dimarts, 26 de setembre del 2023

Epitafio a Antonio Correa Veglison

Tal día como hoy, un 26 de septiembre del año 1971, fallecía en Madrid Antonio Correa Veglison, quien fuera Gobernador Civil de Barcelona entre 1940 y 1945. 

Contrariamente a lo que cuenta leyenda negra del Franquismo, Correa Veglison no solo no prohibió las manifestaciones culturales catalanas, sino que promovió los bailes públicos de sardanas y autorizó la publicación de libros en catalán, como las Obras Completas de Jacinto Verdaguer. Asimismo, defendió siempre a la clase humilde, llegando a enfrentarse a ciertos sectores de la burguesía barcelonesa, a los que acusó públicamente de fraude en las cuotas de consumo eléctrico.

Menos conocido aun es el hecho de que Correa Veglison era carlista, y que, aun habiendo aceptado el Decreto de Unificación de 1937 con la Falange Española y el mando del General Franco, siguió actuando como tal y lució siempre con orgullo la boina roja. Tras la muerte de Don Alfonso Carlos, el último Rey carlista de la dinastía original, Correa Veglison, como muchos otros en Cataluña y otros lugares de la Patria, puso su confianza en Carlos VIII para la futura restauración de la Monarquía Tradicional.

Quien fuera su secretario personal, José María Gibernau Bertrán (otro destacado carlista olvidado), le dedicó a su muerte la siguiente necrológica en La Vanguardia Española:

Antonio Correa Veglison (1904-1971)

Epitafio a Antonio Correa Veglison

Víctima de una grave enfermedad ha muerto Antonio Correa Veglison. Esta es la noticia que ha publicado la prensa de ayer. 

Serán muchos, en este día, los que, especialmente en Gerona y en Barcelona recordarán la figura de aquel hombre, por tantas circunstancias, excepcional. Durante muchos años Antonio Correa Veglison dedicó a las provincias de su mando su inteligencia, su tenacidad y su tremenda ilusión. Tocado con su boina roja y usando normalmente su camisa azul, imagen permanente de unos símbolos que tienen una filosofía y una mística que Antonio llevaba en su corazón y en su cerebro el gobernador civil de Gerona del año 40 y el de Barcelona del 41 en adelante, dedicó 16 horas al servicio de su cargo. 

Los industriales catalanes en aquellas horas difíciles de la reconstrucción nacional encontraron siempre a Antonio Correa a su lado, resolviendo los graves problemas que aquella coyuntura exigía. Los obreros, sin distinción de posturas ni partidismos, tuvieron siempre abiertas las puertas del Gobierno Civil, pidiendo ayuda y, sobre todo, pidiendo justicia. Centenares de veces la figura de Antonio Correo se presentaba en los pisos más humildes de los barrios extremos de Barcelona cumpliendo una obra de misericordia; una obra que para él era una exigencia porque se sentía gobernador civil de todos y al servicio de todos. 

En lo que fue el antiguo Círculo Ecuestre de Barcelona, en aquellos días edificio de la Jefatura Provincial del Movimiento, Antonio Correa dedicaba sus horas más exaltadas a aglutinar a su alrededor a todos los hombres que representaban el 18 de julio. Son a millares los que hoy son obreros, empleados, técnicos, hombres de carrera y que se formaron alrededor de aquel Frente de Juventudes que era la ilusión de Antonio Correa, porque Antonio Correa tenia la idea obsesionante de que la continuación histórica del 18 de julio sólo se podía crear y desarrollar formando unas generaciones que entendieran y sintieran los ideales por los que murieron millares de españoles en nuestra Cruzada. 

Militar por profesión y por convicción, forjado en los ideales del tradicionalismo español y entregado, a corazón abierto, a la poesía, a la mística y a la filosofía de José Antonio en los últimos años de la República Española, Antonio Correa representaba un arquetipo de lo que, al pasar los años, ha sido el Movimiento Nacional. Monárquico con el sentido auténticamente legítimo de la más pura monarquía tradicional. Patriota enamorado de aquella España a la que quería más, precisamente porque no le gustaba. Católico practicante consciente y equilibrado. 

Leal a Francisco Franco sin condicionamientos. Hombre de un valor que rozaba lo heroico sin triunfalismos ni exhibiciones. Y por encima de todo, un exaltado de la justicia social. En este aspecto Antonio Correa tenía quizás su característica más señera. Entendía el sindicalismo español como muy pocas personas y creó a su alrededor unos grupos de hombres entregados y conscientes que aún hoy integran cuadros trascendentes en los Sindicatos españoles y en nuestras Cortes. 

Yo viví a su lado como secretario político tres años inolvidables. Como carlista aprendí de él esta exigencia de unidad que sigue siendo, hoy, la máxima exigencia de nuestro Movimiento Nacional. Fui su secretario, su amigo, casi su hermano. Le conocí íntimamente hasta saber, a ciencia cierta, que Antonio Correa hasta cuando se equivocó lo hizo por generosidad y por ilusión. Por esto puedo afirmar de una manera rotunda que Antonio Correa Veglison ha muerto con la conciencia limpia y el corazón ilusionado. Por eso cuando su cadáver reposa ya en la tierra de su amada montaña, en aquella villa de Cobreces a la que él quería con toda su alma, yo quiero modestamente, humildemente, recordarlo a todos los que le quisimos con el estilo que a él le gustaba por encima de cualquier otra cosa: Con un simple Padrenuestro para que su alma descanse en paz. 

Ha muerto uno de los más inteligentes y leales políticos del 18 de lulio. Conquistó, con méritos propios, el nombramiento de consejero nacional para el que fue designado por el Caudillo. Pero si yo pudiera grabar en su mausoleo un epitafio, seria este: Descanse en paz un hombre bueno e inteligente que amó a Dios y a su patria con generosidad sin límites. 

J. M. GIBERNAU BERTRAN
Consejero nacional

La Vanguardia Española (29-9-1971), p. 8

divendres, 10 de març del 2023

Meditación sobre la fiesta de los Mártires de la Tradición

por Ignacio Romero Raizábal
(Igualada, 8 de marzo de 1967)

Ignacio Romero Raizábal (1901-1975)

Hace ya más de un siglo moría en el destierro el Conde de Molina, el Carlos V de la primera carlistada, hermano de Fernando VII. Y ocho lustros después, otro monarca desterrado, el Duque de Madrid, instituyó la fiesta de los Mártires de la Tradición. 

