Jaime Balmes y Urpiá (Vic, 1810 - 1848) |
Apóstol de la ciencia
con tu saber profundo,
pasaste por la tierra como gentil visión,
las almas y los pueblos
a tu númen fecundo
te rinden vasallage de amor y admiración.
En lazo misterioso
supiste cual hermanas
pintar sin confundirlas, a la razón y Fé,
en alas de tu genio
volaron soberanas
y el mundo las admira porque reinar las ve.
A la razón dijiste
lo que de grande encierra,
sus fueros limitados lograste señalar,
y de la Fé cristiana
tu pluma por doquiera
signó los purés lauros que debe conquistar.
La Religión y patria
cubren de siemprevivas
la tumba donde yaces, oh relucente sol,
evocan tu memoria
tus gigantescas obras
y en ecos de tu fama se cubren de arrebol.
Sublime sacerdote,
los labios al nombrarte
presagian los alientos de sana juventud
tus hechos y tus obras
al escolar le cuentan
lo que en el mundo valen, la ciencia y la virtud.
Septiembre, 1910
LA ATALAYA LERIDANA (Tremp, 15 de septiembre de 1910)
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