramón Salvador
» Daniel Rodríguez Balagué
» José Sol Altadill
» Mateo Valldepérez Tafalla
» Luis Vergés Freixa
» Antonio de Wenetz Piñol
» Antonio de Cruells Martí
» Ramón de Cruells Martí
» Manuel Duart Palomar
» Joaquín Escorihuela Mateu
» José M.ª Estrada Arasa
» Juan Fabra Miralles
» Manuel Ferré Solares
» Felipe Forés Omasqué
» Bernardo Frasno Peñarroya
» Julián Hierro Calsapeu
» Julián Lavega
» Luis Llasat Durán
» José Marín Subirats
» Baldomero Mola Pedro
» Fausto Muñoz Llombart
» Francisco Olesa Homedes
» Luis Panisello Martí
» Juan Piquer Valenzuela
» Ramón Ramírez Miravalls
» Ismael Rius Ferrando
» José Sabaté Abarcat
» José Tafalla Botella
» Manuel Valls Segura
» Juan Vidal Galindo
» Emilio Lucía Izquierdo

Todos dieron gustosos la vida por el Ideal y en los últimos momentos tuvieron presente las «Ordenanzas del Requeté»: «Dar la vida por la Causa es el acto más fecundo y el sacrificio más útil»; «Ante Dios nunca serás héroe anónimo»...

Tampoco nosotros les hemos olvidado y elevamos gratamente nuestras fervorosas oraciones al Señor para que les tenga en su Santo Seno...

Los miserables que les sacrificaron creían que con su muerte acabarían con los caballeros del Ideal...

Ya habrán podido darse cuenta con el triunfo de las gloriosas armas nacionales, que el sacrificio de nuestros mejores no ha sido estéril. Ellos desde el Cielo nos dieron valor y fortaleza para lograr el triunfo definitivo para la salvación de España...

—=—

Lo mismo que en la ciudad, fueron perseguidos y asesinados por los marxistas, en los frentes de batalla, los jóvenes tradicionalistas que fueron obligados a formar en las filas del Ejército rojo. Presumían los frentepopulistas —y no sin razón, porque mal podían defender los jóvenes educados en el amor a Cristo y a la Patria unas utopías que pugnaban con sus doctrinas y con sus sentimientos— que aprovecharían la primera ocasión propicia para pasarse a los enemigos, que no eran otros que los defensores de la auténtica España. Había, pues, que aniquilarlos tan pronto como fueran conocidos sus antecedentes políticos o adivinados sus loables propósitos patrióticos.

Muchos fueron los jóvenes tortosinos villanamente asesinados en los frentes rojos por sus convicciones católicas y nacionales, convicciones que no negaron ni un momento. Prefirieron morir lanzando vivas a Cristo Rey y a España antes que ayudar con sus esfuerzos a los viles que nos deshonraban. Prefirieron sucumbir asesinados traidoramente por la espalda cuando acudían con el corazón anhelante a engrosar las filas de los soldados del Caudillo, abandonando las de los verdugos de nuestras sacrosantas tradiciones. He ahí un oficio que bien puede ser calificado de histórico, a la vez que de timbre de gloria, de cómo murió un requeté tortosino. Y como éste, todos los requetés y jóvenes educados en el amor a los más sublimes ideales:

    «42 DIVISIÓN
BÓN. DE AMETRALLADORAS 42
    Comisariado

        
    Sr. D. José Valls Durán
            Tortosa

    Por el presente, y en contestación a la suya de 12 del actual, debo comunicarle que según los informes que obran en mi poder, el soldado Manuel Valls Segura, de la 3.ª Compañía, murió el día 28 de septiembre del corriente año cuando, inconsciente de los deberes que todos tenemos en estos momentos para con nuestra patria, intentaba pasarse al enemigo.
    Siento mucho tenerles que dar estas noticias y sinceramente debo confesarle que dicho soldado no se portó con la nobleza y gallardía con que se portan los soldados de la República.
    Su acto, lamentable en todos los conceptos, fué la demostración de que sus sentimientos no estaban a la altura de los momentos históricos que vivimos y que sentía atracción hacia los traidores que desencadenaron la horrible guerra que desangra a España.
    Lamento mucho lo ocurrido. Le saludo deseándole muchos años de vida para bien de la República y de la Libertad.
    P. C. 29 de noviembre de 1938.
            El Comisario,
            R. VIZCAÍNO

(Hay un sello que dice: República Española.—42 División.—Comisario.—Batallón Especial).»

¡El requeté Manuel Valls Segura «sentía atracción hacia los traidores», confiesa el Comisario rojo; sentía atracción hacia los que estaban reconquistando el suelo patrio... y se disponía a unirse a ellos para ofrecer su sangre y su vida por el Ideal que siempre había sustentado!

¡Así pensaban, así procedían y así morían todos los jóvenes inspirados en nuestras doctrinas!

¡Gloria eterna para ellos!



dilluns, 26 de juliol del 2021

Los bárbaros en Tortosa (1936-39) VIII - Un aviso oportuno

CAPITULO VIII 

Un aviso oportuno 

Día 27 de julio de 1936. Serían aproximadamente las diez de la mañana cuando pide avistarse conmigo un entusiasta y buen correligionario, D. José Verdal Asensio, que tenía un pariente cercano en uno de los trágicos Comités de salud pública que se habían constituido aquellos días. 

Me hago momentáneamente visible con él. Trae malas noticias. Había que desaparecer lo más rápidamente posible, pues algunos individuos del Comité habían sugerido la idea de asesinar a los elementos derechistas de relieve. 