El 5 de Noviembre de 1895, Carlos VII escribe al Marqués de Cerralbo: 

«Propongo que se instituya una fiesta nacional en honor de los mártires que desde el principio del siglo XIX han perecido a la sombra, de la bandera de Dios, Patria y Rey en los campos de batalla y en el destierro, en los calabozos y en los hospitales y designo para celebrarlo el 10 de Marzo de cada año, día en que se conmemora el aniversario de la muerte de mi abuelo Carlos V. Nadie mejor que aquel antepasado mío personifica la lucha gigantesca, sostenida contra la Revolución por la verdadera España durante nuestro siglo». 

Hacía 20 años que acabó la guerra civil. ¡Y cuántas amarguras y desgracias, deslealtades, desdenes y traiciones, le mordieron el corazón en el transcurso de esos 20 años! Amando a España con locura, tiene que andar peregrinando por el mundo sin volver a verla de nuevo. Francia, Inglaterra, América, Bulgaria, Rusia, Rumania, donde se juega la vida en una guerra que ni le viene ni le va. Y otra vez Francia e Inglaterra, y la India, Egipto y Túnez. Al fin, Italia. Y en el veneciano Palacio de Loredán, regalo de su madre, vive en lo sucesivo entre memorias y banderas carlistas. 

En Loredán organiza sus huestes, tras la escisión nocedalina. Pasan por su palacio personajes de toda índole. Entre otros, la Condesa de Pardo Bazán y el padre de los Ortega y Gasset, que se conmueven ante la majestad proscrita, y un estudiante de Bolonia, el Conde de Romanones, ilustre paladín y consecuente enterrador de la Monarquía liberal. También un catedrático salmantino que abandona la postura integrista y escribe al rey una carta legándole a su hijo, entonces muy pequeño pero que hoy vive y bulle y se llama don José María Gil Robles. Y hace íntima amistad con el Patriarca de Venecia, el futuro San Pío X, uno de los más grandes consuelos de su vida. 

En Loredán se casan dos de sus hijas con todos los honores, que no han de ser felices, y la otra le llena de bochorno. Allí recibe la noticia de su repentina viudez, pues en Enero del 93 muere la dulce Reina Margarita, el Ángel bueno de la Causa, en la «Tenuta Reale» de Viareggio, regalo de su padre el Duque de Parma, el abuelo de nuestro Don Javier. Y en Loredán se casa, al otro año, con la Princesa de Rohan doña Berta, el Ángel malo del carlismo, que hará cuanto le sea posible, con su belleza y artimañas, para lograr el imposible de apartarle de sus deberes. 

Han pasado 20 años, y tantísimas cosas... ¡Qué lejos queda el «¡Volveré!» del 28 de Febrero de 1876, ante sus batallones! Peña Ibáñez describe así la escena en su «Historia de guerras Carlistas» : 

«Caballero en su blanco corcel pasó el Monarca ante aquellas líneas de boinas rojas, albas y azules, entre vítores frenéticos de sus voluntarios, que lloraban... Vibrante trompetería lanzaba al aire pirenaico las notas severas de la Marcha Real... Un paso más y llegó el Rey al puente de Arnegui. Mezclándose músicas, aclamaciones, lamentos y gritos; los voluntarios rompían furiosos sus fusiles...» 

Pero a pesar del paso de los años y a pesar de tantos pesares, Don Carlos no olvidó. Así, y por eso, diría a sus legitimistas franceses, de los que era candidato al Trono de San Luis: 

«Antes de ahora he dicho que nunca abandonaría a España, y hoy lo repito: estoy ligado a sus destinos por torrentes de sangre generosa que he visto derramar en mi defensa. Lo juro una vez más: nunca la abandonaré». 

Los cinco años de guerra robustecieron irremediablemente su amor a España y a sus partidarios. En el prólogo de la lucha escribía desde Suiza: 

«Los que seguís, mi querido Villadarias, esta bandera, sois más que un partido; sois un pueblo, sois el pueblo español. Yo saludo a ese pueblo, siempre generoso y magnánimo, así en la próspera como en la adversa fortuna». 

Y a su madre después, en plena guerra: 

«pero los que valen infinitamente más que todos nosotros son los voluntarios, verdaderos héroes, dispuestos a ser mártires oscuros siempre que se les pide su sangre». 

Y a raíz de la derrota, dirá en un Manifiesto: 

«Testigo de vuestro valor heroico en los días de triunfo, y de vuestra abnegación más heroica si cabe en las horas de la adversidad, jamás podrá borrarse de mi alma el querido recuerdo de los que me fueron leales hasta el último momento». 

Pero esta fiesta de los Mártires, además de su eminente carácter religioso, tiene un significado de fuerte patriotismo. Por eso al año de instituirla, añadirá: 

«Que la conmemoración de nuestros mártires no se limite a satisfacer una necesidad del corazón y una deuda de gratitud». 

Y en esa misma línea ha de insistir, más tarde, a Barrio y Mier: 

«Recomienda, pues, a los nuestros que, sin pompa dispendiosa ni gastos superfinos, antes bien, con la antigua característica de austeridad española, conmemoren ese día, reuniéndose, sobre todo al pie de los altares y en los cementerios donde reposan las cenizas de nuestros mártires, y que no son mansiones de muerte sino recintos de vida y foco de esperanzas legítimas». 

 


En la mente de Carlos VII, la fiesta de los Mártires de la Tradición, sobre su doble raíz religiosa y patriótica, luce un penacho de optimismo. Al año de fundarla, días después de lanzar su Testamento Político, concreta: 

«Descubríos con admiración ante los mártires carlistas. En los rigores del durísimo invierno, dieron a la tierra española con su sangre, la semilla que nuestra primavera verá florecer gallarda». 

No viene mal aquí, aunque no se escribiese para el tema que nos ocupa, lo que a Fal Conde, en una carta desde Viena, le dijo don Alfonso Carlos:

«Dios, que tiene en cuenta tantos heroicos sacrificios, no permitirá que desaparezca nuestra Comunión, firme apoyo de los principios de la Santa Religión y cuya misión deberá seguir aún después, cuando yo no me halle en este mundo». 

