dijous, 23 de novembre del 2017

José María de Freixa y de Hansay, segundo marqués de la Palma

Concluimos nuestra serie de entradas sobre la familia Freixa con la transcripción de unos documentos mecanografiados que se hallaban entre la correspondencia de Don Alfonso Carlos de Borbón y Austria-Este, en concreto una reseña biográfica de José María de Freixa y de Hansay, II marqués de la Palma, importante dirigente de la Comunión Tradicionalista, que era hijo de Joaquín Freixa y Fuster y nieto del general Cayetano Freixa y Puig, de quienes ya dimos cuenta en nuestras entradas anteriores. Este texto fue escrito en 1932 por F. García Luna. A continuación del mismo incluimos dos cartas que el propio José María de Freixa envió en 1934 al augusto caudillo del tradicionalismo y rey legítimo de España, Don Alfonso Carlos de Borbón y Austria-Este.

Estos papeles se encuentran actualmente en el Archivo Histórico Nacional (fondo del archivo de la Familia Borbón Parma), digitalizados y disponibles en el Portal de Archivos Españoles (código de referencia ES.28079.AHN/4.2.32.1.2, imágenes 288-299).

Para mayor comodidad lectora, hemos corregido las erratas y faltas de ortografía, sin hacer ningún cambio en los textos en cuanto a su contenido.


[Manuscrito:] Apuntes de la familia de Freixa

EL CARLISMO Y SUS HOMBRES

Recuerdos y efemérides

Apuntes biográficos de un carlista


La vida del Carlismo, así como la gloriosa tradición que se cobija bajo la bandera sacrosanta de nuestra muy amada España en sus refulgentes rayos bicolor y al grito redentor del más bello de los lemas concebidos cual es «Dios - Patria y Rey», cuenta en su seno desde los comicios de su historia, hasta nuestros días, una pléyade de hombres, de valor, de mártires e ilustres que es el más bello bouquet de flores siempre vivas que los verdaderos españoles, los enamorados de nuestras grandezas, los amantes de nuestras epopeyas y sobre todo los verdaderos católicos, podemos ofrecer como florón preciado de nuestro pasado y nuestro presente a todos los historiadores del mundo; y dicho sea con hasta pena también, a las inteligencias medicores y semidifusas que ignoran la Historia de España, desconocen a sus Reyes, olvidan a sus leales y héroes y arrancan de las manos de nuestra santa Isabel Reina querida y amada la unidad nacional.

Es tarea árdua y difícil y más que difícil imposible, destacar del carlismo un nombre, un apellido, un hecho, un relato, una acción para ponerla como ejemplar entre aquellos hombres que firmes a sus ideas y arraigados a sus convicciones dieron la vida muchos de ellos en los campos de batalla en holocausto a la tradición y amor a su lema.

No, no es posible; todos fueron uno y en uno se compendiaban a todos. El invocar uno solo de aquellos nombres era una vibración del alma nacional; todos se batían como leales a su Rey y así, y solo así, pudo ser el carlismo la joya inapreciable de valor y el dique de contención contra el cual se estrellaban las vilezas, las calumnias y las hojarescas malsanas y pagadas de sus adversarios.

Un apellido cojo al azar de aquel jardín de bellos nombres y que quisiera recordarlo ahora.

El apellido «FREIXA»

Freixa. Linaje catalán, de Tarragona (según Atienza)
Don Carlos de Borbón (Carlos VII) concedió el título de
Marqués de Palma a su teniente coronel don Joaquín de Freixa.
Sus armas: En campo de plata, un árbol arrancado,
de sinople, y un león de gules empinado al tronco.
Nobiliario Español de don Julio de Atienza
Barón de Cobos de Belchite, pág. 381, Madrid, 1959.
Tomado de Heraldica Sairaf

Entre escudos y cuarteles, armas y blasones se agrupan y entrelazan como en un bello collar muchos de los servidores del carlismo y de la tradición.

En nuestra sociedad vive y brilla un Freixa y un Carlista.

