dimecres, 21 de juliol del 2021

Los bárbaros en Tortosa (1936-39) III - ¡El Tercio se ha sublevado!

por José Monllaó Panisello «Llaonet»

CAPÍTULO III 

¡¡El Tercio se ha sublevado!! 

En la Redacción de «Heraldo de Tortosa», como en las redacciones de la mayoría de periódicos, se reunía todas las tardes una peña de amigos que comentaban las noticias que circulaban referentes a política local y nacional: los sucesos del momento. Esta reunión la componían ordinariamente D. Fran-cisco Mestre y Noé, cronista de Tortosa y uno de los hombres más insignes y cultos de la ciudad, D. Juan Palau Mayor, ex Diputado, D. Antonio Campos Sapiña, Abogado, D. Luis Llasat, D. Enrique Mur, D. Ernesto Mestre, Vetericario, D. Manuel Gordon, Secretario del Banco de España —todos fallecidos y la mayoría asesinados por los marxistas—, D. Francisco Pentinat, D. Roberto Andreu, Director del citado periódico, el Cronista y algún que otro señor que venía en busca de noticias de última hora. 

El cronista, redactor-jefe de dicho periódico, estaba encargado de recoger las conferencias de los corresponsales de Barcelona y Madrid, que generalmente eran transmitidas a las cinco de la tarde, para la edición que se publicaba a las seis y media de la misma. 

El día 18 de julio, al entrar en la redacción, de regreso de teléfonos, nos encontramos reunidos a la mayoría de señores que hemos nombrado, y que ansiosamente nos estaban esperando, ya que durante todo el día habían circulado rumores de haberse producido sucesos de extraordinaria importancia en Marruecos y en algunas ciudades españolas. 

Al llegar, la pregunta fué unánime: 

—¿Qué noticias gordas nos traes? 

A la que dimos rápida contestación: 

—El Tercio y los regulares se han sublevado en Marruecos. En Madrid y provincias han sido detenidos algunos generales y centenares de oficiales. Parece que la cosa está que arde... 

Y les leí las siguientes históricas notas, ya que desde aquel momento se empezó la reconquista de España por los verdaderos amantes de la Patria. 

«NOTA OFICIAL DEL GOBIERNO.—UN MOVIMIENTO SUBVERSIVO.—Parte del Ejército español en Africa se ha sublevado en armas contra la República. El movimiento está circunscrito a determinadas ciudades del Protectorado, sin que nadie en la Península se haya sumado a tan absurdo intento. Es completamente falso lo dicho por radio Ceuta, simulando ser radio Sevilla, sobre cosas ocurridas en Madrid y en el resto de España». 

«OTRA NOTA OFICIAL DEL GOBIERNO.—De nuevo el Gobierno se dirige al país para manifestarle que la tranquilidad es absoluta en toda España. El Gobierno ha recibido gran número de ofrecimientos, dando ejemplo de serenidad y de confianza en el Poder. 

Gracias a las medidas adoptadas puede darse por desarticulado un amplio movimiento de agresión a la República. Sólo las fuerzas de Marruecos han sido arrastradas por la pasión política. El Gobierno ha tomado medidas radicales. Se ha practicado la detención de varios generales, jefes y oficiales complicados en el Movimiento. También ha sido detenido un avión extranjero en el que había de entrar en España un cabecilla. 

La acción del Gobierno es suficiente para restablecer la normalidad. La opinión debe estar prevenida por las noticias falsas que se den por radio Ceuta simulando radio Sevilla y en las que se dice que han ocurrido sucesos en Madrid. El movimiento se da por fracasado». 

Todos los señores de la peina convinieron en que los sucesos revestían excepcional gravedad y que este movimiento ten-dría más serias consecuencias que el del día 10 de agosto de 1932, ya que las fuerzas sublevadas eran nada menos que las aguerridas y valerosas de África, como eran el Tercio y Regulares. 

D. Francisco Mestre y Noé apuntó que España viviría días de verdadera tragedia, puesto que los elementos avanzados es-taban demasiado envalentonados por la descarada protección que, desde hacía un tiempo, disfrutaban de los Poderes públicos. 

Todos los tertulianos abundaron en el mismo criterio, ya que, unidos como estaban republicanos, comunistas, socialistas y sindicalistas, el triunfo de los heroicos militares no podría producirse sin librar sangríentos combates. 

Mientras el cronista estaba escribiendo las noticias para la edición del día y los de la peña continuaban con sus comenta-rios alrededor de tan sensacionales noticias, llegaron ya otros amigos a la Redacción con las:- impresiones de que se habían convocado urgentes reuniones en el Centro Republicano, Centro Obrero y en la C. N. T., para adoptar medidas para guardar el orden revolucionario

Poco a poco desfilaron los tertulianos y ya por las calles circulaban grupos de mozalbetes con indicios evidentes de que estaban prestos a cometer los más viles y graves atropellos, como así ocurrió pasadas pocas horas, y de los que nos ocupamos en nuestro libro «Estampas de Dolor y de Sangre». 

A las siete de la tarde quedábamos solamente en la Redacción el Director D. Roberto Andreu, que ha hecho famoso su pseudónimo de Tipities, y el cronista. 