Su pariente izquierdista le había enterado que en el asalto al Círculo Tradicionalista había caído en su poder una lista de asociados, los cuales serían asesinados en su totalidad; que su pariente le había enviado a advertirme del peligro que yo corría, puesto que algunos del Comité abogaban por mi muerte aunque él se oponía a que se me sentenciara a la última pena; que viéndose impotente para poder lograrlo debía evitar pudiera ser detenido, pues de serlo estaba irremisiblemente perdido.

Agradecí, naturalmente, el aviso y el interés, y me decidí a buscar un mejor escondite, a fin de poder evitar caer en las garras de los que andaban buscándome. 

Después de conferenciar conmigo, el buen amigo y correligionario señor Verbi, sabemos se dirigió al domicilio de otros directivos de significación, algunos pertenecientes al Comité Político y Junta Directiva. Desgraciadamente, algunos no quisieron dar crédito al aviso y al pesimismo del correligionario que exponiendo su libertad en aquellos momentos —tiempo después fué detenido dos veces, estando encarcelado cerca de sesenta días— acudió a advertirnos del inminente riesgo que corríamos. No tardaron en convencerse de la certeza del aviso. Una infinidad de milicianos rodeaba su casa y procedían a su detención. Estoicamente, valerosamente, daban pocos días después la vida por la Causa, a la que habían ofrendado sus entusiasmos y amores durante toda su existencia. Su valentía les hizo desechar todo temor. Ellos, todo bondad, todo sentimiento, todo corazón, no pudieron imaginarse que los hombres, que eran sus hermanos, debían comportarse como chacales, y no como seres civilizados. 

¡Los llorados hermanos no quisieron comprender que los hombres que en aquellos momentos se habían erigido en dueños de vidas y de haciendas, habían dejado de ser seres racionales, envenenados como estaban por unas utopías y unos falsos postulados de libertad y fraternidad humana... y que en nosotros no veían sino a los enemigos de su emancipación y de su bienestar. Que no otra cosa les habían predicado los miserables de los apóstoles de guardarropía que desde el advenimiento de la malhadada República venían explotándoles!

diumenge, 25 de juliol del 2021

Los bárbaros en Tortosa (1936-39) VII - Los bárbaros en acción

CAPÍTULO VII 

Los bárbaros en acción 

El día 23 de julio de 1936 los tortosinos pudieron presenciar uno de los más vergonzosos espectáculos, llevado a cabo por unos cuantos bárbaros del marxismo local. 

En uno de los trenes mixtos de la Compañía de los Ferrocarriles del Norte viajaban en dirección a Valencia los Hermanos de las Escuelas Cristianas D. Pascual Escuin Ferrer y don Andrés Pradas Lahoz, que huían de Tarragona, ante la persecución de que eran víctimas los religiosos en la capital de la provincia. Algún miserable descubrió su personalidad y fueron detenidos en el mismo tren por una cuadrilla de patrulleros, conduciéndolos a esta ciudad. 

Los granujas que les conducían les golpearon bárbaramente desde la estación hasta los bajos de las Casas Consistoriales, donde primeramente fueron conducidos. Las calles de Cervantes, Ángel, Rosa y Merced, fueron el calvario que recorrieron los infelices, sufriendo un verdadero suplicio. Golpes, puñetazos, puntapiés, culatazos, bofetadas, etc., etc... Cuando llegaron al Ayuntamiento sangraban abundantemente. Uno de ellos no podía ya más. Sufrió un desvanecimiento. 

La turba, embrutecida y rabiosa, se ensañaba criminalmente con estos mártires. 

—¡Son unos curas! —vociferaban unos. 

—jSon unos fascistas! —bramaban otros. 

—iMatadles, matadles! —gritaban a coro. 

Y los miserables que les conducían arreciaban furiosamente contra los infelices que sufrían sin proferir la más leve queja. ¡Sufrían por la Fe y por España! 

Pero, con todo, lo más indignante, fué el espectáculo, denigrante y vil, que ofrecían la masa de indiferentes que presenciaban tanta criminalidad, deshonra de todo ser humano. Fueron muchos los que miraban complacidos —sí, complacidos— cómo la bestia se entretenía martirizando a aquellos grandes patriotas. Otros tantos se atrevían incluso a reír la gracia de los canallas cada vez que les maltrataban a culatazos o bofetadas. Asqueados y avergonzados como tortosinos y españoles quedamos cuando unos amigos, con lágrimas en los ojos, vinieron a contarnos en la Redacción, la salvajada que se estaba llevando a cabo contra dos indefensos religiosos. Y más aún cuando nos citaron algunos nombres de señores —¡señores porque iban vestidos como tales!— que teniendo aún en aquellos momentos autoridad —puesto que las masas todavía les obedecían, ¡estaban en el comienzo de la tragedia!— se complacían en contemplar y asistir a tan salvaje espectáculo. Presagiamos cuanto ocurriría en días futuros y la suerte que aguardaba a cuantos tuvieran la desdicha de caer en manos de turba tan vil. Como presumimos también, no habrían de salir mejor librados los elementos que en aquellos momentos, pudiéndolo aún hacer, no ponían freno a la bestia. A todo puerco le llega su San Martín.... Y puesto que puercamente, cochinamente, canallescamente, se estaban comportando los marxistas adinerados y gubernamentales, con las pobres víctimas indefensas, habrían de recibir tarde o temprano el premio que merecían... 

En el transcurso de les días los hechos vinieron a darnos la razón. Llegó un momento en que a tan estúpidos elementos se les acabó la risa. El terror apareció retratado en sus semblantes, con la huella del impotente, del vencido, del cobarde. Estaban en su San Martín. 