Don José Mª de Freixa y de Hansay, Marqués de la Palma e Ilustre Señor.

La labor de este culto y caballeroso Marqués, dentro del tradicionalismo, es labor subyugante, avasalladora y titánica.

Parece, que al recordar la historia de sus antepasados, vio como el poeta en las almenas de un castillo viejo convertido en un montón de ruinas descarnadas por la mano del tiempo; y observó en su parte superior un escudo destrozado y cubierto por el jaramago. Este escudo —se dijo a sí mismo— no es una lápida funeraria; es, un timbre de mi apellido y una página de la historia para mi vida; y al recuerdo de aquellos que fueron mis ascendentes parece que les oigo decir: Si contemplas estos blasones, no olvides que no los hemos conquistado para ti, con el solo objeto de que los ostentes en las postezuelas de tus automóviles. Y, Don José María de Freixa y de Hansay, haciendo honor a la gloriosa tradición de la cual previene dice ufano:

Yo bien sé, que todos los cristianos tenemos dos escudos; uno el que hemos conquistado la tarde de la crucificación de Cristo en el Gólgota, y el otro el que conquistó Don Juan de Austria para la humanidad, la cual enamorada de su gloria ha estampado sobre ese escudo un nombre: «Sacrificio y Amor».

Esa es su obra en sociedad como caballero; de católico como buen cristiano y de tradicionalista como carlista insuperable.

El árbol genealógico de Don José María de Freixa y de Hansay se pierde en las inmensidades del tiempo pasado; pero encontramos una pista y un hilo de conducción remontándonos allá por el año 1812, época en que nace en Berga Don Cayetano de Freixa, abuelo del biografiado.

El historial militar y carlista de Don Cayetano es como un poema en flor de lis saturado de las más bellas emociones. Leemos en la Biblioteca de la Bandera Regional la obra publicada en el año 1912 por R. de Brea titulada «Príncipe heroico y soldados leales» donde se destaca la hoja de servicios de este valiente en la defensa del carlismo. Llegó a ostentar el honoroso y delicado cargo de vocal del Consejo superior carlista de la guerra en 1875 y 1876.

Ascendió a Brigadier y agregado al Estado Mayor de Don Alfonso de Borbón que actuaba como General en Jefe carlista, asistió con este a los combates de Caldas de Montbuy, Balsareny, Caserras, Tortellá, Balaguer, Montejurra, Teruel y Cuenca, obteniendo entonces y sucesivamente la Cruz Roja de la Real Orden del Mérito Militar y el ascenso a Mariscal de Campo el día 18 de Abril del año 1874.

Falleció en Barcelona en el año [1897]. Honraba su pecho con las placas de las Reales y Militares Órdenes de San Hermenegildo y del Mérito Militar; con las encomiendas de la Real y distinguida Orden de Carlos III y con la Real y Americana Orden de Isabel la Católica.

Es una hoja de servicios digna del glorioso nombre carlista.

«Dichosa la rama que al tronco sale», dice uno de nuestros antiguos y castizos proverbios castellanos; y de Don Cayetano de Freixa no podía salir otro más que Don Joaquín de Freixa digno sucesor de aquel, el cual supo hacer honor a su glorioso apellido y vínculo —si esto puede decirse— en un más allá de gloria, la gloria que alcanzó su antepasado.

En pocas palabras puede condensarse la vida militar de Don Joaquín de Freixa. Es tan grande y compleja la visión de los hechos heroicos de este carlista, que el detallar con detenimiento actos y acciones en que intervino sería narración prolija y abrumadora y aun así se caería en defectos; baste decir que era la hidalguía personificada, bravo y pundoroso militar, amigo fiel y consejero del Rey. Tantos y tantos tiene anotados a su favor por la causa católico-monárquica que Don Carlos, su Augusto Señor, que de un modo especial le consideraba y distinguía, quisó premiar sus muchos servicios, concediéndole en 6 de enero de 1900 el grado de Brigadier de los ejércitos Carlistas, cuya recompensa se la otorgó en un Real despacho manuscrito y firmado por el mismo monarca, haciéndolo llegar a manos del Sr. Freixa de un modo particular, lo que denota de un modo evidente la delicadeza de S. M. y el afecto que guardaba a su general.