Y vendrán muy a cuento, como broche que cierra estas meditaciones, unas palabras elocuentísimas de Mella, «el más grande tribuno, en los últimos tiempos de la Religión y de la Monarquía», en frase de Claro Abánades, y al que le dijo Pablo Iglesias, tras oírle un discurso en la Asociación de la Prensa, en Madrid : «Si Vd. se hiciese socialista, toda España se haría socialista». 

Fue en Zumárraga, a principios del siglo y en «la mayor concentración política hasta entonces vista en España, a la que acudieron más de 25.000 personas», como asegura Oyarzun en su «Historia del Carlismo», así como que estuvo de incógnito, don Jaime. Veinticinco o treinta años antes de que la lista de los Mártires de la Tradición aumentara torrencialmente con la persecución de la República y en los días de la Cruzada. Y entonces. Mella dijo: 

«Hemos de triunfar, y no solamente por la virtualidad de la verdad que defendemos, sino por el mérito que tenemos en servirla a costa de sacrificios innumerables. Si Dios lo premia todo, ¿cómo ha de olvidar a este pueblo carlista que le ofrece el ánfora hermosa de sus trabajos por Él, ánfora llena de sus lágrimas, de su sangre, que tres generaciones han derramado, y que la levanta como un cáliz purísimo ante Dios, diciendo: Señor, en los días funestos en que todos te escarnecían, en que tenías sed y nadie aplicaba a tu boca ni una gota de consuelo, el partido carlista te proclamó, te dio su sangre y su vida y te fue fiel hasta el martirio; y cuando te negaban los sectarios del paganismo, no te quedabas en el Calvario sólo con las mujeres, sino que te acompañaba en tu agonía este ejército de cruzados». 

¡Con qué emoción leería Don Carlos, en su Palacio de Loredán, la reseña del discurso de Mella! Tengo para mí por seguro que recordó su «¡Volveré!» de treinta años atrás, en el Puente de Arnegui. ¿Y por qué no también, el principal motivo por que instituyese la fiesta de los Mártires de la Tradición?

dilluns, 27 de febrer del 2023

Aplec carlista de Montserrat 2023

Fidels al compromís contret de desgreujar i exigir la restauració del Requetè jacent vilment sostret l'any passat, els carlins, fills, néts i besnéts del Terç de Montserrat que es mantenen fidels als ideals dels seus avantpassats i molts altres tradicionalistes per convicció, amb les seves famílies, vam anar a Montserrat el dissabte 25 de febrer, com ja vam fer l'any passat.

Ni el fred ni les previsions de pluja no va influir en l'ànim dels carlins de deixar palès que la causa de Déu, la Pàtria i el Rei segueix viva i que no aconseguiran esborrar la seva gloriosa història.

Davant la cripta on estan enterrats molts dels morts en combat de la Croada Nacional de 1936-1939, el nostre capellà, mossèn F. va resar un respons al que vam acompanyar amb les nostres pregàries, tot recordant, com deia l'escultura, el seu exemple i sacrifici.

Tot seguit, vam realitzar una petita processó fins a l'abadia, amb el sant crucifix per davant i les nostres banderes d'Espanya amb el Sagrat Cor, creus de Borgonya, senyeres catalanes i la bandera històrica del Terç de Lepant. La majoria portàvem les boines rojes i blanques de la Tradició espanyola, entonant càntics religiosos i patriòtics, mentre rebíem les simpaties de la resta de pelegrins. «Tant de bo us facin cas i restaurin el monument», ens deia una senyora. «Visca Espanya!», cridaven uns altres.

Com diu el refrany castellà, «no hay mal que por bien no venga», i en aquest cas la retirada d'un Requetè de pedra ha fet possible que, any rere any, torni a haver-hi requetès de carn i ossos a Montserrat, cosa que als separatistes els ha fet força ràbia quan s'han assabentat de l'èxit del nostre acte per les xarxes socials.

En arribar a dalt, davant de la façana exterior de l'abadia, una jove margarida vinguda d'un poble de la Catalunya de l'altre costat de l'Ebre amb la resta de la seva lleial família, va llegir el següent manifest, que va poder escoltar el mateix abat, que va treure el cap per una finestra del monestir.



MANIFEST DE L'APLEC DE MONTSERRAT DEL 2023

Fa un any vàrem pujar a aquesta santa muntanya per suplicar a la comunitat benedictina que restaurés al lloc que li correspon l'escultura del Requeté. En nom d'una Llei de des-memòria històrica havia estat retirada injustament del lloc on donava testimoni a les futures generacions. Aquesta escultura ens parlava del que fa dècades va passar a aquesta terra i ara volen silenciar. Des de fa un any que esperem la resposta a la nostra petició i l'Abadia segueix muda. És el silenci dels qui no tenen cura del seu ramat i que denuncia el profeta Isaïes (Is. 56, 10-12) amb l'apel·latiu dels “gossos muts”. 

Deia el nostre Senyor Jesucrist als seus deixebles, si vosaltres calleu parlaran les pedres (Lc. 19, 40). Davant el vostre silenci, les escultures, les creus, les plaques i els Mausoleus que recordaven els nostres màrtirs de la darrera Croada, parlaven per vosaltres. Aquest era el testimoni llaurat en pedra i ferro que esquitxava la nostra Pàtria allà on hi va haver persecució religiosa. També aquests monuments recordaven els llocs on van oferir les seves vides tants i tants voluntaris als camps de batalla.

Avui molts d'aquests monuments han estat enderrocats o retirats. L'afany del govern socialista per acabar amb ells coincideix amb el de grups terroristes com ETA que van iniciar les seves atrocitats atemptant contra tot el que recordés la nostra Creuada.

Els enemics de Crist no volen que les pedres siguin testimonis de l'exemple i el sacrifici de tants catalans per preservar la fe de la seva gent gran davant la persecució religiosa. Dol profundament que ànimes malaltes hagin demolit el Viacrucis de pedra a Villalba de los Arcos. Era un Viacrucis que va erigir la Germandat del Terç de Requetès de Montserrat, per pregar i reconciliar els caiguts de tots dos bands a l'enclavament de quatre camins. Han enderrocat fins i tot el monument erigit en record i sufragi de les ànimes dels republicans que hi van caure. Aquest és el seu odi a la creu. Va ser en aquest lloc, anomenat Punta Targa, on la secció de xoc del Terç va perdre tres quartes parts dels seus homes que es van llançar a pit descobert i van regar amb la seva sang els camps. Aquest és l'esperit de lluita i entrega, exemple i sacrifici que volen que oblidem.