Los gloriosos mártires señores Escuin y Pradas, fueron sacrificados los días 19 y 29 de agosto de 1936, respectivamente, en la carretera de Tortosa a Barcelona. 

¡Los malvados completaron así su obra, tan villanamente comenzada el día 23 de julio, contra sus venerandos cuerpos!

dissabte, 24 de juliol del 2021

Los bárbaros en Tortosa (1936-39) VI - En tercer lugar

El día 23 de julio se vió claramente por primera vez que la Divina Providencia velaba por nosotros. 

Serían las tres de la tarde cuando descendió las escaleras del primer piso del Centro Obrero de Corporaciones el tristemente famoso Juan Vilás (a) Chaparro con un papel en la mano. Se sentó preocupado en una de las mesas, a la sazón desocupadas. Se puso a leer el citado papel, que seguramente acababan de entregarle los individuos que formaban el comité del Partido Socialista o del citado Centro. Hasta la fecha no hemos podido averiguar con certeza quienes fueron los que dieron este papel al que poco tiempo después había de adquirir triste y trágica celebridad. 

Un peón albañil, al que nosotros no debíamos ciertamente ningún favor, pero con el que nos unía desde hacía muchísimos años una buena amistad por habernos criado y convivido en un mismo barrio, observó la preocupación del Chaparro, leyendo y releyendo el citado papel, y se acercó a su mesa preguntándole el porqué de su nerviosidad. Y le enseñó el citado papel. Se trataba de una lista en la que figuraban una veintena de nombres. El peón de albañil la leyó. Inquirióle su significación. El Chaparro le manifestó que le habían ordenado la inmediata detención y encarcelamiento de las personas allí anotadas. El buen obrero protestó, manifestando que se trataba de personas dignísimas que ningún daño habían cometido contra el orden y la causa obrera. Alegó que eran medidas de precaución ordenadas por el Comité. El que encabezaba la relación era D. Restituto González, militar retirado, y le seguía D. Manuel Gordon. Nuestro modestísimo nombre figuraba en tercer lugar. 

Mi amigo el obrero protestó de nuevo y enérgicamente contra la inclusión de mi persona, pidiendo fuera excluido. El Chaparro se negaba. Aquél después ya no exigió, suplicó en mi favor, alegando circunstancias que en aquellos momentos el Señor le inspiró. Por fin se avino el Chaparro a excluirme, pero para salvar su responsabilidad, escribió nuevamente todos los nombres en otro papel, excluyendo el mío, a fin de poder alegar, cuando se le hicieran cargos por no haberme detenido, de que mi nombre no se le habla facilitado, presentando al Comité, como comprobante, la lista que se le había dictado, y en la cual yo no figuraba. 

Pocas horas después la totalidad de las dignísimas personalidades que figuraban en la trágica lista eran detenidas y en los primeros días del mes de agosto villanamente asesinadas. 

No tardé en enterarme de esta feliz, para mí, escena, faltándome tiempo para advertir a cuantos amigos me fué posible en aquellos terribles momentos, en que las calles todas de la ciudad estaban poco menos que tomadas por asalto por los afiliados de las agrupaciones izquierdistas, armados, como si en nuestra querida Tortosa se albergaran los criminales más empedernidos, para que se pusieran a salvo. 

Desde aquel momento, aunque ya lo adivinamos desde el primer instante, comprendimos que éramos presa codiciada de algunos elementos, que no olvidaban nuestras campañas en defensa del Orden, de la Religión y de la Patria, y en contra de todos los malandrines y vividores de la política. Más de una vez en anónimos y desde su prensa se me había amenazado para el día de su definitivo triunfo. Y ahora que creían que la victoria les sonreía se disponían a ajustarme las cuentas...

divendres, 23 de juliol del 2021

Los bárbaros en Tortosa (1936-39) V - Asalto del Círculo Tradicionalista ¡Se han perdido las llaves!

CAPITULO V 

Asalto del Circulo Tradicionalista ¡Se han perdido las llaves! 

El terror se había apoderado ya, el día 21, de todas las personas de orden de la localidad. Los mozalbetes mal educados de las sindicales rojas y de los partidos marxistas se paseaban por nuestras calles con ridícula marcialidad y armados hasta los dientes. Ya no había poder humano que pudiera detenerles en sus ínfulas de matasietes. No sabían por donde empezar sus tropelías. De pronto parece partió de los directivos de un partido izquierdista la orden de asalto e incautación —robo— de todo lo perteneciente al Círculo Tradicionalista. 

Y allí se dirigió un grupo numeroso de escopeteros junto con unos cuantos Guardias de asalto del retén destacado en esta ciudad. 

Personados en el local del Círculo el cabo o jefe que mandaba la fuerza de asalto, pidió —y queremos consignarlo así porque es de justicia— con buenos modales al conserje las llaves de las estanterías, del despacho y de los cajones de las mesas del mismo. 

El conserje, D. Ramón González, les dijo que no las poseía. pues creía estaban en poder del Presidente o Vicepresidente del Comité Político. 

La turba que acompañaba a los guardias creyó que era un pretexto para eludir el registro, y empezó a vociferar, dando varios gritos destemplados y exigiendo de los guardias procedieran al registro violentando las cerraduras. Los guardias no accedieron, momentáneamente, a esta pretensión y pidieron serenidad a la turba. 

Se exigió al conserje fuera en busca de las llaves, ya que de lo contrario procederían a violentar todo lo que estuviera cerrado. 