Más tarde, en 2 de Mayo de 1903 quiso el Augusto Monarca testimoniar nuevamente al Brigadier Don Joaquín de Freixa su más distinguida consideración, y le hizo nuevamente objeto de una concesión.

Es de todos sabido que cuando Don Cayetano de Freixa, Coronel de la Guardia Civil, se encontraba mandando su tercio en La Palma [de Cervelló], proclamó en aquel lugar a Don Carlos VII como único Rey de España. Y en recuerdo de este hecho y en la fecha antes indicada, Don Carlos se dirigió en carta particular a Don Joaquín de Freixa concediéndole el título de Marqués de la Palma para él y sus descendientes. Carta también auténtica del Augusto Señor y que revela en su redacción una entrañable consideración a quien se dirige.

Con lo reseñado solamente pudiéramos dar por terminada la vida de Don Joaquín de Freixa y su situación en el carlismo, pero nos resistimos a dejar sin anotación un hecho también altamente significativo que viene a corroborar [que] no es pasión la extensión de este trabajo.

En los primeros días del mes de Diciembre del año 1914, Don José María de Freixa y de Hansay, actual Marqués de la Palma, pasó por el rudo y doloroso trance de ver fallecer a su madre, y en 26 del mismo mes y año se vio sorprendido por una carta autógrafa de S. M. Doña María de las Nieves de Braganza, asociándose a su dolor, pidiéndole resignación y comunicándole que S. M. pedía a Dios por la difunta en sus oraciones y que en todo momento la tenía presente.

Este y muchos documentos afines los conserva el actual Marqués de la Palma como joyas de inapreciable valor que son, puede decirse, páginas del evangelio de la vida de sus antepasados.

Don Joaquín de Freixa se distinguió en numerosos combates del Principado y del centro, figurando en el Estado Mayor de Don Alfonso de Borbón y de Austria-Este.

Falleció cristianamente en Barcelona en año [1904], siendo una irreparable pérdida para el carlismo, la cual no se llorará jamás lo suficiente, y habiendo legado al tradicionalismo con su vida y su conducta una de las más bellas páginas de su historia.

Y, de esta rama de caballerosos cristianos, bravos y heroicos militares, fieles y leales carlistas, viene en sucesión directa Don José María de Freixa y de Hansay.

Engendrado con sangre Carlista, nació envuelto en las glorias de la tradición; en cuyo regazo vive, del que jamás desertó, constituyendo este devoción por su ideal uno de los más grandes amores de su vida.

Conducta ejemplar y valerosa llevada hasta el sacrificio es la de esta nueva figura del tradicionalismo. Dentro de la brillantez de su posición social por constituir su apellido un blasón del abolengo conquistado por sus anteriores, lleva su vida en el más profundo de los silencios y sujeta a una modestia que le hacen acreedor por parte de sus muchas y buenas amistades objeto a cada momento de las más grandes pruebas de simpatía y afecto.

En unión de la virtuosa dama Doña Blanca de Sabater y Gaytán de Ayala —su amantísima esposa— otra rama ilustre del carlismo, hija del que fue general de estos ejércitos Don Felipe de Sabater y de Prat, Marqués de Campmany y Barón de Montesquiu, lleva su vida llena de providad, reflejo exacto de los buenos principios recibidos y costumbres cristianas y católicas atesoradas como un Don divino, y han convertido su apacible hogar en una verdadera institución catequística en favor de los principios de su verdadera advocación y en apoyo y defensa de los fueros y de la tradición.