La conversación entre los dos recayó, naturalmente, sobre los sucesos que ya estaban desarrollándose en muchas capitales de España. 

Temíamos, como así sucedió, que la primera medida que tomarían las autoridades para guardar el orden revolucionario, sería la detención de todos los elementos directivos de las agrupaciones derechistas y muy especialmente de las de extrema derecha. 

Como .el cronista, a la vez que Director de «La Tradición», único periódico carlista que se publicaba en la provincia de Tarragona, era directivo destacado de la gloriosa Comunión Tradicionalista, el admirado Zipities temió fuese la mía una dejas primeras detenciones que se ordenasen, y así me lo manifestó. 

—No dudo —me dijo— que te detendrán, porqué se ve que los militares cuentan con la colaboración de carlistas y falangistas; y como el Gobierno debe saberlo dará órdenes de que se proceda al ingreso en la cárcel de todos los directivos. 

—No dudo que así se procederá —le contesté— pero lo que es yo no me dejaré coger tontamente. En los sucesos de octubre del 34 ya dieron pruebas los marxistas de los propósitos que les animaban, fusilando y asesinando a muchos detenidos. No creo que esta vez se comporten más cuerdamente y mucho menos si llevan las de perder. 

El amigo Andreu no participó de momento de mis pesimismos. Cuando al correr de los días vió cuan miserablemente se comportaban los marxistas, aplaudió más de una vez hubiera burlado las pesquisas de los sicarios que con tanta insistencia me perseguían. 

Como era de presumir, las noticias que durante toda la noche del día 18 fueron retransmitiendo las emisoras rojas, exasperaban y envalentonaban a las mesnadas marxistas, que procedieron inmediatamente a la detención de las personas más dignísimas de la localidad, las que luego fueron asesinadas por las cunetas de las carreteras de este término municipal. 

Aquella misma noche se sabía también que todo lo más digno y bizarro de nuestro glorioso Ejército, acaudillados por los generales Franco, Mola, Goded, Fanjul, Varela, Yagüe, Orgaz, Saliquet, Sanjurjo, Millán Astray, Martínez Anido, Queipo de Llano, etc., se habían lanzado a la laudable empresa de salvar a España. La Cruzada, tan decididamente emprendida por tan egregios Capitanes, no podía fracasar. Nuestra seguridad, nuestra fe en el triunfo total, definitivo, de tan grande como gloriosa empresa, la tuvimos ya en el mismísimo día del levantamiento: 18 de julio de 1936. Lo que no sabíamos era si podríamos sobrevivir a la espantosa tragedia que habíamos de correr. Sólo fiamos nuestra suerte en la Divina Providencia. Nosotros ofrecimos gustosos nuestra vida por la salvación de la Fe y de la Patria.


Los bárbaros en Tortosa: 1936-39 (José Monllaó Panisello, 1942) 

Prólogo e introducción
I - El dolor de España
II - El Ejército, esperanza del Orden y de la Patria
III - ¡El Tercio se ha sublevado!
IV - ¡Hay que desaparecer!
V - Asalto del Círculo Tradicionalista.—¡Se han perdido las llaves!
VI - En tercer lugar
VII - Los bárbaros en acción
VIII - Un aviso oportuno
IX - Horrorosa matanza de tradicionalistas
X - Las primeras detenciones
XI - Primera providencia marxista
XII - Otra vez en los primeros lugares
XIII - Cierre de los Centros de la facción
XIV - La primera visita del coche fantasma
XV - Primer registro domiciliario
XVI - Si te cogen, te fusilan
XVII - Dos coches fantasmas sobre la pista
XVIII - Fraternidad revolucionaria
XIX - En la guarida de los monstruos
XX - Dos coches fantasmas a la vista
XXI - Gritos en la noche
XXII - Los héroes del Alcázar y de Oviedo
XXIII - El miedo a los fascistas — Detenciones a granel
XXIV - Llamadas trágicas
XXV - Las charlas del general Queipo de Llano
XXVI - El miedo a la aviación
XXVII - Jugándonos el todo por el todo
XXVIII - Visita de un coche que no es fantasma.—¡Vaya susto!
XXIX - La mala sombra de un guarda rural
XXX - Cruenta lucha entre marxistas
XXXI - Un serio contratiempo
XXXII - La sorpresa de unos payeses
XXXIII - Cambio de escondite
XXXIV - Desagradable visita.—Certificado salvador
XXXV - De todos los colores...
XXXVI - Las charlas con un republicano. — Yo, furibundo izquierdista
XXXVII - ¡Terrible amanecer!
XXXVIII - Octavillas redentoras
XXXIX - Fragores de lucha
XL - ¡Yo he visto a los moros!
XLI - Cañonazos que nos saben a repique de campanas
XLII - Unos oficiales rojos que merecían ser nacionales
XLIII - ¡Se llevan y fusilan a los hombres!
XLIV - La famosa cadena de la Aviación Nacional
XLV - En medio de la lucha.—¡Recemos!
XLVI - ¡Un comandante del Ejército Nacional!
XLVII - ¡Al servicio de la Patria!
XLVIII - ¡Honor a los Caídos!

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