Ante la contestación del señor González de que no poseía las llaves pedidas, la chusma se afirmó más en la creencia de que en las mesas del despacho del Círculo estaba toda la documentación del complot fascista en esta comarca y unas listas en las que se señalaban los nombres de las personas izquierdistas que habían de ser fusiladas. Este rumor hiciéronle correr unos cuantos miserables que pocos días después más se significaron en la delación de personas derechistas que no tardaron en ser detenidas y asesinadas. 

El señor González, ante el requerimiento del jefe de las fuerzas de asalto, vino en mi busca a la Redacción de «Heraldo de Tortosa», donde me encontraba. Serían las once de la mañana. 

—Sr. Monllaó —me dijo—: ¿tiene Vd. por casualidad las llaves de los cajones del despacho de Secretaría? 

—No; las entregué al señor Mur hace unos días —le contesté. 

—¿No sabe si las tiene el señor Gordon? —me preguntó de nuevo. 

—No lo creo, pues el señor Gordon hace unos días marchó a Mallorca a descansar y reponerse de su última enfermedad. 

—No; no está en Palma de Mallorca, está aquí, pues regresó anteayer. 

—¿Que está aquí el señor Gordon? 

—Sí, señor.

Me quedé sorprendido y lamenté muy de veras el regreso del querido correligionario, pues temía, dado el odio que le profesaban los marxistas, lo detuvieran y le hicieran víctima de sus iras, como así ocurrió efectivamente, ya que no transcurrieron muchas horas sin que la detención del buen amigo se llevara a efecto, siendo villanamente asesinado el día 5 de agosto de 1936. 

El conserje se fué a ver al señor Gordon por si tenía las llaves, a fin de que los muebles del Círculo no fueran violentados. No las tenía tampoco, según me vino a comunicar de nuevo el señor González. 

En vista de ello, el conserje volvió al Círculo, donde le aguardaban con impaciencia los guardias y los escopeteros. 

—¡Las llaves se han perdido! —les dijo. 

Y como si con esta contestación se les hubiera inferido una grave ofensa, engañándoles, la emprendieron a golpes con las culatas de las pistolas y de los fusiles contra las cerraduras de las mesas y contra todos los muebles, causándoles graves destrozos. 

Los muchachos de las juventudes marxistas pusiéronse afanosamente a buscar y rebuscar papeles para encontrar algún documento sensacionalista y poder lanzar un grito de triunfo, a la vez que de acusación, contra los tradicionalistas. No lo encontraron... pero lo inventaron.

No tardó en circular por la ciudad la versión de que en el Circulo Carlista se habían encontrado unas listas acotadas con unas cruces. Eran los nombres de las personas destinadas al sacrificio poros reaccionarios... 

Evidentemente, se encontraron unos ficheros y unas listas acotadas con unos signos. Eran el fichero y las listas electorales que habían servido en las últimas elecciones, con los signos convencionales hechos por los interventores de los electores que habían emitido el voto. Bien lo comprendieron así los que dieron con el fichero y las listas... pero les convenía lanzar la vil infamia que favorecía sus satánicos planes de persecución de los elementos tradicionalistas, y particularmente de los directivos del Comité político, la mayoría de los cuales sucurnbieron a la ferocidad de los marxistas, vilmente asesinados. Eran éstos D. Manuel Gordon, Vicepresidente; D. Enrique Mur, Secretario; D. Luis Llasat, D. Ramón Cruells y D. Antonio de Wenetz, Vocales. Pudiendo sobrevivir a la persecución D.ª Josefa Noguerón de Llop, que estuvo escondida durante veintidós meses junto con su esposo D. José Llop; D. Antonio Aleixendri, detenido varios meses en un buque-prisión; y el cronista, que ostentaba la Presidencia; así como casi la totalidad de la Junta Directiva del Círculo, que la formaban: D. Julián Falomir, Presidente, escondido durante treinta y dos meses; D. Antonio Juncosa, Vicepresidente, escondido igualmente en un pueblo de la provincia durante treinta y dos meses; D. Juan Gisbert, Secretario, detenido varios meses en un buque-prisión y escondido después; D. Francisco Ferrando y D. José Ibáñez, escondido también en Barcelona, Vocales; fué asesinado D. Antonio Marca, Vocal. Otros ex directivos como los señores D. José Calbet Mulet, D. Sitvestre Ibáñez, D. Luis Vericat, D. José Grego y don José Valls, pudieron salvarse huyendo de la ciudad y escondiéndose en otras localidades. 

Nada importante, como hemos dicho, encontraron los asaltantes en los cajones de Secretaría, que pudiera ser motivo de acusación y persecución contra los directivos ni asociados. Hacía dos días que el inolvidable y querido Sr. Mur, temiendo un asalto de las turbas al Círculo, había puesto a salvo todas las listas y documentación, así como los nombres de los que formaban los Comités y Subdelegaciones del Partido en todos los pueblos de la comarca. El señor Mur, con su muerte, se llevó el secreto del lugar en que fueron puestos a salvo. 

Sabemos que en la Secretaría quedaron tinos libros y unas matrices de talonarios sin importancia, así como unas cuantas fotografías de algunos actos celebrados por la Comunión Tradicionalista. Uno de los muchachos que se unió a los milicianos asaltantes se dedicó a la loable tarea, según supimos más tarde, de ir rompiendo en mil pedazos las matrices de talonarios, papeles en que figuraban nombres y las fotografías, con el fin de que estos documentos no pudieran servir de pretexto a los malhechores para ensañarse con las personas en ellos anotadas. Se cometió más de un asesinato de dignísimas personas que jamás habían tenido relieve político sólo por el mero hecho de figurar retratadas al lado de algunas personalidades políticas o religiosas. Una de ellas, D. Pedro Ardit Aragonés, que, según se cuenta, fué asesinado porque figuraba en una fotografía junto con el Ilmo. Sr. Obispo y otras dignidades eclesiásticas. ¡Sólo Dios sabe el bien que hizo este joven con su plausible trabajo destructor!...