De esta venerable señora que unió su vida a Don José Mª de Freixa y que es una rama de aquellas reliquias antiguas de la estirpe goda, cuyo origen se debe al solar cántabro y astur, nos ocuparemos más adelante; de momento diremos que es digna sucesora de su apellido, digna compañera del que con ella comparte las dulzuras y encantos de su hogar, dignísima madre de sus hijos; mujer española católica y carlista, y es una verdadera margarita en loor de santidad, con cuyo perfume santo y grandes ejemplos, embriaga el alma de aquellas personas de su íntima amistad y de cuantas tienen el honor y la dicha de compartir con ella solo varios momentos de animada conversación.

Don José María de Freixa y d'Hansay «Marqués de la Palma», nació en la ciudad de Barcelona el día 25 de Marzo del año 1888. Tiene por consiguiente en la actualidad 44 años. Tanto por la línea paterna como por la materna pertenece a familia de rancio abolengo, abolengo que como queda dicho no ha sido heredado ni comprado sino conquistado en el recinto español en los campos de batalla en defensa de la trilogía del corazón carlista, Dios—Patria—Rey, traducido por el filósofo en Patria—Fides—Amor.

Sus primeros estudios, así como más tarde el Bachillerato, los cursó en el entonces importante pensionado de San Juan Berchmans. En los años de su adolescencia ya empezó a destacarse por su afición a los estudios, la comprensión de las cosas y por su carácter serio, bondadoso y apacible pero enérgico que hacían presagiar durante el curso de su vida.

Una vez licenciado en Bachiller, cursó las carreras de Comercio y Mercantil adquiriendo los títulos de profesor en ambas materias; pues aunque su vocación eran las armas para seguir las huellas de los suyos, no quería ser defensor de otra corona que la de su ideal encarnada en el muy Augusto Señor Don Carlos VII que representaba las glorias del tradicionalismo.

Por este hecho, y antes que jurar una monarquía que no era la suya, la que él tenía infiltrada en su sangre, monarquía a la cual juraba respeto y obediencia como súbdito, pero no amor como cortesano, prefiriendo nadar en el mundo comercial y cursó los estudios de las dos carreras que antes anotamos.

Y, efectivamente Don José Mª de Freixa hizo su aprendizaje en el Banco Popular de Barcelona, donde por sus aptitudes y condiciones se captó las simpatías de sus Jefes que le distinguían constantemente con pruebas de inequívocos afectos, hasta tal extremo que en una carrera rápida y feliz donde se ponían de manifiesto a cada paso las cualidades de este joven funcionario, llegó en poco tiempo a desempeñar en dicha entidad cargos de delicada misión y de excesiva confianza.

Ya en ruta ascendiente se estableció por sí solo, fundando la importante razón social Ferixa y Cía, Sdad. en Cta. de la que fue su Director Gerente.

La obra realizada por el Sr. Freixa durante el tiempo de su gerencia al frente de esta razón social, queda patente y de manifiesto en los diversos homenajes que a él ofrecieron los obreros de su fábrica y todo el personal a sus órdenes.

Reveses de fortuna, acometidas del personal subalterno, ideas exaltadas en el obrero manual, imposiciones de estos, propagandas absurdas, parsimonia de las autoridades, poca o ninguna garantía para el ejercicio libre de una industria y tantas y tantas cosas como desde hace cinco lustros a esta parte han sucedido en España, hicieron que esta razón social se disolviera; y Don José Mª de Freixa, que desde los primeros años de su juventud empezó a sufrir los rudos latigazos del destino y que estaba acostumbrado a los embates de la vida, puso la vista en la inmensidad de los espacios y con una resignación sin límites siguió navegando por el ancho mar de las ilusiones.

Era difícil que pudiera tenerle miedo al destino; el valor era uno de los patrimonios que recogió como herencia al nacer al pie de cuya cuna depositaron con anterioridad sus padres y abuelos; este era un nuevo encontronazo con la vida. El Dante vio grabadas en las puertas de su infierno esta terrible inscripción: «Lasciate ogui esperanza». Perdida toda esperanza: pero él ante esa terrible visión del porvenir, no quería rendirse, era muy duro perder las esperanzas en plena flor de juventud y recordó que allá en medio de campos de Salamanca hay una cruz ante la cual los viajeros se detienen.

