TRADICIÓN, CATOLICISMO, PATRIA, MONARQUÍA: LOS MELLISTAS
Unos doscientos comensales llenan el 7 de junio de 1921 el salón de actos del Hotel Majestic para escuchar a Juan Vázquez de Mella. Este concluye su intervención así: «Gracias a todos desde el fondo de mi corazón, y, para expresaros mi sincera gratitud, dos vivas que resumen mi pensamiento: ¡Viva la Religión! ¡Viva Cataluña!». Los asistentes aplauden y le contestan con más vivas a la religión, Cataluña y España. Desde la mesa presidencial el político saluda. Detrás de él una enorme bandera española. Está acompañado de la Junta Regional Tradicionalista de Cataluña, sus correligionarios en su nueva aventura política. Juan Vázquez de Mella lleva ya tres días en Barcelona.
Ha pronunciado un mitin en el Teatro Goya y tiene otro programado en el Centro del Ejército y la Armada. Ha venido de gira propagandística para defender su programa político. Su proyecto ha dividido a los carlistas. Ha roto con el pretendiente don Jaime y los jaimistas no se lo perdonan. En su llegada al apeadero de Gracia se dieron los primeros incidentes; las fuerzas del orden tuvieron que recurrir a mangueras de riego para separar a mellistas y jaimistas. Al día siguiente, durante el mitin, nuevas trifulcas entre jaimistas que habían entrado a reventarlo y mellistas que tratan de expulsarlos a patadas. El carlismo barcelonés muestra, una vez más, su perfil más bronco.
Juan Vázquez de Mella había destacado como diputado tradicionalista en las Cortes, en las que ocupó escaño desde 1893 a 1916. Tanto como parlamentario, como en los innumerables mítines en los que participó, destacó por su oratoria, acompañada de un tono de voz áspero y duro. Director de prensa y teórico del tradicionalismo, rompió en 1919 con el pretendiente don Jaime. Las primeras desavenencias habían estado motivadas por la postura ante el conflicto europeo. Vázquez de Mella, admirador de los imperios centrales, se mostró como un decidido germanófilo, frente a la defensa de los aliados que hada el pretendiente. Esta fue una de las causas de la escisión, pero no la única.
En 1919 Vázquez de Mella presenta su nueva organización, un partido católico tradicionalista. Su programa político trata de dar una salida posibilista al carlismo, dotarlo de más realismo para conseguir su desarrollo político. Habla de monarquía tradicional, voto imperativo, representación por clases y regionalismo federativo. Se pone el énfasis en la unidad de la patria, pero respetando el foralismo y, en el tema social, se muestra partidario del corporativismo. A pesar de participar en las elecciones, aboga por una dictadura militar que acabe con el parlamentarismo liberal. La cuestión dinástica, fundamental para los jaimistas ortodoxos, se convirtió en algo secundario. El mellismo aspiraba a superar el enfrentamiento entre ortodoxia carlista y alfonsismo liberal. Añadían a su credo una defensa cerrada del catolicismo, una postura integrista respecto al tema religioso. Su lema era «Tradición, Catolicismo, Patria, Monarquía». Aspiraban así a liderar un gran proyecto contrarrevolucionario, una federación de extremas derechas, pues según su fundador la lucha había de ser con las extremas izquierdas, ya que los partidos moderados estaban condenados a desaparecer.
Es un proyecto político antiliberal y contrarrevolucionario con semejanzas a otros que surgieron en Europa tras la Primera Guerra Mundial. En suma, una derecha autoritaria que veía con buenos ojos el golpe de Primo de Rivera, convirtiéndose en firmes defensores de la Dictadura. Esto lo acercó a un reconocimiento de facto de la rama alfonsina.
Número de El Pensamiento Español que daba cuenta de uno de los mítines de Mella en Barcelona en 1921. |
En Cataluña, las ideas de Vázquez de Mella, ya antes de la escisión, habían seducido al sector más españolista del carlismo, opuesto a los acuerdos y las alianzas con la Lliga Regionalista. Además, este sector era el más clerical y ultraderechista del tradicionalismo catalán. Francisco de P. González Palou, fundador del Círculo Obrero Tradicionalista La Margarita y del Requeté en Barcelona, explicaba las razones que le llevaron a separarse del jaimismo y abrazar el mellismo: «la estrecha alianza con el catalanismo, la negativa de don Jaime a contraer matrimonio, la consagración de España al Sagrado Corazón de Jesús en el Cerro de los Ángeles en mayo de 1914 por el rey don Alfonso XIII [...] y el manifiesto de Don Jaime [...] desautorizando a los que durante la guerra mundial de 1914 se pusieron de parte de los imperios centrales». Españolismo, integrismo y germanofilia.
