La contestación de los vallesanos no se hizo esperar. Al día siguiente, Sábado de Gloria, la entregaron por escrito al general francés en su mismo campamento de Granollers. Decía así:
Estos paisanos, que tienen a grande honor de ser una porción, bien que pequeña, de la noble, generosa y valiente Nación Española, están íntimamente penetrados de los males que han recibido de las tropas francesas en las muchas ocasiones, que por desgracia han invadido sus pacíficos domicilios: las casas incendiadas, los muebles y efectos robados, las tímidas mujeres violadas, asesinatos a sangre fría, y sobre todo profanados los objetos de la Religión de sus padres, han sido el fruto de sus servicios que habían prestado a aquellas tropas cuando el Gobierno Español mandaba alimentarlas.
Horrorizados justamente de tan duros procedimientos, no tienen otro arbitrio que repeler la fuerza con la fuerza, y por más que por sí solos no puedan sostenerse en sus pueblos abiertos e indefensos, se atrincherarán en los montes inmediatos, serán sus valles los fuertes que les defenderán y desde ellos opondrán a sus enemigos la más tenaz resistencia, mientras el Gobierno les ordene mirar como a contrarios a los vasallos de Napoleón.
El general que manda en Cataluña a las tropas españolas es el conducto por el cual deben venir a dichos paisanos las órdenes a que deben sujetarse. En este instante se da parte a S.E. de la proposición que motiva, este escrito: sus mandatos serán los únicos obedecidos, y entretanto se espera de la benignidad del general francés, que cesarán las hostilidades en estos pueblos, que en este supuesto no cometerán alguna contra las tropas francesas, aunque permanecerán los paisanos en los puntos que ocupan.
Si contra toda esperanza fuera desatendida tan justa proposición, no habrá medio de que no se valgan estos naturales, para librarse de la invasión que padecen: son muchos sus recursos, nunca se rendirán a un poder que no les ha manifestado otro derecho que el de la fuerza. Émulos en valor y constancia de toda la España que resiste tan inmenso poder, no se separará jamás este partido de los nobles sentimientos que respeta la nación entera. El general Saint-Cyr y sus dignos compañeros, podrán tener la funesta gloria de no ver en este país más que un montón de ruinas; podrá gozarse como los caníbales de pasearse sobre los cadáveres que sacrificare a su furor, pero ni ellos, ni su amo dirán jamás, que este partido del Vallés, rindió la cerviz a un yugo que justamente rechaza toda la Nación.
Esto responden todos los paisanos del Vallés representados en los que ocupan las expresadas alturas. A 1.º de abril de 1809.
LOS PAISANOS DEL VALLÉS.
Historia crítica de la Guerra de la Independencia en Cataluña (Antonio Bofarull y de Brocá, 1836)
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