diumenge, 25 de juliol del 2021

Los bárbaros en Tortosa (1936-39) VII - Los bárbaros en acción

CAPÍTULO VII 

Los bárbaros en acción 

El día 23 de julio de 1936 los tortosinos pudieron presenciar uno de los más vergonzosos espectáculos, llevado a cabo por unos cuantos bárbaros del marxismo local. 

En uno de los trenes mixtos de la Compañía de los Ferrocarriles del Norte viajaban en dirección a Valencia los Hermanos de las Escuelas Cristianas D. Pascual Escuin Ferrer y don Andrés Pradas Lahoz, que huían de Tarragona, ante la persecución de que eran víctimas los religiosos en la capital de la provincia. Algún miserable descubrió su personalidad y fueron detenidos en el mismo tren por una cuadrilla de patrulleros, conduciéndolos a esta ciudad. 

Los granujas que les conducían les golpearon bárbaramente desde la estación hasta los bajos de las Casas Consistoriales, donde primeramente fueron conducidos. Las calles de Cervantes, Ángel, Rosa y Merced, fueron el calvario que recorrieron los infelices, sufriendo un verdadero suplicio. Golpes, puñetazos, puntapiés, culatazos, bofetadas, etc., etc... Cuando llegaron al Ayuntamiento sangraban abundantemente. Uno de ellos no podía ya más. Sufrió un desvanecimiento. 

La turba, embrutecida y rabiosa, se ensañaba criminalmente con estos mártires. 

—¡Son unos curas! —vociferaban unos. 

—jSon unos fascistas! —bramaban otros. 

—iMatadles, matadles! —gritaban a coro. 

Y los miserables que les conducían arreciaban furiosamente contra los infelices que sufrían sin proferir la más leve queja. ¡Sufrían por la Fe y por España! 

Pero, con todo, lo más indignante, fué el espectáculo, denigrante y vil, que ofrecían la masa de indiferentes que presenciaban tanta criminalidad, deshonra de todo ser humano. Fueron muchos los que miraban complacidos —sí, complacidos— cómo la bestia se entretenía martirizando a aquellos grandes patriotas. Otros tantos se atrevían incluso a reír la gracia de los canallas cada vez que les maltrataban a culatazos o bofetadas. Asqueados y avergonzados como tortosinos y españoles quedamos cuando unos amigos, con lágrimas en los ojos, vinieron a contarnos en la Redacción, la salvajada que se estaba llevando a cabo contra dos indefensos religiosos. Y más aún cuando nos citaron algunos nombres de señores —¡señores porque iban vestidos como tales!— que teniendo aún en aquellos momentos autoridad —puesto que las masas todavía les obedecían, ¡estaban en el comienzo de la tragedia!— se complacían en contemplar y asistir a tan salvaje espectáculo. Presagiamos cuanto ocurriría en días futuros y la suerte que aguardaba a cuantos tuvieran la desdicha de caer en manos de turba tan vil. Como presumimos también, no habrían de salir mejor librados los elementos que en aquellos momentos, pudiéndolo aún hacer, no ponían freno a la bestia. A todo puerco le llega su San Martín.... Y puesto que puercamente, cochinamente, canallescamente, se estaban comportando los marxistas adinerados y gubernamentales, con las pobres víctimas indefensas, habrían de recibir tarde o temprano el premio que merecían... 

En el transcurso de les días los hechos vinieron a darnos la razón. Llegó un momento en que a tan estúpidos elementos se les acabó la risa. El terror apareció retratado en sus semblantes, con la huella del impotente, del vencido, del cobarde. Estaban en su San Martín. 

Los gloriosos mártires señores Escuin y Pradas, fueron sacrificados los días 19 y 29 de agosto de 1936, respectivamente, en la carretera de Tortosa a Barcelona. 

¡Los malvados completaron así su obra, tan villanamente comenzada el día 23 de julio, contra sus venerandos cuerpos!

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