El afán con que la chusma husmeó per todos los rincones del Círculo, en busca de una prueba acusatoria, nos afirmó mucho más en el criterio de que debíamos desaparecer cuanto antes de la escena si queríamos burlar la persecución de que a no tardar se nos haría víctimas. No habían encontrado pruebas, pero bien se cuidarían de inventarlas quienes estaban interesados en perdernos... Por eso encarecí con más insistencia a mis amigos la necesidad de que cuando menos momentáneamente, no se hicieran muy visibles de las masas, que como canes rabiosos, estaban ansiosas de hacerse con alguna presa. 

Terminado el registro, los guardias de asalto se llevaron detenido al señor González, y en la Inspección, le requieren con amenazas de muerte, les diera los nombres de todos los directivos del partido. El señor González les manifestó que los ignoraba, por cuanto los mismos directivos tenían buen cuidado en no hacer públicos los cargos que respectivamente desempeñaban. ¡Y claro que el Sr. González los conocía, pero prefería morir como todos los tradicionalistas murieron, antes que revelar ni acusar a ninguno de sus jefes! 

Los hechos, desgraciadamente, no tardaron en darnos la razón. 

Nosotros procurarnos proceder con cautela, y el temor —¿por qué no confesarlo?— que nos embargaba, nos obligaba a tomar mayores precauciones. Sentíamos caer sin provecho alguno ni para la Causa ni para la Religión ni para la Patria. Ofrecer tontamente nuestra vida para sólo mera satisfacción y entretenimiento de los chacales de la revolución, era estúpido. Debíamos defenderla por cuantas argucias estuvieran a nuestro alcance para ofrecerla a Dios y al Ideal en el momento propicio. Y con la ayuda de la Divina Providencia procuramos ponernos a salvo y defendernos de la tenaz persecución que en el transcurso de los meses fuimos víctimas...


Los bárbaros en Tortosa: 1936-39 (José Monllaó Panisello, 1942) 

Prólogo e introducción
I - El dolor de España
II - El Ejército, esperanza del Orden y de la Patria
III - ¡El Tercio se ha sublevado!
IV - ¡Hay que desaparecer!
V - Asalto del Círculo Tradicionalista.—¡Se han perdido las llaves!
VI - En tercer lugar
VII - Los bárbaros en acción
VIII - Un aviso oportuno
IX - Horrorosa matanza de tradicionalistas
X - Las primeras detenciones
XI - Primera providencia marxista
XII - Otra vez en los primeros lugares
XIII - Cierre de los Centros de la facción
XIV - La primera visita del coche fantasma
XV - Primer registro domiciliario
XVI - Si te cogen, te fusilan
XVII - Dos coches fantasmas sobre la pista
XVIII - Fraternidad revolucionaria
XIX - En la guarida de los monstruos
XX - Dos coches fantasmas a la vista
XXI - Gritos en la noche
XXII - Los héroes del Alcázar y de Oviedo
XXIII - El miedo a los fascistas — Detenciones a granel
XXIV - Llamadas trágicas
XXV - Las charlas del general Queipo de Llano
XXVI - El miedo a la aviación
XXVII - Jugándonos el todo por el todo
XXVIII - Visita de un coche que no es fantasma.—¡Vaya susto!
XXIX - La mala sombra de un guarda rural
XXX - Cruenta lucha entre marxistas
XXXI - Un serio contratiempo
XXXII - La sorpresa de unos payeses
XXXIII - Cambio de escondite
XXXIV - Desagradable visita.—Certificado salvador
XXXV - De todos los colores...
XXXVI - Las charlas con un republicano. — Yo, furibundo izquierdista
XXXVII - ¡Terrible amanecer!
XXXVIII - Octavillas redentoras
XXXIX - Fragores de lucha
XL - ¡Yo he visto a los moros!
XLI - Cañonazos que nos saben a repique de campanas
XLII - Unos oficiales rojos que merecían ser nacionales
XLIII - ¡Se llevan y fusilan a los hombres!
XLIV - La famosa cadena de la Aviación Nacional
XLV - En medio de la lucha.—¡Recemos!
XLVI - ¡Un comandante del Ejército Nacional!
XLVII - ¡Al servicio de la Patria!
XLVIII - ¡Honor a los Caídos!

dijous, 22 de juliol del 2021

Los bárbaros en Tortosa (1936-39) IV - ¡Hay que desaparecer!

por José Monllaó Panisello «Llaonet»

CAPÍTULO IV 

¡Hay que desaparecer! 

En la mañana del día 20 se presentaron en la redacción varios amigos y correligionarios de la ciudad y de los pueblos comarcanos a cambiar impresiones respecto a la marcha del movimiento. Recordamos, entre otros, a D. Enrique Mur Brull, Director de «Correo de Tortosa» y Secretario del Comité Político Tradicionalista; D. Antonio Marca, que había sido detenido el día anterior en Reus, donde se hallaba accidentalmente, pudiendo escapar y venirse a Tortosa; D. José Baiges, D. José Marín; D. Ramón Ortiz; de La Cenia; D. Ramón Accensi Ferré, de Santa Bárbara; D. José Vandellós, de Villalba de los Arcos; don Pedro Delgado, de Horta de San Juan; D. Joaquín Beltri, de La Cava; D. Luis Llasat, jefe de la minoría Tradicionalista del Ayuntamiento de Tortosa; D. Enrique Gavaldá, de Horta; don Andrés Gironés, de Fatarella, y otros que sentimos no recordar en estos momentos. 