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Pedro Vives Garriga (†1940) |
Los mellistas catalanes convocaron una asamblea regional en mayo de 1920 en el Círculo Tradicionalista El Loredán de Badalona para organizarse. Asistieron más de un centenar de delegados. Allí estaba su jefe regional, el abogado Teodoro de Mas, el también abogado Pedro Vives, el canónigo José Montagut o Ildefonso Cebriano, director de Monarquía Cristiana. Mella puso especial interés propagandístico en Cataluña, donde pensaba que sus ideas autoritarias y tradicionalistas podían encontrar eco en unos momentos de grave enfrentamiento social y político, donde ya existía un «partido militar» y una derecha que pedía mano dura. En junio de 1921 Vázquez de Mella se embarcó en la gira propagandística por Cataluña que hemos visto y que, además de a Barcelona, lo llevó a Badalona, Vic, Girona, Olot y Tarragona.
En Barcelona, los mellistas se habían agrupado en 1920 en el Círculo Católico Tradicionalista. En agosto abren la que será su primera sede, en Alta San Pedro, hasta entonces local de sindicatos católicos. En el momento de su inauguración no llegaban a la cincuentena de socios. Crecerán. Su presidente es el abogado Pedro Vives Garriga, un veterano carlista, ferviente germanófilo, sospechoso de espiar para los alemanes. Vives es, además, hombre de acción. Había estado implicado en peleas callejeras en sus años mozos, en 1909 fue detenido por atropellar a Santiago Gubern, diputado del Centre Nacionalista Republicá, y era acusado por los cenetistas de haber pagado a pistoleros del Sindicato Libre y de servirles de enlace y coordinador desde el Círculo. Durante el mitin de Vázquez de Mella en Barcelona, Vives no dudó en ir a buscar a los alborotadores jaimistas que habían silbado y pataleado al inicio del acto. De resultas de la trifulca resultó mordido en un dedo.
En Badalona, la escisión mellista se hizo durante unos años con la dirección del Círculo Tradicionalista El Loredán, la principal entidad carlista de la ciudad. De sus filas saldrán algunos de los fundadores de las Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalista (JONS). Pero eso es una historia que conoceremos más adelante.
Los mellistas del Círculo Católico Tradicionalista dieron un apoyo entusiasta a la Dictadura de Primo de Rivera. En noviembre de 1923 celebraron una asamblea para reorganizarse tras el golpe militar. Se nombró una nueva directiva y se aprobó «exteriorizar un aplauso fervoroso y una felicitación efusiva a la gestión purificadora realizada por el Directorio». Como premio por su apoyo, Pedro Vives será nombrado concejal del Ayuntamiento de Barcelona en 1924. En ese cargo se mantendrá hasta 1930. Disuelto el mellismo como organización política tras la muerte de su fundador en 1928, sus antiguos partidarios barceloneses se convirtieron en un grupo de apoyo a la Dictadura. Sus características, más ultraderechistas que tradicionalistas, las vieron reflejadas en el nuevo régimen. Vives siempre defenderá que «en el terreno político» debían cooperar con la labor de Primo de Rivera «ya que después de haber barrido a los partidos políticos que empobrecieron a España, nos libró de la anarquía, que amenazaba hundirnos en el caos, y ha resuelto el problema de Marruecos merced a su clarividencia y energía». A pesar de ello nunca se disolvieron dentro de la Unión Patriótica, como sí hicieron sus correligionarios de Badalona o Manresa.
José Montagut Roca (1878-1986) |
El Círculo tiene juventudes, sección dramática y de Excursiones y Tácticas, que encubre actividades paramilitares. Pronto llegarían a ser dos centenares de socios. Además de por su españolismo, la entidad destaca por su integrismo católico. En 1925 son los principales promotores de un peregrinaje a Roma con motivo del Año Santo. Esos días, por las salas de la entidad atruena la voz del canónigo José Montagut, organizador de la expedición. Montagut, proveniente de la corriente integrista del tradicionalismo, se había convertido en un firme defensor del programa de Vázquez de Mella. Sus ortodoxos principios católicos y el decidido españolismo del mellismo casan a la perfección con el integrismo religioso y feroz anticatalanismo del padre Montagut. Para el canónigo está claro el objetivo de la peregrinación: «una manifestación de españolismo en la capital del cristianismo». Además, como sabemos, se convirtió en un fanático primorriverista y publicista de la Dictadura.
En octubre de 1926, el Círculo Católico Tradicionalista lanza su propia publicación, Plus Ultra. Su objetivo es «elevar en cada corazón español un altar de veneración perpetua a la SANTA MADRE ESPAÑA». El españolismo, el antiseparatismo y la defensa de la religión llenarán sus páginas, sin descuidar las loas al Directorio y al dictador. A pesar de salir con pretensiones de «semanario de batalla», solo publicaron seis números en su año y medio de existencia.
El mellismo barcelonés no estuvo exento de tensiones internas. En marzo de 1924 se organizó, al margen del Círculo Católico Tradicionalista, la Juventud de Acción Tradicionalista. La presidía Francisco de P. González Palou, al que ya conocemos. Duró poco, ya que un año después se disolvió cuando un sector cuestionó su colaboración con la Dictadura. El secretario era José M. Thió Rodés, que en 1920 había participado en la Unión Española de Estudiantes de Cataluña, y como bibliotecario figuraba Ildefonso Cebriano, al que conoceremos mejor.
