CATALANES:
Desde estas nobles montañas de Cataluña;
sobre esta tierra fecundizada por la sangre
de tantos mártires de la santa causa de Dios de la
Patria y del Rey; A la cabeza de los heroicos y sufridos
voluntarios que componen el ejército que
tengo el noble orgullo de mandar; con los ojos
fijos en el cielo y henchido el corazón de ardiente
entusiasmo, me dirijo a vosotros en este día para
mí tan fausto, tan grande y tan deseado.
¡Catalanes! La religión de nuestros padres oprimida;
la patria que tanto amamos ultrajada; la sociedad
en que hemos nacido próxima á su disolución;
la familia prostituida; nuestra independencia
menoscabada; la Monarquía legitima, símbolo de la
ley y de la salvaguardia del orden, vilipendiada y
proscrita; la propiedad amenazada de muerte; en
una palabra, todos los intereses legítimos, todas las
grandes aspiraciones, todas las ideas generosas y
todos los pensamientos honrados cohibidos en su
desenvolvimieuto, reclaman hoy nuestro concurso,
solicitan nuestro esfuerzo, esperan nuestra cooperación
y exigen nuestros sacrificios.
Los que en estos supremos instantes no sepan
hacer abstracción de una apatía censurable, de un
recelo injustificado, de un egoísmo punible, de una
susceptibilidad mal comprendida, de una desconfianza
peor aconsejada, o de una pusilanimidad
vergonzosa e indigna, no serán hijos de la arrogante
y valerosa patria de los Almogávares, sino los
frutos podridos de una raza decrépita y caducada, o los repugnantes engendros de una generación
raquítica y miserable.
¡Catalanes! La hora decisiva ha sonado ya. Acudamos
todos al puesto de honor que nuestra conciencia
nos intima ocupar; luchemos con fe, con
serenidad y con perseverancia; dirijamos nuestros
corazones a lo alto; bendigamos el nombre del Señor como los Macabeos, y un éxito feliz coronará
nuestra empresa, y los laureles de la victoria orlarán nuestras sienes.
¡Catalanes! Entre mis manos tremola ya enhiesta
la santa bandera de la Religión y de la Legitimidad.
Venid todos a defenderla conmigo.
Si alguno alimentara alguna prevención, abandónela; si sintiera algún temor, deséchelo; si le alejara
algún agravio, olvídelo; que bajo los anchurosos
pliegues del estandarte real pueden cobijarse
todos los sentimientos magnánimos y vivir felices
todos los hombres de bien.
¡Catalanes! Por Dios, por la Patria y por el Rey,
haced todos vuestro deber, imitando el ejemplo de
los valerosos voluntarios de este ejército, y veréis
que con la ayuda de Dios y la intercesión de la Inmaculada
Virgen, nuestra patrona, triunfaremos
pronto al grito de
¡Viva la religión!
¡Viva España!
¡Vivan los fueros de Cataluña!
¡Viva Carlos VII!
Cuartel general, diciembre de 1872.— El infante
general en jefe del Principado de Cataluña,
Alfonso de Borbón y Austria
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