La Batalla del Pasteral en la guerra dels matiners o montemolinista (26-27 de enero de 1849) |
Los falsarios de la historia del carlismo han escrito hasta la saciedad acerca de una supuesta "coalición carlo-progresista" durante la Guerra dels Matiners o Segunda Guerra Carlista (1846-1849). Según esta teoría, carlistas y revolucionarios progresistas o republicanos habrían hecho una alianza para combatir a Isabel (II). Pensamos que esto no es cierto. Si bien hubo casos puntuales de revolucionarios acogidos en partidas carlistas (en las que aquellos debían obedecer al jefe carlista y no viceversa), dos autores de peso nos inducen a creer que jamás existió una coalición general de esas características.
El primero de ellos vivió los hechos y, como director del único diario declaradamente carlista de la época, LA ESPERANZA, estaba en contacto permanente con los dirigentes del partido montemolinista y hablaba con conocimiento de causa. Nos referimos al periodista Pedro de la Hoz, quien al concluir la guerra en 1849, escribió lo siguiente (destacamos en negrita las frases que demuestran la animadversión que los carlistas sentían por los progresistas):
Si de alguna manera pudo el ataque dado proporcionar el triunfo al Conde de Montemolín, fué concurriendo con él una de las dos circunstancias con que á juzgar por las proclamas de los primeros caudillos carlistas, contaron sin duda los consejeros del Príncipe, á saber: el pase de las tropas de la Reina Isabel al lado de los agresores, y una cooperacion directa ó indirecta, pero fuerte ó poderosa del bando revolucionario ó progresista. Pero ¿debieron de esperarse estos dos sucesos? Aun supuesta la voluntad de las tropas y de los progresistas, decimos redondamente que no. No el primero, porque, al principio, la repugnancia que naturalmente tienen tropas regladas para unirse á la bandera que llevan cuerpos poco numerosos, sin brillo esterior, y precisados á andar errantes, y después, el compromiso y el acaloramiento que nacen de los combates, le hacian de todo punto improbable: no el segundo, porque los progresistas serán, si se quiere, elocuentísimos, bizarros y virtuosos, pero si no ganaban el ejército, en cuyo caso podian hacer instantáneamente una revolucion completa no menos perjudicial á los carlistas que á la Situacion, eran para la cuenta una suma insignificante ó negativa: insignificante en cuanto, solos, no se sostendrían nada, por su corto número; negativa en cuanto, juntos con los partidarios del Conde de Montemolin, por cada auxiliar que dieran al príncipe proscrito, alejarian de sus filas dos ó diez.
El segundo autor es nada menos que el historiador Melchor Ferrer, quien compuso la magna obra de 30 tomos "Historia del Tradicionalismo Español" (1941-1979), y sobre este asunto arrojó las siguientes consideraciones (las negritas son nuevamente nuestras):
Los sucesos de Madrid y la persecución que sufrieron los progresistas exaltaron a éstos, dispuestos a combatir por todos los medios la Dictadura de Narváez. Tal fué el origen de la campaña, muy corta, que realizaron los republicanos en Cataluña a impulsos del coronel Atmeller (1). Los progresistas, aunque no republicanos, les favorecieron. En Londres, don Salustiano de Olózaga, donde habia llegado expatriado, se puso en contacto con los elementos carlistas. Don Patricio de la Escosura, refugiado en el Mediodía de Francia, buscó también relacionarse con los montemolinistas. Esto fué el origen de que se creyera que existia una coalición carlo-progresista. En efecto, en Londres hubo reuniones a las que asistieron Olózaga y representantes de Don Carlos Luis. En algunas de ellas asistió también el ex-representante inglés en Londres, H. Bulwer, que había sido pasaportado de Madrid, porque Narváez le acusó de ingerencias en la vida interior de España y protección de los progresistas sublevados, y, aunque no se diga, en represalias de la actitud tomada por Inglaterra, favorable a Carlos VI y a los montemolinistas. Pero nada de ello llegó a cuajar. Así dice bien un autor, que justamente en estos detalles demuestra que era progresista, que no existió la coalición carlo-progresista, aunque estos últimos "no esperaban del carlismo mayores persecuciones que los que les agobiaban entonces" (1), de los moderados. Más tarde sí que hubo un convenio tácito que autorizaba a los jefes carlistas el que auxiliaran y protegieran a los que mandaban partidas republicanas y progresistas, ya que al fin y al cabo, todos combatían al mismo enemigo.
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