Otros disidentes del Círculo Católico Tradicionalista crearon en febrero de 1927 el Círculo Social Tradicionalista de Barcelona. Estaba presidido por el médico Ramon M. Condomines. Tenían su sede en el local del Centro de Defensa Social de la calle Cucurella. Más que una organización política, se trataba de una entidad cultural dedicada a conmemorar la onomástica del rey, el aniversario del golpe de Estado y a organizar actos musicales y de exaltación católica.
RECOGIENDO EL SENTIR ESPAÑOL DE CATALUÑA: EL COMITÉ DE ACCIÓN ESPAÑOLA
El salón de actos del Círculo Católico Tradicionalista, sito desde 1922 en el principal de la calle de la Boria 17, junto a la plaza del Ángel, aparece ese 19 de octubre de 1930 engalanado para la ocasión con banderas y gallardetes. Es una amplia sala en la que se han celebrado veladas musicales y representado obras teatrales de carácter religioso. En una de sus paredes se encuentra fijada una imagen del Sagrado Corazón de Jesús, al que los mellistas, faltos de pretendiente real para su causa, hacían invocaciones monárquicas. Se ha convocado un acto en conmemoración de la Fiesta de la Raza y de afirmación españolista.
La Fiesta de la Raza, oficial desde 1918, había sido popularizada durante la Dictadura como forma de «propagar el discurso primorriverista contra la Leyenda Negra, destacar la supremacía del castellano frente a las demás lenguas españolas y exaltar el legado del imperio español». Se le dio un carácter militar y católico, ya que coincidía con la celebración de la Vi gen del Pilar, patrona de España. El régimen organizó para ese día desfiles y marchas, ceremonias de santificación de la bandera y misas de campaña. Para ello movilizó a los delegados gubernativos, al Somatén y a la Unión Patriótica. Ese año de 1930, tras la dimisión de Primo de Rivera, «el gobierno de Berenguer eliminó las connotaciones militaristas de la Fiesta de la Raza y optó por una celebración más discreta» (Quiroga, 2009: 251-2S3). Los mellistas no quieren rebajar el tono de la celebración.
Dando los últimos toques se mueve nervioso por la sala Emilio Guiamet Borrás, que desde hace pocos meses es el presidente de las reorganizadas juventudes del Círculo, las Juventudes Tradicionalistas. Guiamet es un barcelonés de 27 años, trabaja de albañil y es miembro de los Sindicatos Libres. Es otro españolista que no desdeña el enfrentamiento directo con sus rivales sindicales. Tendrá una larga trayectoria en el mundo ultra.
El salón se llena. Preside el acto Pedro Vives, al que acompañan en la mesa representantes de entidades afines, como Carlos Comamala, de la UMN de Gracia, o José Ponz, de la Peña Ibérica. El acto pretende también ser un paso en la unidad de acción de los grupos españolistas barceloneses más lanzados. Toman la palabra Emilio Guiamet, el ibérico José Ponz y el abogado Juan Sabadell Mercader, que se había iniciado políticamente en las filas del tradicionalismo, para pasar después por el integrista Centro de Defensa Social antes de acabar en 1930 en el mellismo. Además, era socio de la Peña Ibérica.43 Pedro Vives resumirá los exaltados y entusiásticos parlamentos:
... estos ardores bélicos día llegará que la religión y la patria, necesite de ellos, y entonces tendremos ocasión de reverdecer pretéritas gestas que costaron dolorosos sacrificios; pero ello ha de ser aliento para emular a aquellos héroes, nosotros como ellos, hemos de levantar muy alta la bandera de España y no abatirla hasta que sea vencida la revolución y exterminado el separatismo que pretende alterar la vida normal; o perecer, si es preciso envueltos con sus sagrados colores.
Este proceso de unidad españolista tendrá su continuidad. En enero de 1931 se formará un comité de acción política encargado de «reunir las adhesiones y la colaboración de todas las entidades constituidas que deseen ir a una acción común de intensa campaña españolista, que recoja y dirija el sentir español de Cataluña». Lo bautizarán como Comité de Acción Española. Un nombre que rememora el de Action Française y que se convierte en el reverso españolista de la que entonces se consideraba que sería la principal fuerza catalanista, Acció Catalana. Un nombre que evoca el irracionalismo nietzscheano y el maurrismo.
A la llamada españolista responde la Peña Ibérica, ya desligada del PNE, que nombra a José Ponz para el Comité, las Juventudes Tradicionalistas, representadas por Emilio Guiamet, y la UMN de Gracia, que envía a René Llanas de Niubó. Más adelante se sumarán los mauristas disidentes de Derecha Nacional. Acuerdan nombrar presidente a Pompeyo Claret Martí. (...)