Los acontecimientos, por lo que se desprendía de las noticias que se iban recibiendo, no se desarrollaban con la satisfacción que los amantes de la Patria ansiábamos. La mayoría de capitales de España estaban en poder de los elementos marxistas. Los atropellos y las detenciones estaban a la orden del día. Se habían producido ya asaltos de moradas de caballeros católicos y de tradicionalistas. La fiera estaba demostrando ansias de venganza y de sangre. El rumor de que había que acabar con los frailes, con los curas y con los fascistas, circulaba, va con insistencia. Había, pues, que tornar medidas de seguridad personal desde el momento que la fuerza pública se mostraba pasiva, más bien, acobardada, atemorizada, cuando no parte de esa fuerza a las órdenes de los elementos marxistas revolucionarios que querían arreglarlo todo a sangre y fuego. 

Cambiamos impresiones con los amigos y expuso cada cual su opinión. No podríamos defendernos porque éramos pocos en comparación con los elementos marxistas y fuerzas armadas, y desarticulados, sin cohesión, con nuestros correligionarios y afines de la provincia y de la Región. No podíamos, pues, hacer nada. Más bien, no debíamos hacer nada; pues de intentarlo, era correr a un inútil sacrificio. Sería un suicidio seguro, estéril. Era cuestión de esperar a un mejor desarrollo de los acontecimientos para ofrecer nuestro esfuerzo a los caballeros del Ideal que desde la auténtica España se disponían a reconquistar la totalidad del suelo patrio. 

Y expusimos a nuestros amigos y correligionarios nuestro leal y sincero parecer, dado como se estaban produciendo los sucesos. 

—¡Hay que desaparecer inmediatamente —les dijimos—pues estarnos más de convencidos que de no hacerlo, nos detendrán a todos y seremos asesinados! Los directivos marxistas no tardarán muchos días en no ser dueños de la situación y serán impuestos por las masas. Fijaos que han armado a toda la escoria de sus partidos y a esos no habrá autoridad ni ascendiente humano que les detenga en sus fechorías. 

Algunos de estos amigos casi se burlaron de nuestros temores. Creían sí, que la chusma cometería asaltos, detenciones, atropellos sin fin, pero que respetarían las vidas. 

—Nosotros nada hemos hecho —respondieron algunos— y nada podemos temer. Si nos detienen que nos detengan. Ya nos soltarán. 

No compartimos ni un momento de su optimismo. Y aducimos varias razones para disipar su crédula confianza.

Algunos aceptaron nuestro criterio. Y procuraron desaparecer de la escena. Esperaron, no obstante, algunos días, pero al ver como los milicianos practicaban las más vergonzosas razzias de personas dignísimas, se escondieron definitivamente y salvaron sus vidas. Y más tarde pudieron, con su esfuerzo, encuadrados en Tercios de Requetés, en Banderas de Falange y en los cuadros del Ejército Nacional, coadyuvar a la salvación de la Patria. 

Otros, más confiados en que la sangre no llegaría al río —como alguno insinuó cándidamente— dejaron de escuchar nuestros consejos. Fueron prendidos por la chusma roja y villanamente asesinados en la carretera de Tortosa a Barcelona. ¡Que Dios les tenga en su santa gloria! 

¡Cuántos de estos queridos hermanos debieron recordar en las últimas horas de su cruento martirio nuestra última entrevista y nuestro sincero consejo en este valle de lágrimas! ¡Su excesiva confianza y valor, había malogrado unas vidas que tanto necesitaban unos hogares y la redención de España!


Los bárbaros en Tortosa: 1936-39 (José Monllaó Panisello, 1942) 

Prólogo e introducción
I - El dolor de España
II - El Ejército, esperanza del Orden y de la Patria
III - ¡El Tercio se ha sublevado!
IV - ¡Hay que desaparecer!
V - Asalto del Círculo Tradicionalista.—¡Se han perdido las llaves!
VI - En tercer lugar
VII - Los bárbaros en acción
VIII - Un aviso oportuno
IX - Horrorosa matanza de tradicionalistas
X - Las primeras detenciones
XI - Primera providencia marxista
XII - Otra vez en los primeros lugares
XIII - Cierre de los Centros de la facción
XIV - La primera visita del coche fantasma
XV - Primer registro domiciliario
XVI - Si te cogen, te fusilan
XVII - Dos coches fantasmas sobre la pista
XVIII - Fraternidad revolucionaria
XIX - En la guarida de los monstruos
XX - Dos coches fantasmas a la vista
XXI - Gritos en la noche
XXII - Los héroes del Alcázar y de Oviedo
XXIII - El miedo a los fascistas — Detenciones a granel
XXIV - Llamadas trágicas
XXV - Las charlas del general Queipo de Llano
XXVI - El miedo a la aviación
XXVII - Jugándonos el todo por el todo
XXVIII - Visita de un coche que no es fantasma.—¡Vaya susto!
XXIX - La mala sombra de un guarda rural
XXX - Cruenta lucha entre marxistas
XXXI - Un serio contratiempo
XXXII - La sorpresa de unos payeses
XXXIII - Cambio de escondite
XXXIV - Desagradable visita.—Certificado salvador
XXXV - De todos los colores...
XXXVI - Las charlas con un republicano. — Yo, furibundo izquierdista
XXXVII - ¡Terrible amanecer!
XXXVIII - Octavillas redentoras
XXXIX - Fragores de lucha
XL - ¡Yo he visto a los moros!
XLI - Cañonazos que nos saben a repique de campanas
XLII - Unos oficiales rojos que merecían ser nacionales
XLIII - ¡Se llevan y fusilan a los hombres!
XLIV - La famosa cadena de la Aviación Nacional
XLV - En medio de la lucha.—¡Recemos!
XLVI - ¡Un comandante del Ejército Nacional!
XLVII - ¡Al servicio de la Patria!
XLVIII - ¡Honor a los Caídos!