Pel Terç de requetès van passar gairebé 2.000 catalans, dels quals 319 van morir en combat i 633 van ser ferits. Per això, al mosaic de la volta del Mausoleu del Terç, brillen 319 estrelles, una per cadascun dels morts. Aquests estels acompanyen la Moreneta, als peus de la qual està enterrat Mossèn Ramón Carrera Iglesias, el tan estimat Pater, mort durant la batalla a Code. Aquesta joventut catalana militava al camp de la Tradició i de la religió. Molts dels voluntaris eren membres de la Federació de Joves Cristians, de les Congregacions Marianes, de l´Acció Catòlica o les Conferències de Sant Vicent de Paül. Per això van ser igualment exemple d'apostolat.

Arribaren al Terç fugint de la cruel persecució religiosa exercida implacablement a la Catalunya republicana. A aquesta Catalunya es van produir 2.441 assassinats d'eclesiàstics. Entre ells tres bisbes de les nostres diòcesis (sense comptar amb el bisbe Polanco), 1.538 sacerdots, 824 religiosos i 76 monges. A ells cal sumar gairebé 6.000 seglars assassinats vilment i de la sang dels quals és en última instància responsable Lluís Companys. L'historiador Josep Maria Solé i Sabaté reconeix que durant aquest període es va produir una autèntica “orgia de sang” i “un dels episodis més tristos de la història de Catalunya”.

Avui som als peus de la Moreneta per suplicar-li que ens doni forces per no oblidar l'ofrena de sang que va permetre que la fe tornés a Catalunya o la restauració d'aquesta comunitat benedictina de la qual van morir 23 monjos màrtirs. No volem que caiguin en l'oblit el nostre bisbe màrtir D. Manuel Irurita, els torturats a les Chekas, als camps de treball; dels “tribunals populars”, els cruels assassinats a les nits a les cunetes, o de la fossa comuna més gran en què es va transformar el cementiri de Montcada i Reixach, en què van jeure 1.200 assassinats. Tota llei injusta no és llei, deia Sant Agustí, per això no reconeixem l'anomenada Llei de Memòria Democràtica. Per què un poble té el deure de conservar íntegra la memòria per no perdre la identitat.

Els qui han retirat l'escultura del Requeté pretenen oblidar el que va ser l'esperit de la veritable Catalunya. I en aquest cas, l'oblit és traïció. Martín de Riquer, un dels integrants del Terç, recollia en el seu Quadern de combat el sentir d'aquells herois: “Mai com aquells dies he sentit les paraules deure, honor, Espanya, Catalunya, pronunciades amb més serietat i en el seu autèntic sentit ; i les frases com: Tens por? - Jo només temo Déu; o Estàs preparat? – Sí, no tinc res a témer, us asseguro que eren dites amb un convenciment ferm i decidit. I malgrat tot, el bon humor no es perdia mai”. Aquest esperit és el que reflectia l'escultura que amaguen els nostres ulls. Ella representa catalans com el gironí Ramon Camps Nogués que moria defensant la seva posició a la Batalla de l'Ebre cridant “Visca Espanya”, en la seva llengua catalana que era l'única que coneixia.

Són tantes les històries d'amor a Déu i a la Pàtria que es van viure al Terç que mai no les acabaríem de contar. Només cal recordar que de entre els seus homes van sorgir 22 vocacions religioses. Un explicava com va néixer la seva vocació en ajudar a morir un correligionari: “La sang li sortia a raig del seu pit trencat. Les bombes caien per tot arreu i era impossible demanar ajuda. Se'm va ocurrir dir-li que reséssim junts l’acte de contrició i que només havia de seguir-me amb el pensament. Va assentir amb el cap i vaig començar el Senyor meu, Jesucrist… El ferit, amb la mirada girada a un costat de la barraca, repetia fatigosament les meves pregàries mentre la seva veu s'anava apagant. No va poder continuar i ja només movia els llavis ensangonats fins que vaig acavar l’oració. Mai havia fet un acte tan gran i important com ajudar a morir un home. Llavors vaig decidir fer-me capellà”.

Oh Santa Maria de Montserrat! Estem segurs que no permetràs que es perdin en l'oblit les gestes dels teus fills i l'amor que van professar a Vós, al vostre Fill, a Santa Església i a la Pàtria. Que ells segueixin il·luminant el nostre combat aquí a la terra. I tu, Mare Santíssima, protegeix a nosaltres els teus fills en aquestes hores de foscor i confusió. No permetis que defallim en la defensa de la fe i les nostres tradicions, ni que la sang dels nostres màrtirs sigui estèril. Et demanem, com cantava Verdaguer, que:

“Des del cim d'eixa muntanya
beneïu nostre país,
beneïu tota l'Espanya,
feu-ne vostre Paradís”.

Restaura Senyora aquesta Santa Muntanya, La nostra terra catalana i la Pàtria sencera. I després del combat en aquesta vida acull-nos al Cel com vas acollir als teus estimats requetès del Terç que reposen als teus peus esperant la Resurrecció de la carn i el judici final. A canvi, ens conjurem a lluitar pels nostres sacrosants ideals amb totes les nostres forces sense rendir-nos mai. Així ho prometem i així ho farem.

Visca la Mare de Déu de Montserrat!
Visca la Catalunya hispana i cristiana!
Visca sempre Espanya!
Visca Crist Rei!



dissabte, 21 de gener del 2023

Así nacieron los Sindicatos Libres en Barcelona (1919)

por Eduardo Comín Colomer

Eduardo Comín Colomer
(1908-1975)

Corría el mes de octubre de 1919, cuando —precisamente el día 19— tuvo lugar una reunión en la calle Tapinería, número 32, principal, de Barcelona. Aquel local era la sede del Ateneo Obrero Legitimista y albergaba en dichos momentos a un centenar de trabajadores. El motivo de la asamblea era muy concreto: «tomar acuerdos relacionados con la lucha social.» 