La cruz tiene a sus pies esta otra inscripción: «Viajero: mira atrás, mira adelante, sigue tu largo o corto camino pero reza».

Pero Freixa a pesar de las adversidades no podía dejar de ser quien era; estaba forjado su temple a grandes calorías; era su corazón acero puro sin mezcla de maleabilidad alguna; tenía en sus venas sangre cristiana, católica y carlista, se educó en el tradicionalismo guiado por la luz esplendorosa de aquella santa mujer que lo amamantó y de aquel caballeroso y bravo militar que fue de creador después de Dios; en su cerebro no tenían cabida las bajas pasiones, su inteligencia marchaba siempre hacia el bien y Freixa, que aprendió de sus padres a rezar y que en unión de ellos rezaba a diario el Santo Rosario, siguió rezando, rezó mucho... bendita tradición; ¡qué bella eres! invocó el dulce nombre de Jesús y solo con su ayuda y proyección, se vio libre de maldades; comenzó una nueva vida caminando por senderos indecisos sembrando espinas, que es el camino que recorren los buenos para llegar a la edad que hoy ostenta, querido, respetado y admirado de cuantos le conocen y tratan y comparten con él el dulce nombre de la amistad.

A los 23 años de edad, en 5 de Julio de 1911 se unió con el indisoluble lazo del matrimonio con la muy linda señorita Blanca de Sabater Gaytán de Ayala, hija como antes hemos dicho del que fue general carlista Don Felipe de Sabater y de Prat, Marqués de Campmany; ceremonia que tuvo lugar en el aristocrático templo de Nuestra Señora de las Mercedes y en el propio Camarín de esta imagen.

Apadrinaron esta unión SS. AA. RR. los serenísimos señores Don Alfonso Carlos de Borbón y Doña María de las Nieves de Braganza y de Borbón, dando con ello al señor Freixa la más patente prueba de cuanta consideración le profesan estas augustas y reales personas, en méritos de la inolvidable memoria y recuerdo de sus antepasados.

Los serenísimos infantes estuvieron representados por los Muy Ilustres señores Don Alejandro de Lacour y Moreno de Souza; Don Ramón María de Segarra y de Siscar; y Doña Carmen de raurés vda. de Hansay.

Los dos primeros señores citados actuaron también como testigos del novio; siendo los de la novia el Marqués de Oliver y Don Andrés de rocha.

Huelga decir por consiguiente la amistad que une al Sr. Freixa con SS. MM. Don Alfonso Carlos y Doña María de las Nieves, de cuyos honorables señores recibe con frecuencia testimonios de ello, siendo en acto antes mencionado el botón preciado de esta amistad.

Indudablemente el Sr. Freixa, hombre culto e inteligente, de cultura nada común adquirida en sus constantes desvelos por el estudio, y los largos viajes realizados por el extranjero que le han proporcionado grandes conocimientos, es una figura indiscutible y un valor positivo en el tradicionalismo.

La devoción de muchos de los llamados hoy tradicionalistas es devoción de ayer, y más que devoción carlista podíamos llamarlos sin temor a equivocarnos devoción católica; del mismo modo que a muchas de las personas que frecuentan nuestros sagrados templos en vez de llamarles católicos perfectos podríamos designarlos con el nombre de católicos honorarios o clientes de Cristo.

Así sucede en el tradicionalismo; muchos jóvenes de los que integran sus filas y que se llaman monárquicos desconocen en absoluto la vida del Carlismo, su historia, sus hombres y sus hechos; son una juventud dispuesta a la lucha, una juventud emprendedora de grandes reconquistas, una juventud que como dijo el gran Sandoval, ¡con la fe quieren anticipar la aurora y con la ilusión dignificar la vida! Hermosa juventud, ¡Dios te guíe y te bendiga!; pero el caso de Freixa es otro en su origen y en sus efectos; Freixa tiene en su sangre la tercera generación carlista y evita por lo tanto decir servidor de una dinastía, hombre católico, hombre leal y honrado puesto que el solo nombre de carlista es el compendio de todas las bondades y de todas las dulcuras.

