dilluns, 11 de maig del 2020

Fray José María Benito Serra, Obispo de Daulia, paladín de la Santa Causa

José María Benito Serra
(Mataró, 1810-Benicásim, 1886).
Se opuso al proyecto pidalino de la "Unión Católica"
y fue determinante para que Ramón Nocedal no
cerrara su periódico EL SIGLO FUTURO.
¡No os desanime, leales a una Comunión santa, el espectáculo de los calamitosos días actuales! Elevad el corazón a Dios: Él os dará consuelos y os infundirá energías para continuar la cruzada que nuestros mayores iniciaron por Él, por la Patria y el Derecho. Apartad vuestro amargado corazón de estos perturbados tiempos, en los que reina la confusión y la inconsecuencia domina, para hacerle palpitar, lleno de recuerdos jubilosos, en las páginas brillantes de nuestra Historia.

En ellas aparecen, con vigoroso relieve, las nobles e integérrimas figuras de Prelados insignes animándoos con su apostólica palabra y su ejemplar heroísmo. Hoy, cabalmente, se cumple el duocentésimo noveno aniversario del nacimiento de don José María Benito Serra, orgullo de España, gloria de la Orden de San Benito y celoso propulsor de las Misiones de Australia. Obispo de Puerto-Victoria y Auxiliar y Administrador apostólico de Perth con el título de Obispo de Daulia, perdió allí su salud por la salvación de las almas y regresó a su país, en donde, a impulsos de su fe inconmovible y de su encendida caridad, fundó el Instituto de Oblatas del Santísimo Redentor el 2 de febrero de 1870. Lleno de virtudes sublimes, falleció como un santo en el desierto de Las Palmas, cerca de Benicasim (Castellón) el 8 de septiembre de 1886.

Paladín ardoroso de la Bandera tradicionalista, cúpole en suerte administrar las aguas bautismales a nuestro Rey y Caudillo Don Jaime de Borbón.

Nació tradicionalista, vivió tradicionalista y tradicionalista cerró los ojos en la tierra para abrirlos a la radiosa e inextinguible luz de lo Alto. «En casa del Marqués del Busto, en Madrid —escribe uno de sus biógrafos— tuvimos el honor de conocer a aquel ilustre Prelado a poco de fallecer don Alfonso (XII). Fuimos a visitarle, cumpliendo encargo que el entendido y bravo General Marqués de Berriz, último Ministro de la Guerra de Carlos VII, nos dio para él: se trataba de ver si sería posible y oportuno combatir con las armas en la mano a la Regencia de Doña María Cristina, y nunca olvidaremos lo animoso del espíritu de aquel venerable anciano y el afecto con que nos bendecía en aquellos días en que hasta hubo quien soñó con que nos jugáramos la vida en las propias calles de Madrid.»

¡Oh. cruel mudanza de las cosas! ¡Oh, triste diferencia entre ayer y hoy !

Tomado y adaptado de El Cruzado Español (9 de mayo de 1930)

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