Ocupaba la presidencia Juan Constant, quien explicó que recibida una petición de lugar de reunión formulada por un grupo de asociados al Ateneo, les había sido concedido aquel salón. Seguidamente, Ramón Sales, miembro de la Sección de Acción político-social del mismo Centro, «Crit de la Patria» («Grito de la Patria») fue autorizado para hablar. Concretas sus primeras frases: se trataba de buscar el contacto entre los obreros socios del Ateneo Obrero Legitimista «para ver si todos convenían en que había llegado la hora de libertarse del salvaje yugo terrorista». 

Se identificó Sales como afecto al Sindicato Único Mercantil (CNT), resaltando que no quería seguir contribuyendo a la obra anárquica llevada por la Organización. Insistió en que el cenetismo era una imitación del caos ruso y ningún obrero consciente podía seguir en sus filas.


EL AGUA ENVENENADA 

El metalúrgico Francisco Farré, adhiriéndose a lo dicho por Sales, refirió que los «Únicos» habían asesinado a varios compañeros suyos, trabajadores de la Casa Girona, al envenenar el agua que bebían en la sección. Para quien quiera comprobar este hecho le remitimos, sencillamente, a los periódicos barceloneses del 20 de agosto de 1919. El resumen de la noticia es: 

«En la fundición Girona, ocho obreros no asociados bebieron agua de un cántaro, que, al parecer, estaba envenenada. Dos de ellos murieron rápidamente y seis pasaron al hospital en grave estado.» 

Completaremos la nota diciendo que el total de los fallecidos fue de cuatro. A continuación surgió el contradictor, en la persona de Miguel Fernández, del Ramo de la Madera y delegado anarcosindicalista en los talleres Ribas y Pradell.

Enumeró las reivindicaciones conseguidas por la acción sindical y justificó su oposición a crear una nueva entidad, señalando que «debilitaría a la existente». 

El resto de los que hablaron fueron los reseñados seguidamente, con sumaria .el indicación de sus opiniones. 

Salvador Framis no creía que llegara a producirse escisión en los obreros, por ser esencialmente obrera la organización que se pretendía, por lo cual, siendo para todos iguales las cuestiones económicas, contarían con el apoyo de todos los sindicatos, sin distinción entre éstos. 

Milian, carpintero de oficio, veía con simpatía la fundación de una entidad sindical, más acorde con el sentir de los obreros, por no estar él conforme con el amor libre y demás prédicas de los Sindicatos Únicos, exteriorizadas en sus periódicos.

Roger de Lluria, dependiente mercantil, era favorable porque los trabajadores tenían que defenderse del egoísmo patronal, sin verse precisados «a pagar bandas de asesinos». 

José Rafa, de la barriada de Sans, manifestó que ya era hora de dar el pecho y la cara por la libertad de los hombres de ideal. 

Pedro Mediavilla se manifestó contrario al nuevo organismo, pero afirmó que no iría nunca en contra de lo que se acordara. Desempeñaba el cargo de Delegado del Sindicato Único en la Hispano-Suiza. 

Ruperto Lladó, dependiente mercantil, tronó contra los excesos del Sindicato Único, estando conforme con actuar en su contra. 

Vives, de la barriada de San Andrés, aclaró que hacía tiempo que trataba de salirse del Único por ser inhumano y contrario a sus ideales; pero no se había atrevido a dar el paso solo. Aseguró que en aquel momento eran muchos los obreros dispuestos a dejar las filas de los sindicatos dirigidos por el anarquismo. 

A juicio del cotizante del Ramo del Agua, Rivera, había que seguir en el Único y depurarlo si era posible. 

El dependiente mercantil Gaya, se adhirió a la creación del nuevo Sindicato.

Para el reunido Aizcorbe era necesaria la creación de una entidad similar a los Sindicatos del Norte (4). 

Esta orientación fue inmediatamente combatida por Ramón Sales, diciendo que en Barcelona no podía hablarse de Sindicatos católicos, considerados siempre «amrillos».

De forma muy distinta se expresó el trabajador apellidado Jaca, que consideró que el Único aplastaría inmediatamente a quienes se les opusieran. 

Garriga estaba conforme con nuevo Sindicato, siempre y cuando hubiera «mejor administración que en el Único». 

Otros hombres de filas continuaron expresando opiniones; unos en pro y otro en contra de nueva entidad sindical. Cuando se habló de someter la propuesta a votación hubo protestas por ambas tendencias, estimando que si alguien quería formar un Sindicato podía hacerlo sin arrastrar a nadie.


DOS SINDICATOS FRENTE A FRENTE Y CON LA PISTOLA EN LA MANO

Ramón Sales Amenós
(1893-1936)

Y, naturalmente, no tardó en producirse el alboroto, acusándose a quienes no querían votación de temer a los pistoleros del Único. Pero quedaron deslindados los campos, formándose dos grupos en la misma sala del Ateneo Obrero Legitimista en que se verificaba la reunión. Los partidarios del Sindicato Libre comenzaron a discutir las líneas generales de orientación de la nueva entidad. Salvador Framis entendía adecuada la organización regional, de momento, con secciones de cada población. De entrada, Ramón Sales defendió como denominación la de «Sindicato Libre Regional», convencido de que serían muchos los del Único que pasarían a sus filas, cansados de la tiranía del acratismo. Luego se irían creando secciones o sindicatos de Ramo, conforme ingresaran nuevos asociados. 

Mediante votación secreta, quedó designada la siguiente Junta directiva.

Presidente: Ramón Sales; Secretario, José Baró; Tesorero, Salvador Framis. Vocales, Antonio Cavestany, Ruperto Lladó y José Gaya. 

Los Delegados nombrados por el mismo procedimiento eran: 

De San Andrés, Tomás Vives y Ruperto Lladó; de Sans, José Rafa y Pedro Porta; de San Martín, Francisco Farré y Pedro Mediavilla; de Hospitalet, Cipriano Casas y Ginés Mirete, y de Badalona, José Arqués Montaña y Pedro Torrens. 