dimecres, 21 de juliol del 2021

Los bárbaros en Tortosa (1936-39) III - ¡El Tercio se ha sublevado!

por José Monllaó Panisello «Llaonet»

CAPÍTULO III 

¡¡El Tercio se ha sublevado!! 

En la Redacción de «Heraldo de Tortosa», como en las redacciones de la mayoría de periódicos, se reunía todas las tardes una peña de amigos que comentaban las noticias que circulaban referentes a política local y nacional: los sucesos del momento. Esta reunión la componían ordinariamente D. Fran-cisco Mestre y Noé, cronista de Tortosa y uno de los hombres más insignes y cultos de la ciudad, D. Juan Palau Mayor, ex Diputado, D. Antonio Campos Sapiña, Abogado, D. Luis Llasat, D. Enrique Mur, D. Ernesto Mestre, Vetericario, D. Manuel Gordon, Secretario del Banco de España —todos fallecidos y la mayoría asesinados por los marxistas—, D. Francisco Pentinat, D. Roberto Andreu, Director del citado periódico, el Cronista y algún que otro señor que venía en busca de noticias de última hora. 

El cronista, redactor-jefe de dicho periódico, estaba encargado de recoger las conferencias de los corresponsales de Barcelona y Madrid, que generalmente eran transmitidas a las cinco de la tarde, para la edición que se publicaba a las seis y media de la misma. 

El día 18 de julio, al entrar en la redacción, de regreso de teléfonos, nos encontramos reunidos a la mayoría de señores que hemos nombrado, y que ansiosamente nos estaban esperando, ya que durante todo el día habían circulado rumores de haberse producido sucesos de extraordinaria importancia en Marruecos y en algunas ciudades españolas. 

Al llegar, la pregunta fué unánime: 

—¿Qué noticias gordas nos traes? 

A la que dimos rápida contestación: 

—El Tercio y los regulares se han sublevado en Marruecos. En Madrid y provincias han sido detenidos algunos generales y centenares de oficiales. Parece que la cosa está que arde... 

Y les leí las siguientes históricas notas, ya que desde aquel momento se empezó la reconquista de España por los verdaderos amantes de la Patria. 

«NOTA OFICIAL DEL GOBIERNO.—UN MOVIMIENTO SUBVERSIVO.—Parte del Ejército español en Africa se ha sublevado en armas contra la República. El movimiento está circunscrito a determinadas ciudades del Protectorado, sin que nadie en la Península se haya sumado a tan absurdo intento. Es completamente falso lo dicho por radio Ceuta, simulando ser radio Sevilla, sobre cosas ocurridas en Madrid y en el resto de España». 

«OTRA NOTA OFICIAL DEL GOBIERNO.—De nuevo el Gobierno se dirige al país para manifestarle que la tranquilidad es absoluta en toda España. El Gobierno ha recibido gran número de ofrecimientos, dando ejemplo de serenidad y de confianza en el Poder. 

Gracias a las medidas adoptadas puede darse por desarticulado un amplio movimiento de agresión a la República. Sólo las fuerzas de Marruecos han sido arrastradas por la pasión política. El Gobierno ha tomado medidas radicales. Se ha practicado la detención de varios generales, jefes y oficiales complicados en el Movimiento. También ha sido detenido un avión extranjero en el que había de entrar en España un cabecilla. 

La acción del Gobierno es suficiente para restablecer la normalidad. La opinión debe estar prevenida por las noticias falsas que se den por radio Ceuta simulando radio Sevilla y en las que se dice que han ocurrido sucesos en Madrid. El movimiento se da por fracasado». 

Todos los señores de la peina convinieron en que los sucesos revestían excepcional gravedad y que este movimiento ten-dría más serias consecuencias que el del día 10 de agosto de 1932, ya que las fuerzas sublevadas eran nada menos que las aguerridas y valerosas de África, como eran el Tercio y Regulares. 

D. Francisco Mestre y Noé apuntó que España viviría días de verdadera tragedia, puesto que los elementos avanzados es-taban demasiado envalentonados por la descarada protección que, desde hacía un tiempo, disfrutaban de los Poderes públicos. 

Todos los tertulianos abundaron en el mismo criterio, ya que, unidos como estaban republicanos, comunistas, socialistas y sindicalistas, el triunfo de los heroicos militares no podría producirse sin librar sangríentos combates. 

Mientras el cronista estaba escribiendo las noticias para la edición del día y los de la peña continuaban con sus comenta-rios alrededor de tan sensacionales noticias, llegaron ya otros amigos a la Redacción con las:- impresiones de que se habían convocado urgentes reuniones en el Centro Republicano, Centro Obrero y en la C. N. T., para adoptar medidas para guardar el orden revolucionario

Poco a poco desfilaron los tertulianos y ya por las calles circulaban grupos de mozalbetes con indicios evidentes de que estaban prestos a cometer los más viles y graves atropellos, como así ocurrió pasadas pocas horas, y de los que nos ocupamos en nuestro libro «Estampas de Dolor y de Sangre». 