Por esto siempre ha sido y sigue siendo muy difícil ser carlista.

Monárquicos hay muchos, católicos hay más, leales ya hay menos; carlistas hay muy pocos.

Don José Mª de Freixa es una de las rocas actuales sobre las cuales se sostiene el tradicionalismo, lo que ocurre es que el Sr. Freixa no puede destacarse. Su figura no puede verse en el ateneo ni en el míting ni en las propagandas públicas, porque Freixa no es independiente.

Vive honrada, modesta y noblemente de un sueldo, de un destino. Es oficial administrativo del Ayuntamiento de Barcelona, con cuyo cargo ha desempeñado la Jefatura de la Policía de Abastos con tal celo y delicadeza que repetidas veces ha sido felicitado por sus Jefes.

Y en esta situación: ante un gobierno laico, un régimen republicano; unas cortes sectarias; una opinión pública extraviada; unos partidos políticos heterodoxos y un ambiente malsano de injusticia e impiedad, Freixa, que no recibió de sus padres y abuelos otro patrimonio que una acrisolada honradez y una limpia ejecutoria, tiene hoy que resignarse, sufrir en silencio, trabajar en la sombra y reducir el círculo de sus propagandas.

Como ya se ha dicho tiene mujer e hijos, obligación moral y terrena que jamás abandona puesto que es un amante esposo y un padre ejemplar.

Si Freixa fuera independiente, si las alas de su pensamiento y los latidos de su corazón pudieran volar libremente a los espacios estelares, otra cosa sería hoy el tradicionalismo y otros muy distintos los resultados que se obtendrían.

¡Qué duda cabe que al frente del tradicionalismo hay figuras eminentes! pero el sillón que debía ocupar Freixa está vacío, porque este sitial es el que ocupa en esos bellos juegos llamados florales el poeta premiado con la flor natural.

A Don José Mª Freixa le conocen muchos, le tratan pocos y lo comprenden menos. Los que le conocemos, tratamos y comprendemos, solo decimos de él una cosa: «Es, un carlista».


A mi querido e ilustre amigo Don José María de Freixa y d'Hansay - Marqués de la Palma. 
En un momento de divagación de mi atormentado cerebro, empecé a pensar el porqué de mis sufrimientos. Como traído de la mano de la Providencia llegó Vd. hasta mi musa y recordé los amargos ratos de su vida. Como lo creo a Vd. digno de mejor suerte, sin saber por qué comencé a escribirle. No sé, si en prosa o en verso —no conozco ese lenguaje, quédese ello para los hombres leídos y escribidos—, solo sé que le escribo en el lenguaje del corazón. 
Acepte Vd. como una sinceridad suprema de mi vida este pequeño trabajo que le envío y sepa que para Vd. y los suyos pide al Eterno Padre dichas sin fin su affmo. y buen amigo. 
firmado — F. García Luna.

⚜  ⚜  ⚜


En 1934 el Marqués de la Palma envió a Don Alfonso Carlos las siguiente cartas (imágenes 256-260 del mismo expediente del PARES).

Carta firmada en Barcelona con fecha de 14 de septiembre de 1934 y membrete de la Jefatura Regional Tradicionalista de Cataluña (Secretaría: Rambla Cataluña, 8, pral. teléfono 24929):