Poco tiempo después, más de la mitad de los mencionados habían caído bajo el pistolerismo anarquista. Tenemos a mano, en el momento de escribir estas líneas, referencia de Tomás Vives, asesinado el 3 de abril de 1920; de Pedro Torrens, el 12 de mayo del mismo año, y de las heridas originadas por disparos hechos contra Cipriano Casas, el 9 de junio de igual año. 

Voy a citar a Pestaña. Ángel Pestaña Núñez, a quien habrá de mencionar en otras ocasiones, publicó un libro, «Lo que aprendí en la vida» (5) al que, indudablemente, se dio mucho importancia, aceptándose sus puntos de vista y no sólo en lo relativo a pistolerismo y atracos obra de elementos anarcosindicalistas, sino a todo género de cuestiones sociales. La fecha de aparición de la obra no podía ser más favorable a lo que tal «líder» era y representaba (1934) y, sobre los Sindicatos Libres establecía tajantemente: 

«Los Sindicatos Libres, ficción que sirvió para engañar a la opinión pública española, haciendo creer que para acabar con el terrorismo del Sindicato Único los mismos obreros, pero que no pensaban como los que orientaban a aquél, habían organizado otros Sindicatos, y a los actos de fuerza y terror respondían con otros actos de terror y fuerza, no eran sino grupos dispersos de la banda organizada por la patronal y encuadrados en unos minúsculos Sindicatos católicos que existían en Barcelona, de cuya dirección se apartó a los que la ostentaban hasta entonces, se colocó a los miembros de los Requetés a que hemos hecho referencia y se les cambió de denominación. Esta es la verdad pura y desnuda»

Pero esa no era la verdad, ni pura, ni desnuda y eso le constaba positivamente a Pestaña, como le constaba su campaña desde «Solidaridad Obrera» contra don Manuel Brabo Portillo, apoyada en cartas falsas. Y menos mal que reconocía la existencia del «terrorismo del Sindicato Único». Por la transcripción de la sesión constitutiva del sindicalismo «libreño» habrá podido apreciar el lector cual fue el objetivo de aquel y la asistencia a la reunión dé trabajadores de diversas tendencias, así como el rechazo de la idea de dar a la entidad un tinte católico.

Las organizaciones de este tipo que existían en Barcelona, continuaron funcionando como tales y algunos de sus afiliados cayeron también frente a los grupos de acción anarquistas.


MARTÍNEZ ANIDO, GOBERNADOR DE BARCELONA 

Volviendo al tema principal, referiremos que la Junta procedió a la redacción del Reglamento que fue presentado en el Gobierno civil. Bastante trabajo costó la inscripción de la entidad, pues las cosas iban demorándose inexplicablemente. Los «libreños» como expone Baratech (6), ante las dilaciones en devolvérseles el duplicado de los estatutos, decidieron comenzar su actuación, aunque reuniéndose cada vez en lugar distinto de la ciudad, para evitar las represalias de los «únicos» que no tardarían en producirse. 

El Rvdo. P. Juan N. García Nieto (7) —y queremos que el lector recuerde previamente las fechas en que fueron agredidos algunos «libreños», conforme hicimos constar— escribió:

«La C. N. T., con todo su ardor anarquista, se preparó para la lucha. El mismo día 8 de noviembre de 1920, cuando Martínez Anido era nombrado gobernador civil de Barcelona, se constituyeron las «Juventudes Sindicalistas de la C. N. T., para «responder» a los atentados cometidos por el Sindicato Libre.» 

La afirmación la estimamos gratuita, como la que a continuación transcribimos:

«De hecho, el Sindicato Libre no se cuidó de formar instituciones obreras y en su seno aparecieron grupos armados, similares a los del anarcosindicalismo, aunque de signo contrario.» 

Nos extraña mucho, además, esa rotunda afirmación del Rvdo. P. García Nieto, por cuanto en la relación de obras que ofrece como consultadas hace figurar «Los Sindicatos Libres de España», aunque apreciemos algunos errores en la referencia, como dar 1937 de fecha de edición, siendo realmente 1927, y citar «Baratech, Alfaro», como autor, siendo Feliciano Baratech Alfaro. Si la obra se consultó, el examen hecho debió ser muy somero, no obstante ser libro imprescindible para tratar de los Sindicatos Libres españoles. Entre otras razones, contiene la descripción de reuniones y congresos, así como de entidades dependientes de la organización. Insisto en que resulta raro pasar por alto el funcionamiento de entidades «libreñas» como los Sindicatos de Empleados de Banca, de la Catalana de Gas y Electricidad, para toda la región; de Peleteros, de Obreros vaqueros, del Mercantil, de Panaderos, de Carreteros, de Ferroviarios, de Peluqueros y barberos, de tabernas, bares y análogos; de cocineros, de doradores, de Albañiles y peones, de chocolateros, de espectáculos, de camareros y ramos de la piel, de Artes Gráficas, de curtidores y charoleros, de teléfonos, de profesiones varias; de cerveceros, de vidrieros, textil, del agua de Carpinteros y otros muchos más. De donde resulta que el Sindicato Libre se cuidó de encuadrar a sus afiliados en las consiguientes entidades profesionales, no obstante, el criterio de referencia.


"SOLIDARIDAD OBRERA" AL SERVICIO DEL ESPIONAJE ALEMÁN

Pero hemos de volver a Gerald Brenan para puntualizar ciertas cuestiones por él afirmadas.

Pestaña (8), al referirse al periódico «Solidaridad Obrera», dijo: 

«...Cuando los individuos que desempeñaban los cargos de administrador y director vieron que la organización abandonaba sus deberes y peligraba el diario por falta de medios económicos, en vez de confesarlo dignamente y llegar a la suspensión del diario si era preciso, optaron por el camino tortuoso de aceptar dinero del servicio de espionaje alemán...»

«El procedimiento seguido para aceptar aquellas cantidades que el espionaje daba fue la publicación de artículos muy bien documentados acerca de la emigración de obreros españoles a Francia. Quien quiera enterarse puede consultar la colección de «Solidaridad Obrera» de aquella época y lo verá. Se hizo una intensa campaña contra la emigración. Pues bien: las notas para documentarse y alguna vez los artículos ya escritos eran entregados al director de «Solidaridad Obrera» por un agente del espionaje alemán en determinados lugares de cita que se daban. Frecuentemente era un cafe. Y con los artículos y las notas, el precio correspondiente y estipulado.»