A las siete de la tarde quedábamos solamente en la Redacción el Director D. Roberto Andreu, que ha hecho famoso su pseudónimo de Tipities, y el cronista. 

La conversación entre los dos recayó, naturalmente, sobre los sucesos que ya estaban desarrollándose en muchas capitales de España. 

Temíamos, como así sucedió, que la primera medida que tomarían las autoridades para guardar el orden revolucionario, sería la detención de todos los elementos directivos de las agrupaciones derechistas y muy especialmente de las de extrema derecha. 

Como .el cronista, a la vez que Director de «La Tradición», único periódico carlista que se publicaba en la provincia de Tarragona, era directivo destacado de la gloriosa Comunión Tradicionalista, el admirado Zipities temió fuese la mía una dejas primeras detenciones que se ordenasen, y así me lo manifestó. 

—No dudo —me dijo— que te detendrán, porqué se ve que los militares cuentan con la colaboración de carlistas y falangistas; y como el Gobierno debe saberlo dará órdenes de que se proceda al ingreso en la cárcel de todos los directivos. 

—No dudo que así se procederá —le contesté— pero lo que es yo no me dejaré coger tontamente. En los sucesos de octubre del 34 ya dieron pruebas los marxistas de los propósitos que les animaban, fusilando y asesinando a muchos detenidos. No creo que esta vez se comporten más cuerdamente y mucho menos si llevan las de perder. 

El amigo Andreu no participó de momento de mis pesimismos. Cuando al correr de los días vió cuan miserablemente se comportaban los marxistas, aplaudió más de una vez hubiera burlado las pesquisas de los sicarios que con tanta insistencia me perseguían. 

Como era de presumir, las noticias que durante toda la noche del día 18 fueron retransmitiendo las emisoras rojas, exasperaban y envalentonaban a las mesnadas marxistas, que procedieron inmediatamente a la detención de las personas más dignísimas de la localidad, las que luego fueron asesinadas por las cunetas de las carreteras de este término municipal. 

Aquella misma noche se sabía también que todo lo más digno y bizarro de nuestro glorioso Ejército, acaudillados por los generales Franco, Mola, Goded, Fanjul, Varela, Yagüe, Orgaz, Saliquet, Sanjurjo, Millán Astray, Martínez Anido, Queipo de Llano, etc., se habían lanzado a la laudable empresa de salvar a España. La Cruzada, tan decididamente emprendida por tan egregios Capitanes, no podía fracasar. Nuestra seguridad, nuestra fe en el triunfo total, definitivo, de tan grande como gloriosa empresa, la tuvimos ya en el mismísimo día del levantamiento: 18 de julio de 1936. Lo que no sabíamos era si podríamos sobrevivir a la espantosa tragedia que habíamos de correr. Sólo fiamos nuestra suerte en la Divina Providencia. Nosotros ofrecimos gustosos nuestra vida por la salvación de la Fe y de la Patria.


Los bárbaros en Tortosa: 1936-39 (José Monllaó Panisello, 1942) 

Prólogo e introducción
I - El dolor de España
II - El Ejército, esperanza del Orden y de la Patria
III - ¡El Tercio se ha sublevado!
IV - ¡Hay que desaparecer!
V - Asalto del Círculo Tradicionalista.—¡Se han perdido las llaves!
VI - En tercer lugar
VII - Los bárbaros en acción
VIII - Un aviso oportuno
IX - Horrorosa matanza de tradicionalistas
X - Las primeras detenciones
XI - Primera providencia marxista
XII - Otra vez en los primeros lugares
XIII - Cierre de los Centros de la facción
XIV - La primera visita del coche fantasma
XV - Primer registro domiciliario
XVI - Si te cogen, te fusilan
XVII - Dos coches fantasmas sobre la pista
XVIII - Fraternidad revolucionaria
XIX - En la guarida de los monstruos
XX - Dos coches fantasmas a la vista
XXI - Gritos en la noche
XXII - Los héroes del Alcázar y de Oviedo
XXIII - El miedo a los fascistas — Detenciones a granel
XXIV - Llamadas trágicas
XXV - Las charlas del general Queipo de Llano
XXVI - El miedo a la aviación
XXVII - Jugándonos el todo por el todo
XXVIII - Visita de un coche que no es fantasma.—¡Vaya susto!
XXIX - La mala sombra de un guarda rural
XXX - Cruenta lucha entre marxistas
XXXI - Un serio contratiempo
XXXII - La sorpresa de unos payeses
XXXIII - Cambio de escondite
XXXIV - Desagradable visita.—Certificado salvador
XXXV - De todos los colores...
XXXVI - Las charlas con un republicano. — Yo, furibundo izquierdista
XXXVII - ¡Terrible amanecer!
XXXVIII - Octavillas redentoras
XXXIX - Fragores de lucha
XL - ¡Yo he visto a los moros!
XLI - Cañonazos que nos saben a repique de campanas
XLII - Unos oficiales rojos que merecían ser nacionales
XLIII - ¡Se llevan y fusilan a los hombres!
XLIV - La famosa cadena de la Aviación Nacional
XLV - En medio de la lucha.—¡Recemos!
XLVI - ¡Un comandante del Ejército Nacional!
XLVII - ¡Al servicio de la Patria!
XLVIII - ¡Honor a los Caídos!