Señor:
Con el mayor respeto escribo hoy a V.M. y acuso recibo a la última carta que el Señor se dignó escribirme, la que agradezco como todas, así como las noticias que en la misma se digna comunicarme.
Como consecuencia de los últimos y tristísimos acontecimientos ocurridos en Olesa de Montserrat con ocasión de un Aplech organizado por nuestros valientes requetés, en el que la mayor parte, en número de 95, fueron detenidos ignominiosamente apaleados y maltratados de palabra y de obra, me honro en comunicar a V.M. que entre los muchachos detenidos reina el mayor entusiasmo y a pesar de las grandes penalidades por que han tenido que pasar se encuentran más animosos que nunca y por mi mediación trasmiten a V.M. su más entusiasta adhesión a Vuestra Real Persona y la Causa tres veces Santa de la Tradición Española encarnada en la persona de V.M. Dispuestos siempre a seguir luchando y a los mayores sacrificios por Dios, por la Patria y por el Rey. Todos ellos junto con todos los Carlistas catalanes gritamos en estos momentos con toda la fuerza de nuestros pulmones ¡VIVA EL REY! ¡VIVA ESPAÑA CARLISTA!
Desde el primer momento, Señor, estuve trabajando en favor de los detenidos de acuerdo siempre con nuestro Jefe Sr. Alier, y puedo asegurar a V.M. que todos los elementos del partido sin excepción estuvieron a nuestro lado. Nada les falta y si bien se encuentran privados de libertad, están muy bien atendidos, pues rápidamente se han cubierto las listas con donativos que han sido enormes, para atender todos cuantos gastos ocasionen. Sería faltar a un deber de compañerismo si enumerara nombres de amigos correligionarios que han prestado todo su apoyo; basta decir que todos, absolutamente todos, sin distinción de clases ni de categorías, se están portando admirablemente bien.
Por lo demás, Señor, la reacción experimentada como consecuencia de este hecho es algo admirable, Cataluña entera está a nuestro lado y hasta enemigos nuestros han patentizado su protesta ante un acto tan vandálico y tan poco natural entre gente civilizada.
Prefiero no explicar detalles a V.M. del trato que se les dio por no amargar al Señor; ya pasó, y puede V.M. tener la seguridad absoluta de que ahora se encuentran muy bien y debidamente atendidos.
Creo así mismo que de no sobrevenir ninguna complicación, muy pronto los tendremos a todos en libertad; esta es la impresión que tenemos en estos momentos.
Señor, a la protesta general uno la mía, indignadísimo ante lo que me veo en el caso de calificar de canallada, la más ignominiosa registrada en los anales del Carlismo.
Todos los compañeros de Junta, Abogados defensores, amigos y correligionarios me encargan trasmita a V.M. el sentimiento del dolor que han experimentado ante este hecho incalificable, y al enviar a V.M. su más respetuoso saludo, envían así mismo su inquebrantable adhesión a Vuestra Real Persona, así como a su Majestad la Reina. Y hacen votos, Señor, para que V.M. se persone cuanto antes en tierra Española para salvar a España de tanta ignominia. Así lo deseamos todos los buenos Españoles.
Señor, ruego a V.M. se digne saludar respetuosamente a su Majestad la Reina.
Como siempre, Señor, quedo a las Reales Órdenes de V.M.

A los R.P. de V.M.
Vuestro humilde súbdito
[firmado:] El Marqués de la Palma


Carta firmada en Barcelona con fecha de 12 de octubre de 1934:

Señor
A su debido tiempo recibí la carta del día 5 con que se ha dignado honrarme V.M. y dejo cumplimentados los encargos con que V.M. me ha distinguido.
A raíz de mi detención y en vista de la persecución sistemática de que era objeto, salí para S. Sebastián, donde estuve refugiado ocho días, pero regresé a ésta precisamente cuando empezaba el peor peligro que gradias a Dios parece conjurado por el momento, aunque tememos que lenidades y compromisos de la naturaleza de los que por aquí se estilan con la gente que manda vuelvan a darle a no tardar nuevos ánimos y empuje. 
En realidad continúo en el Ayuntamiento, pero como no he de tener secretos para V.M., debo manifestarle que es un cargo muy inferior al que desempeñaba, con emolumentos sobradamente insuficientes y con el peligro constante de un cese por mi significación sobradamente conocida, todo lo cual me obliga a buscar otra situación que me permita vivir en los dos sentidos de la palabra, es decir, con suficiente sueldo para nuestras necesidades y con una mayor aunque relativa seguridad personal, pues hemos descubierto que en el último complot éramos muchos los condenados a muerte y a no haber sido por la gracia de Dios que les dio el fracaso, a buen seguro a estas horas seríamos no pocos los ejecutados.
Esta necesidad hace que con mayor gratitud si cabe mire yo el alto interés que por mí se toma V.M.
Con relación a lo que me dice V.M. relativo a nuestros presos he de hacer constar de una manera especial, por haberlo vivido constantemente, que el éxito se debe en su mayor parte a los incansables trabajos y especial táctica desplegada por el abogado y capitán de Marina Sr. Laplana, devoto súbdito de V.M., que ha consagrado por durante dos meses todas sus actividades sin reparar ni siquiera en horas de descanso a asunto de tanto interés para nuestra causa.
Y lo que digo de Laplana respecto al asunto de los presos debo decirlo también de Torralba respecto a todos los asuntos de nuestra comunión en los que se ha mostrado inteligentísimo, súmamente hábil, de una actividad pasmosa y lealtad jamás superada, culminando en el hecho de formar con las tropas en la lucha contra los separatistas durante los últimos sucesos. En su consecuencia me permito rogar a V.M. se digne honrar estos amigos (Enrique Laplana y Benedicto Torralba) enviándoles unos retratos de VV.MM. que estimarán como especialísimo favor y recompensa para ellos insospechada.
Nuevamente se encuentra Cataluña con crisis de Jefatura y nuevamente vuelven a despertarse ansias de mando en quienes menos lo merecen; pero, en fin, bien sabe V.M. que siempre estoy a sus órdenes para lo que se digne mandar.
Ruego a V.M. se digne presentar mis rendidos saludos a S.M. la Reina y aceptar la reiteración de incondicional lealtad que a V.M. debo.
Señor
A los RR.PP. de V.M.
Vuestro humilde súbdito
[firmado:] El Marqués de la Palma


⚜  ⚜  ⚜


Como indica la biografía que hemos reproducido, don José María de Freixa y Hansay se casó con doña Blanca de Sabater y Gaytán de Ayala. Según consta en la revista Cuadernos de Ayala, n. 50, abril-junio 2012, fueron padres de:

A) Doña Mercedes de Freixa y de Sabater, casada con don Pedro González Calvo; padres de doña Blanca y doña Esperanza González Freixa. 
B) Doña Blanca de Freixa y de Sabater, casada con don José de Aguirre y Viladomat; padres de doña Pilar, don José Luis, don Ignacio, doña Blanca, don Pedro y don Carlos de Aguirre y Freixa.

Durante la guerra de Liberación, don José María de Freixa y Hansay no se hallaba en su domicilio cuando fueron a buscarlo, según informó la Gaseta Municipal de Barcelona de junio de 1937. Ignoramos la fecha de su muerte, pero sabemos que vivía aún en 1958, cuando contaba con 70 años de edad, según consta en un número de la Gaceta Municipal de Barcelona de ese año.

El título de marqués de la Palma debió quedar vacante a la muerte de don José María. Al menos en dos ocasiones (en 1993 y 1999) Óscar de Freixas y Sánchez (residente en Miami, según parece) ha solicitado este título al Estado, aunque no tenemos noticia de que el Estado se lo haya otorgado. Ignoramos la relación que pueda tener el Sr. (de) Freixas con el último marqués de la Palma o con el general Cayetano Freixa, aunque no deja de llamarnos la atención la diferencia del apellido (Freixas en lugar de Freixa) así como la ascendencia cubana que parece tener el linaje de este caballero. Pensamos que los descendientes de Cayetano Freixa por cualquier rama tendrían más derechos a este título nobiliario, aunque en honor al General Freixa y a Don Carlos VII —que fue quien creó el título— les recomendaríamos que si tienen interés en el mismo lo solicitasen a la Secretaría Política de S.A.R. Don Sixto Enrique de Borbón, antes que a una jefatura del Estado que nada tiene que ver con el carlismo, por mucho que oficialice títulos nobiliarios carlistas (costumbre heredada de la anterior jefatura del General Franco).

Cap comentari:

Publica un comentari a l'entrada