También quedó constancia de que los Sindicatos Libres fueron constituidos el 19 de octubre de 1919 y de que el general don Severiano Martínez Anido toma posesión del Gobierno civil de Barcelona el 8 de noviembre de 1920. Además de demostrar que aquél no intervino para nada en la fundación, pues se los encontró en marcha, cae por su base la afirmación de haber sido los «libreños» quienes tomaron la iniciativa en las represalias. Recomendamos el repaso de esas bajas sufridas por los «libreños», ya mencionadas, anteriores al nombramiento del general para gobernador civil de la Ciudad Condal. 

Brenan menciona la creación de un Sindicato de Banca, a despecho de la fuerte oposición de los banqueros. Esto podía hacer reflexionar a cualquiera, llevándole a pensar que los sindicatos libres no eran instrumentos de la Patronal, pero Brenan no lo entiende así. Además, podemos aclarar que en Barcelonia existía una sociedad de empleados de Banca y Bolsa, fundada precisamente por los propios banqueros. Y a principios de 1920 quedó establecido el Sindicato de Empleados de Banca y Bolsa, que obtuvo el reconocimiento patronal —tras muchas dudas— el 6 de noviembre del mismo año. Hasta el 17 de julio del siguiente no ingresó en bloque dicho Sindicato en la Organización «libreña». Comprendemos la contrariedad de banqueros que propala Brenan; pero los elementos de la Confederación Nacional de Sindicatos Libres fueron ajenos a la fundación que luego habría de engrosar sus filas.


Tomado de Comín Colomer, Eduardo: A pistoletazo limpio en las calles de Barcelona, Aragón Exprés (28/2/1973), págs. 18-19 

dissabte, 17 de desembre del 2022

Historia del mellismo en Cataluña

 TRADICIÓN, CATOLICISMO, PATRIA, MONARQUÍA: LOS MELLISTAS

Unos doscientos comensales llenan el 7 de junio de 1921 el salón de actos del Hotel Majestic para escuchar a Juan Vázquez de Mella. Este concluye su intervención así: «Gracias a todos desde el fondo de mi corazón, y, para expresaros mi sincera gratitud, dos vivas que resumen mi pensamiento: ¡Viva la Religión! ¡Viva Cataluña!». Los asistentes aplauden y le contestan con más vivas a la religión, Cataluña y España. Desde la mesa presidencial el político saluda. Detrás de él una enorme bandera española. Está acompañado de la Junta Regional Tradicionalista de Cataluña, sus correligionarios en su nueva aventura política. Juan Vázquez de Mella lleva ya tres días en Barcelona. 

Ha pronunciado un mitin en el Teatro Goya y tiene otro programado en el Centro del Ejército y la Armada. Ha venido de gira propagandística para defender su programa político. Su proyecto ha dividido a los carlistas. Ha roto con el pretendiente don Jaime y los jaimistas no se lo perdonan. En su llegada al apeadero de Gracia se dieron los primeros incidentes; las fuerzas del orden tuvieron que recurrir a mangueras de riego para separar a mellistas y jaimistas. Al día siguiente, durante el mitin, nuevas trifulcas entre jaimistas que habían entrado a reventarlo y mellistas que tratan de expulsarlos a patadas. El carlismo barcelonés muestra, una vez más, su perfil más bronco. 

Juan Vázquez de Mella había destacado como diputado tradicionalista en las Cortes, en las que ocupó escaño desde 1893 a 1916. Tanto como parlamentario, como en los innumerables mítines en los que participó, destacó por su oratoria, acompañada de un tono de voz áspero y duro. Director de prensa y teórico del tradicionalismo, rompió en 1919 con el pretendiente don Jaime. Las primeras desavenencias habían estado motivadas por la postura ante el conflicto europeo. Vázquez de Mella, admirador de los imperios centrales, se mostró como un decidido germanófilo, frente a la defensa de los aliados que hada el pretendiente. Esta fue una de las causas de la escisión, pero no la única. 

En 1919 Vázquez de Mella presenta su nueva organización, un partido católico tradicionalista. Su programa político trata de dar una salida posibilista al carlismo, dotarlo de más realismo para conseguir su desarrollo político. Habla de monarquía tradicional, voto imperativo, representación por clases y regionalismo federativo. Se pone el énfasis en la unidad de la patria, pero respetando el foralismo y, en el tema social, se muestra partidario del corporativismo. A pesar de participar en las elecciones, aboga por una dictadura militar que acabe con el parlamentarismo liberal. La cuestión dinástica, fundamental para los jaimistas ortodoxos, se convirtió en algo secundario. El mellismo aspiraba a superar el enfrentamiento entre ortodoxia carlista y alfonsismo liberal. Añadían a su credo una defensa cerrada del catolicismo, una postura integrista respecto al tema religioso. Su lema era «Tradición, Catolicismo, Patria, Monarquía». Aspiraban así a liderar un gran proyecto contrarrevolucionario, una federación de extremas derechas, pues según su fundador la lucha había de ser con las extremas izquierdas, ya que los partidos moderados estaban condenados a desaparecer. 

Es un proyecto político antiliberal y contrarrevolucionario con semejanzas a otros que surgieron en Europa tras la Primera Guerra Mundial. En suma, una derecha autoritaria que veía con buenos ojos el golpe de Primo de Rivera, convirtiéndose en firmes defensores de la Dictadura. Esto lo acercó a un reconocimiento de facto de la rama alfonsina. 


Número de El Pensamiento Español
que daba cuenta de uno de los mítines
de Mella en Barcelona en 1921.


En Cataluña, las ideas de Vázquez de Mella, ya antes de la escisión, habían seducido al sector más españolista del carlismo, opuesto a los acuerdos y las alianzas con la Lliga Regionalista. Además, este sector era el más clerical y ultraderechista del tradicionalismo catalán. Francisco de P. González Palou, fundador del Círculo Obrero Tradicionalista La Margarita y del Requeté en Barcelona, explicaba las razones que le llevaron a separarse del jaimismo y abrazar el mellismo: «la estrecha alianza con el catalanismo, la negativa de don Jaime a contraer matrimonio, la consagración de España al Sagrado Corazón de Jesús en el Cerro de los Ángeles en mayo de 1914 por el rey don Alfonso XIII [...] y el manifiesto de Don Jaime [...] desautorizando a los que durante la guerra mundial de 1914 se pusieron de parte de los imperios centrales». Españolismo, integrismo y germanofilia. 

Los mellistas catalanes convocaron una asamblea regional en mayo de 1920 en el Círculo Tradicionalista El Loredán de Badalona para organizarse. Asistieron más de un centenar de delegados. Allí estaba su jefe regional, el abogado Teodoro de Mas, el también abogado Pedro Vives, el canónigo José Montagut o Ildefonso Cebriano, director de Monarquía Cristiana. Mella puso especial interés propagandístico en Cataluña, donde pensaba que sus ideas autoritarias y tradicionalistas podían encontrar eco en unos momentos de grave enfrentamiento social y político, donde ya existía un «partido militar» y una derecha que pedía mano dura. En junio de 1921 Vázquez de Mella se embarcó en la gira propagandística por Cataluña que hemos visto y que, además de a Barcelona, lo llevó a Badalona, Vic, Girona, Olot y Tarragona. 

En Barcelona, los mellistas se habían agrupado en 1920 en el Círculo Católico Tradicionalista. En agosto abren la que será su primera sede, en Alta San Pedro, hasta entonces local de sindicatos católicos. En el momento de su inauguración no llegaban a la cincuentena de socios. Crecerán. Su presidente es el abogado Pedro Vives Garriga, un veterano carlista, ferviente germanófilo, sospechoso de espiar para los alemanes. Vives es, además, hombre de acción. Había estado implicado en peleas callejeras en sus años mozos, en 1909 fue detenido por atropellar a Santiago Gubern, diputado del Centre Nacionalista Republicá, y era acusado por los cenetistas de haber pagado a pistoleros del Sindicato Libre y de servirles de enlace y coordinador desde el Círculo. Durante el mitin de Vázquez de Mella en Barcelona, Vives no dudó en ir a buscar a los alborotadores jaimistas que habían silbado y pataleado al inicio del acto. De resultas de la trifulca resultó mordido en un dedo. 

En Badalona, la escisión mellista se hizo durante unos años con la dirección del Círculo Tradicionalista El Loredán, la principal entidad carlista de la ciudad. De sus filas saldrán algunos de los fundadores de las Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalista (JONS). Pero eso es una historia que conoceremos más adelante. 

Los mellistas del Círculo Católico Tradicionalista dieron un apoyo entusiasta a la Dictadura de Primo de Rivera. En noviembre de 1923 celebraron una asamblea para reorganizarse tras el golpe militar. Se nombró una nueva directiva y se aprobó «exteriorizar un aplauso fervoroso y una felicitación efusiva a la gestión purificadora realizada por el Directorio». Como premio por su apoyo, Pedro Vives será nombrado concejal del Ayuntamiento de Barcelona en 1924. En ese cargo se mantendrá hasta 1930. Disuelto el mellismo como organización política tras la muerte de su fundador en 1928, sus antiguos partidarios barceloneses se convirtieron en un grupo de apoyo a la Dictadura. Sus características, más ultraderechistas que tradicionalistas, las vieron reflejadas en el nuevo régimen. Vives siempre defenderá que «en el terreno político» debían cooperar con la labor de Primo de Rivera «ya que después de haber barrido a los partidos políticos que empobrecieron a España, nos libró de la anarquía, que amenazaba hundirnos en el caos, y ha resuelto el problema de Marruecos merced a su clarividencia y energía». A pesar de ello nunca se disolvieron dentro de la Unión Patriótica, como sí hicieron sus correligionarios de Badalona o Manresa. 

El Círculo tiene juventudes, sección dramática y de Excursiones y Tácticas, que encubre actividades paramilitares. Pronto llegarían a ser dos centenares de socios. Además de por su españolismo, la entidad destaca por su integrismo católico. En 1925 son los principales promotores de un peregrinaje a Roma con motivo del Año Santo. Esos días, por las salas de la entidad atruena la voz del canónigo José Montagut, organizador de la expedición. Montagut, proveniente de la corriente integrista del tradicionalismo, se había convertido en un firme defensor del programa de Vázquez de Mella. Sus ortodoxos principios católicos y el decidido españolismo del mellismo casan a la perfección con el integrismo religioso y feroz anticatalanismo del padre Montagut. Para el canónigo está claro el objetivo de la peregrinación: «una manifestación de españolismo en la capital del cristianismo». Además, como sabemos, se convirtió en un fanático primorriverista y publicista de la Dictadura. 

En octubre de 1926, el Círculo Católico Tradicionalista lanza su propia publicación, Plus Ultra. Su objetivo es «elevar en cada corazón español un altar de veneración perpetua a la SANTA MADRE ESPAÑA». El españolismo, el antiseparatismo y la defensa de la religión llenarán sus páginas, sin descuidar las loas al Directorio y al dictador. A pesar de salir con pretensiones de «semanario de batalla», solo publicaron seis números en su año y medio de existencia. 

El mellismo barcelonés no estuvo exento de tensiones internas. En marzo de 1924 se organizó, al margen del Círculo Católico Tradicionalista, la Juventud de Acción Tradicionalista. La presidía Francisco de P. González Palou, al que ya conocemos. Duró poco, ya que un año después se disolvió cuando un sector cuestionó su colaboración con la Dictadura. El secretario era José M. Thió Rodés, que en 1920 había participado en la Unión Española de Estudiantes de Cataluña, y como bibliotecario figuraba Ildefonso Cebriano, al que conoceremos mejor. 

Otros disidentes del Círculo Católico Tradicionalista crearon en febrero de 1927 el Círculo Social Tradicionalista de Barcelona. Estaba presidido por el médico Ramon M. Condomines. Tenían su sede en el local del Centro de Defensa Social de la calle Cucurella. Más que una organización política, se trataba de una entidad cultural dedicada a conmemorar la onomástica del rey, el aniversario del golpe de Estado y a organizar actos musicales y de exaltación católica.


Tomado de Mota Muñoz, José Fernando (2020) «¡Viva Cataluña española!: Historia de la extrema derecha en la Barcelona republicana (1931-1936)», págs. 47-50